Joan Castelló
Valencia, 6 may (EFE).- El
público de Valencia ha aplaudido la producción de Tosca, la ópera de Puccini
que se ha representado hoy en el Palau de Les Arts con dirección de escena de
Davide Livermore, exintendente de este mismo auditorio que dimitió el pasado
mes de diciembre ante las trabas del Gobierno valenciano a su gestión y por no
dejarle compatibilizar su cargo con la dirección de escena.
En esta producción del
teatro Carlo Felice de Génova, Livermore no sólo cuestiona el poder terrenal de
la Iglesia, identificada con el absolutismo y enfrentada a las ideas
revolucionarias de libertad que se abrían paso en Europa a finales del siglo
XVIII, sino que se permite algunas licencias. La más sorprendente la del final
de la obra: Tosca no se lanza al vacío desde lo alto del castillo de
Sant'Angelo sino que mira cara a cara a la muerte, la suya propia y la de
Scarpia, el cruel jefe de la policía de los Estados Pontificios.
El poder terrenal de la
Iglesia está presente a lo largo de toda la obra: la cúpula eclesial del primer
acto (con su ojo cenital que todo lo controla), la imagen del Cristo
crucificado como telón de fondo del Te Deum y de los interrogatorios, torturas
y fusilamientos de quienes son acusados de ser portadores de "ideas
volterianas", y la basílica de San Pedro como símbolo del poder represivo
que durante siglos ha ejercido la Iglesia.
El escenario, en el que se
desarrolla una trama de política, pasión, revolución y celos, está formado por
una plataforma peligrosamente inclinada (que aplasta cualquier atisbo de
disidencia de la verdad establecida por la Iglesia) y que, al girar, no sólo
muestra las cloacas del poder religioso, sino permite hacer realidad un
plano-secuencia, ya que, con pequeños cambios, igual acoge el interior de la
iglesia de Sant'andrea della Valle, que el interior del palacio Farnesio o la
terraza del castillo de Sant'Angelo.
La soprano Lianna
Haroutounian consigue dotar a Tosca de una personalidad avanzada para su
tiempo: es una mujer aristocrática (una famosa cantante de ópera) y celosa que,
por amor, delata a un revolucionario y, aunque parece dispuesta a ceder ante
las pretensiones sexuales del cruel Scarpia para salvar a su amante, finalmente
se rebela y mata al tirano.
Es imposible no relacionar
la lucha actual de las mujeres contra la violencia y los asesinatos machistas
con la dignidad de Tosca de impedir que Scarpia abuse de ella del único modo
que tiene a su alcance: matándole a cuchilladas.
En esta escena final del
segundo acto, Livermore utiliza el recurso del candelabro (que Tosca deja cerca
del cadáver del jefe de la policía política), pero curiosamente prescinde de la
cruz, que es el otro elemento de la simbología tradicional de este pasaje.
La cantante armenia, que
tuvo una actuación memorable, estuvo inconmensurable en el aria del segundo
acto "Vissi d'arte, vissi d'amore", el momento de transformación de
su personalidad, ya que poco después, tras clavarle el cuchillo a Scarpia (el
tirano ante cuya presencia temblaba toda Roma), afirmará: "Te ha matado
una mujer, me has torturado demasiado...".
El otro protagonista de
esta ópera fue el tenor coreano Alfred Kim, en el papel de Cavaradossi, el
pintor amante de Tosca. Tuvo una intervención brillante, con momentos estelares
con las arias "Recondita armonia" y, sobre todo, con "Et lucevan
le stelle".
En uno de los papeles
legendarios de "malo" en el mundo de la ópera, el barítono italiano
Claudio Sgura encarnó un Scarpia tirano, despiadado, malvado y cruel pero de
formas exquisitas, capaz de utilizar el chantaje para presionar a Tosca, aunque
sin ocultar su obsesión sexual cuando la cantante le ofrece dinero a cambio de
dejar en libertad a su amante: "No me vendo a una mujer por
dinero...".
Nicola Luissoti dirigió a
una Orquesta de la Comunitat Valenciana pletórica, bien arropada por el Coro de
la Generalitat Valenciana y la coral infantil Veus Juntes de Quart de Poblet.
EFE
http://www.lavanguardia.com/local/valencia/20180506/443320163467/les-arts-aplaude-a-livermore-por-su-tosca-con-ansias-de-libertad.html
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