Auditorio Nacional.
Martes 13 de noviembre, 2108.
PROGRAMA
…RICHARD WAGNER (1813-1883) (arr. LISZT)
Isolde’s Liebestod, S447
…FRANZ LISZT (1811-1886)
Sonata en Sí menor, S178
…SERGEIV PROKOFIEV (1891-1953)
Romeo y Julieta: Diez piezas para piano, Op.75
De acuerdo con sus
patrocinadores, Abduraimov es “uno de los artistas jóvenes más sobresalientes
del panorama internacional y sus conciertos destacan por su gran delicadeza,
profundidad musical y soberbia capacidad técnica”. Nacido en Tashkent,
Uzbekistán, en 1990, comenzó a tocar el piano a los cinco años de edad como
alumno de Tamara Popovich en el Uspensky State Central Lyceum de Tashkent y
realizó estudios en la Park University’s International Center for Music, con
Stanislav Ioudenitch, y ahora es artista residente del ICM.
De procedencia
uzbeca, ha participado en conciertos con
algunas de las orquestas más importantes del mundo como la Filarmónica de Los
Ángeles, Sinfónica de Boston, Sinfónica NHK y las orquestas del Gewandhaus de
Leipzig. También ha sido dirigido por directores como Valery Gergiev, Vladimir
Ashkenazy, Manfred Honeck, Vasily Petrenko, Gustavo Dudamel, James Gaffigan,
Jakub Hrůša y Vladimir Jurowski.
Con un recorrido
notable por variación y número de participaciones, en sus próximos compromisos
europeos se incluyen conciertos con la Orquesta de París, Leipzig Gewandhaus,
Orquesta Sinfónica de Lucerna –incluyendo un tour al Tongyeong International
Music Festival con Michael Sanderling-, English Chamber Orchestra, Orquesta
Filarmónica de San Petersburgo - con conciertos en la ciudad rusa y en
Barcelona. Ha actuado en el Festival de Lucerna, la Royal Concertgebouw
Orchestra, Filarmónica de Múnich, hr-Sinfonieorchester, Philharmonia,
Filarmónica Checa y con las orquestas sinfónicas de la BBC.
Obtuvo varios
premios por sus grabaciones discográficas, su recital debut en CD obtuvo tanto
el Choc de Classica como el Diapason Découverte. Abduraimov publicó su primer
concierto en 2014 para Decca Classics ofreciendo el Concierto para Piano No.3,
de Prokofiev, y el Concierto para Piano No.1, de Tchaikovsky, junto a la
Orquesta Sinfónica Nacional de la RAI y bajo la batuta de Juraj Valčuha.
Curiosa la elección
que ha hecho Abduraimov del programa para este concierto, diferente del elegido
en principio por Perahia. Efectivamente, si Liszt es un clásico que necesita de
un gran virtuosismo por parte de un intérprete e integrante habitual en las
veladas dedicadas al piano, no se comprende muy bien que haya escogido estos
otros dos compositores el joven uzbeco, Wagner y Prokofiev, que nos recuerdan
mucho más el universo sinfónico, de ópera o ballet, que el frecuentado por los
solistas del piano. Salvo que se sea un incondicional del músico de Bayreuth,
frecuente en el foro madrileño, bastante germanófilo también en música.
Sin embargo, siempre
resulta evocador Isolde´s Liebestod, de un apasionamiento poco carnal, casi
etéreo, muy a la usanza de los troveros y trovadores que habitaron y residen en
el imaginario colectivo que engarza con la Edad Media europea. Ya se sabe que,
opinando de música, de interpretaciones, muy a menudo entramos en el terreno
del mero gusto, de las filias, del simple “feeling”, lo demás es pura
información, solo Wikipedia. Pero si hay que escribir algo, que sea con todo
respeto por el ingente esfuerzo de afrontar una partitura, la que sea, en
público y defender una velada de concierto. Hubo sí, cierto abuso del pedal, en
la interpretación de Wagner, tal vez, porque, como se dijo antes, de forma consciente o inconsciente, nos vinculamos
emocionalmente con un contexto orquestal frondoso, lleno de sonoridades. Es
posible que se echara en falta, también, cierta química, más ductilidad
afectiva, una seducción y compenetración del intérprete para con el público,
algo alejado de la escena.
Buena la digitación
y una técnica cuidada, como de relojería suiza, hacen que casi ninguna nota se
perdiera por el derrotero interpretativo de este músico joven que usa de sus
años y a la vez de su experiencia, para componer una figura solvente y con
posibles en el escenario. Más todavía en el futuro, porque su carrera, lejos de
terminar o haber alcanzado la madurez, está construyéndose al hilo de sus
actuaciones.
Demasiados momentos
de rubato tal vez en la Sonata en SI menor de Liszt, pero quién se detiene en
eso cuando se aprecian sus evoluciones, no con absoluta nitidez, porque esta
vez, la situación de la localidad en la sala, con algo más de media entrada, le
impedía a esta cronista, imbuirse al completo de lo que estaba pasando en el
escenario. Una acústica excelente la del Auditorio, pero los pequeños detalles
de la técnica y la relación física del pianista con el instrumento se perdieron
en la lejanía, a pesar de aguzar la vista de forma constante.
Fue muy aplaudido Behzod
Abduraimov, que salvó honrosamente la ausencia involuntaria del fantástico
Perahia, quien, según comentó en varias ocasiones, hay que “plasmar la imagen
completa de una composición musical”. A su fraseo- el del músico sefardí- su elección del repertorio, su sonido
perfeccionista, la construcción personal que hace de las partituras, y
finalmente su musicalidad rebosante de expresividad, podría dedicarse esta
velada, para confiar en su pronta recuperación. Que así sea.
Alicia Perris
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