RAÚL DEL POZO
Después de que Ana Julia
Quezada confesara que mató a Gabriel Cruz, se desencadenó un festival de
amarillismo que da la razón a Thomas de Quincey cuando dice que en el asesinato
está latente una gran tormenta de pasión que crea un infierno en el que
mirarnos.
"La finalidad última del asesinato -comentó De Quincey- es la
misma que Aristóteles asignó a la tragedia: purificar el corazón mediante la
compasión y el temor". La tragedia servirá para avisar de que su vecino
puede ser Jack el Destripador; su alcaldesa, la Condesa Sangrienta; y su
esposo, el Marqués de Sade.Estamos rodeados de gente despiadada, en la vida
real y en las redes; gente que pasaría a matar si sonara una corneta. Como si
siguieran los mandatos del Viejo de la Montaña, que se colocaba con haxix
[hachís] -de ahí proviene el nombre asesino-, los criminales desmienten aquella
cantinela de los ilustrados, según la cual el hombre es bueno por naturaleza.
Lo que es, en ocasiones, es un monstruo o una monstruo. No hay día en que no
recibas un tuit agresivo o un comentario amenazante (hay por ahí un idiota que
cada 15 días dice en las redes que me han pegado una paliza). Los científicos
comentan que han encontrado el gen de agresividad o del guerrero, el del macho
con un leño. Pero los pesimistas creen que es el mismo instinto criminal de
siempre el que prospera en genocidios y acciones terroristas.Lo más peligroso
de todo es que los trastornados se dediquen a la política. Los columnistas
americanos acusan de psicópata a Donald Trump y los chicos de la CIA le
diagnosticaron a Putin síndrome de Asperger, ése que sufren algunos de los que
se lían a tiros en colegios. Parece que las profesiones que más psicópatas
esconden son político, cirujano y periodista. Ya saben: los psicópatas
encantadores, sin anormalidad aparente, carecen de remordimientos, disfrutan de
una locura sin delirio, sin piedad y se pueden convertir en Hannibal Lecter si
les llevas la contraria. Manuela Carmena -que cree en la mujer nueva, no en el
macho nuevo- dijo que el gen de la violencia está en el ADN de la masculinidad.
Es verdad que hay más psicopatía entre los hombres, pero la mujer psicópata es
más peligrosa, porque tiene más talento para el fingimiento o la actuación.Ese
gen del que habla Carmena es el mismo desde el Neolítico, el de la lucha entre
cazadores y cazados. Los neandertales celebraban banquetes de caníbales en
Atapuerca hace 800.000 años y los profetas del Antiguo Testamento hablan de
madres que se comían a los hijos después de cocerlos. Somos, de entre de las
200 clases de monos, los únicos que matamos sin necesidad. Monos y monas que
asesinan sólo por odio.
http://www.elmundo.es/opinion/2018/03/15/5aa972c3268e3e82088b4631.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario