Recuerdo mi viaje a la India como una sucesión de grandes locuras. A pesar de haber sido programado por agencia, lo inesperado surgía a cada paso y nos dejaba, literalmente, con la boca abierta.
El Norte de este inabarcable subcontinente es la tierra de los antiguos mogoles, musulmanes, arabizantes, con un apego al color, a las construcciones alambicadas, colmadas de sorpresas arquitectónicas. Todo, las calles, las riadas de gente, los animales sueltos, los colores, profundos, los olores, intensísimos, contribuían a percibir el todo como destemplado y hasta peligroso si la apreciación venía de una mente digitalizada y poco flexible como las que tienen/tenemos en Occidente.
Los hindúes se mueven cómodamente y como pueden, con grandes contradicciones, porque aunque tengan déficits insalvables son reyes en esas sociedades multiformes, políglotas, con variedad de religiones, de castas, de sectas. De gobernantes de otras épocas, distantes, richissimes, los Maharajah...tolerados y aupados por el colonialismo británico, que supo utilizarlos muy bien. El pueblo de Gandhi tiene una experiencia ancestral y una capacidad para adaptarse a las dificultades que desdeñan en algunos casos algunos europeos o que otros, querrían para sí.
Así que, siempre fiel al Museo de Artes Decorativas, que permite un disfrute menos hiperbólico y de consumo voraz, como el que ofrece por ejemplo el Museo del Louvre, invadido a todas horas, ¡pobrecito! por hordas de visitantes, pedí acreditación, que me fue concedida con rapidez y generosidad, para hacer la visita de "Moderne Maharajah, un mécène des années 30".
Además de mi fidelidad a la institución de la calle de Rivoli, siempre viva, constantemente renovada, el tema del "Maharajah Moderno" me atrapó desde el primer momento.
Una vez allí, comprobé que también había algunos turistas y grupos de locales para realizar la visita, pero pasé sin problemas con la invitación.
Buscando con avidez la paleta y los objetos preciosos que me habían acompañado en Agra o en Jaipur, incluso en Delhi, comprobé que no había nada de eso. En cambio, una delicadeza en las estructuras expositivas que reflejaban el buen gusto nada hindú (¡lo eché mucho de menos!) y sí completamente europeizante del gobernante rico, joven, bello, con una esposa adecuada a sus deseos de experimentar la decoración, la arquitectura, la belleza ajenos. Siguiendo no unos patrones tradicionales de su país, sino las marcas, los diseños, hasta los creadores como Man Ray que los retrató a su manera, conocida de todos y extremadamente familiar.
Los muebles, estilosos, los lugares para vivir sobrios, sin excesos, pero perfectamente ordenados, como si los hubiera diseñado una cabeza alemana, la Bauhaus, los gestores del Art Déco.Ttal cual.
Mucho público se perdía por la muestra, espaciosa, de una nobleza visual apabullante, minimalista, diferente.
Como todo lo que organiza el Museo de Artes Decorativas de París, sugerente, actual, artístico y conceptual. Un paradigma de estilo de vida, tan lejos, tan cercano, tan reconocible. Para disfrutarlo...
Alicia Perris
Du 26 septembre 2019 au 12 janvier 2020
El Norte de este inabarcable subcontinente es la tierra de los antiguos mogoles, musulmanes, arabizantes, con un apego al color, a las construcciones alambicadas, colmadas de sorpresas arquitectónicas. Todo, las calles, las riadas de gente, los animales sueltos, los colores, profundos, los olores, intensísimos, contribuían a percibir el todo como destemplado y hasta peligroso si la apreciación venía de una mente digitalizada y poco flexible como las que tienen/tenemos en Occidente.
Los hindúes se mueven cómodamente y como pueden, con grandes contradicciones, porque aunque tengan déficits insalvables son reyes en esas sociedades multiformes, políglotas, con variedad de religiones, de castas, de sectas. De gobernantes de otras épocas, distantes, richissimes, los Maharajah...tolerados y aupados por el colonialismo británico, que supo utilizarlos muy bien. El pueblo de Gandhi tiene una experiencia ancestral y una capacidad para adaptarse a las dificultades que desdeñan en algunos casos algunos europeos o que otros, querrían para sí.
Así que, siempre fiel al Museo de Artes Decorativas, que permite un disfrute menos hiperbólico y de consumo voraz, como el que ofrece por ejemplo el Museo del Louvre, invadido a todas horas, ¡pobrecito! por hordas de visitantes, pedí acreditación, que me fue concedida con rapidez y generosidad, para hacer la visita de "Moderne Maharajah, un mécène des années 30".Además de mi fidelidad a la institución de la calle de Rivoli, siempre viva, constantemente renovada, el tema del "Maharajah Moderno" me atrapó desde el primer momento.
Una vez allí, comprobé que también había algunos turistas y grupos de locales para realizar la visita, pero pasé sin problemas con la invitación.
Buscando con avidez la paleta y los objetos preciosos que me habían acompañado en Agra o en Jaipur, incluso en Delhi, comprobé que no había nada de eso. En cambio, una delicadeza en las estructuras expositivas que reflejaban el buen gusto nada hindú (¡lo eché mucho de menos!) y sí completamente europeizante del gobernante rico, joven, bello, con una esposa adecuada a sus deseos de experimentar la decoración, la arquitectura, la belleza ajenos. Siguiendo no unos patrones tradicionales de su país, sino las marcas, los diseños, hasta los creadores como Man Ray que los retrató a su manera, conocida de todos y extremadamente familiar.
Los muebles, estilosos, los lugares para vivir sobrios, sin excesos, pero perfectamente ordenados, como si los hubiera diseñado una cabeza alemana, la Bauhaus, los gestores del Art Déco.Ttal cual.
Mucho público se perdía por la muestra, espaciosa, de una nobleza visual apabullante, minimalista, diferente.
Como todo lo que organiza el Museo de Artes Decorativas de París, sugerente, actual, artístico y conceptual. Un paradigma de estilo de vida, tan lejos, tan cercano, tan reconocible. Para disfrutarlo...
Alicia Perris
Du 26 septembre 2019 au 12 janvier 2020
Le Musée des Arts Décoratifs met à l’honneur l’extraordinaire
figure du maharajah d’Indore qui donne libre cours à son goût d’avant-garde
artistique et décorative en créant, en Inde, un univers moderne unique.
Personnalité visionnaire du milieu culturel européen des années 1920-1930, il
est le commanditaire de la toute première construction moderniste de son pays :
le palais Manik Bagh (1930-1933), témoignage de l’effervescence de la scène
artistique de l’époque.
L’exposition met en lumière l’univers de cette demeure mythique
évoquant les échanges entre l’Europe et l’Inde à travers la personnalité
singulière et fascinante d’un jeune prince et de son épouse. Présenté dans la
nef du musée, ce prestigieux patrimoine rassemble plus de 500 pièces réunies
pour la première fois. Il dévoile les créations iconiques de Louis Sognot et
Charlotte Alix, Jean Puiforcat, Eileen Gray ou encore Le Corbusier ainsi que
des archives inédites dans une scénographie confiée au studio BGC – Giovanna
Comana et Iva Berton Gajsak.
https://madparis.fr/francais/musees/musee-des-arts-decoratifs/expositions/expositions-en-cours/moderne-maharajah-un-mecene-des-annees-1930/
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