RUEDA DE PRENSA CON MARÍA KODAMA. Lunes 14 de mayo.
Presentación del libro La Biblioteca de Borges de Fernando Flores Maio.
Entrañable María Kodama en persona, atiende a las preguntas de los pocos periodistas presentes, probablemente por la mala costumbre de muchos profesionales locales y extranjeros que se toman los "puentes", aunque venga a visitarlos gran parte de la historia de la literatura argentina, hispanoamericana e internacional a la Casa de América de Madrid.
Kodama suele tener un paradigma de contestaciones, como en su día probablemente lo tuviera el gran escritor, para no salirse de unos guiones preestablecidos, aunque, a la menor oportunidad, cambia de rumbo.
Le pregunto cosas cercanas a ella y al propio literato, porque me parece más interesante que retomar lo conocido y trillado.
AP: Señora Kodama, ¿Cómo vivió el maestro Borges su labor como profesor en la UBA (Universidad de Buenos Aires), cuando daba clases de Literatura Inglesa?
M.K: Siempre recuerdo aquella anécdota de los años 70, cuando una cierta "izquierda", que no lo era en realidad, "tomó la Facultad de Filosofía y Letras. Algunos de sus representantes entraron en la clase de Borges y le dijeron que se había terminado y había que irse".
"Borges, explicó Kodama, les dijo que había libertad y que él seguía allí". Entonces le respondieron los que vinieron a interrumpirlo, "que apagarían la luz". Borges, siempre ocurrente, les respondió, "No me importa quedarme sin luz, porque soy ciego"...
También refiere María que Borges, que no tenía tantos libros como se piensa, unos 3000, dejó parte de su biblioteca a la Biblioteca Nacional argentina como legado, porque había sido su Director y que "esos ejemplares desaparecieron en un sótano. Afortunadamente unos jóvenes que estaban allí ordenando y buscando material, los encontraron y vieron que, efectivamente habían sido propiedad del escritor, que los había donado a la Biblioteca Nacional y así vieron la luz y pudieron catalogarse", concluyó Kodama.
También le comenté que a menudo veía en mis tiempos de estudiantes de la Facultad a Borges en la Librería la Ciudad, de las Galerías Pacífico, en la calle Florida de Buenos Aires y que charlaba con los que se acercaban a saludarlo.
A.P: "A Borges le encantaba decir "boutades", sorprender, escandalizar, Sra. Kodama, porque tenía un gran sentido del humor a veces, negro", me arriesgo.
M.K: "Claro, es así", dijo María, que, relajada y vestida de gris en un día primaveral de la capital española, no dejaba de sonreir.
Al final, me acerqué con el hermoso volumen editado por el joven editor Patricio Binaghi, emocionado y agradecido por haber tenido la oportunidad de dar cuerpo a esta publicación única y especial y otra excelente ocasión para seguir hablando de Borges.
Cuando estudiaba en el Colegio Nacional de Buenos Aires, (¿Alguien se acuerda?) lo habitual era "ser de Borges o de Cortázar", "como si fuera un equipo de fútbol", expresó un asistente al encuentro con la prensa.
Hoy, tantos años después, comprendí que aquella fábula de la elección entre nuestros dos impresionantes escritores, era otro delirio de juventud. Los dos, tan distintos, tan opuestos, pero al final tan coherentemente argentinos universales han escrito, han vivido y siguen estando entre nosotros.
Y luego, Kodama contó una anécdota de su visita acompañando a un Borges ya ciego, que se encuentró por casualidad en la sala de pinturas negras de Goya, en el Museo del Prado, delante del cuadro de "El perro sumergido".
María le comenta a Borges, que a su lado está Cortázar, que si quiere saludarlo. Borges, fiel a sí mismo y a la imagen que daba de su peculiar filosofía de vida, le dijo, "Saludalo vos, yo no lo saludo", pero "entonces, comentó la esposa del escritor, ante de que se diera cuenta, Cortázar ya estaba abrazando al autor de "El jardín de los caminos que se bifurcan".
María Kodama completó su trabajo y su atención a todos los presentes, dedicando el precioso libro. La dedicatoria que me regaló habla por ella, porque escribió: "Para Alicia Perris, con todo cariño, María Kodama, por Borges, "eterno como el agua y el aire". Y dibujó también la dedicatoria, con líneas y señales. Para la historia.
Alicia Perris
Información de Casa de América y la editorial Paperbooks
El autor de El Aleph, Jorge Luis Borges, ha legado una maravillosa biblioteca, de la cual solo podrán ver en estas páginas algunos ejemplares, que nos permiten descubrir las claves de esa felicidad. Las lecturas de algunos filósofos y místicos son las que seguramente tuvieron una decisiva influencia en una obra que nos da un camino en el arte de vivir. Los libros fotografiados en este libro son menos del cinco por ciento de los que atesora la fundación. Pero allí podemos encontrar pensamientos que nos pueden llevar a la felicidad. Podemos observar libros del siglo XVIII al Siglo XX. Ediciones diversas en idiomas como inglés, italiano, alemán y por supuesto castellano. Asimismo este libro permite inspeccionar muchas anotaciones que el autor argentino hacía mientras los leía y donde se puede analizar el interés que representaban determinados pasajes de los mismos.
Participantes: Fernando
Flores Maio, escritor, periodista y sociólogo; María Kodama, profesora de
Literatura y escritora; Patricio Binaghi, editor; Javier Agustín Rojas,
fotógrafo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario