miércoles, 14 de noviembre de 2018

BEHZOD ABDURAIMOV SUSTITUYÓ A MURRAY PERAHIA EN GRANDES INTÉRPRETES EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MADRID


Auditorio Nacional. Martes 13 de noviembre, 2108.
PROGRAMA

…RICHARD WAGNER (1813-1883) (arr. LISZT)
Isolde’s Liebestod, S447
…FRANZ LISZT (1811-1886)    
Sonata en Sí menor, S178                                           
…SERGEIV PROKOFIEV (1891-1953)
Romeo y Julieta: Diez piezas para piano, Op.75

El concierto de Behzod Abduraimov será el penúltimo de esta temporada del Ciclo Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo, que cierra su 23 edición, en sustitución del conocido artista norteamericano Murray Perahia (1947- , alumno de Wladimir Horowitz, que según dicen, se acerca al pianismo de Rubinstein. Perahia, de origen sefardí, se ha visto obligado a cancelar su actuación por motivos de salud.

De acuerdo con sus patrocinadores, Abduraimov es “uno de los artistas jóvenes más sobresalientes del panorama internacional y sus conciertos destacan por su gran delicadeza, profundidad musical y soberbia capacidad técnica”. Nacido en Tashkent, Uzbekistán, en 1990, comenzó a tocar el piano a los cinco años de edad como alumno de Tamara Popovich en el Uspensky State Central Lyceum de Tashkent y realizó estudios en la Park University’s International Center for Music, con Stanislav Ioudenitch, y ahora es artista residente del ICM.

De procedencia uzbeca,  ha participado en conciertos con algunas de las orquestas más importantes del mundo como la Filarmónica de Los Ángeles, Sinfónica de Boston, Sinfónica NHK y las orquestas del Gewandhaus de Leipzig. También ha sido dirigido por directores como Valery Gergiev, Vladimir Ashkenazy, Manfred Honeck, Vasily Petrenko, Gustavo Dudamel, James Gaffigan, Jakub Hrůša y Vladimir Jurowski.

Con un recorrido notable por variación y número de participaciones, en sus próximos compromisos europeos se incluyen conciertos con la Orquesta de París, Leipzig Gewandhaus, Orquesta Sinfónica de Lucerna –incluyendo un tour al Tongyeong International Music Festival con Michael Sanderling-, English Chamber Orchestra, Orquesta Filarmónica de San Petersburgo - con conciertos en la ciudad rusa y en Barcelona. Ha actuado en el Festival de Lucerna, la Royal Concertgebouw Orchestra, Filarmónica de Múnich, hr-Sinfonieorchester, Philharmonia, Filarmónica Checa y con las orquestas sinfónicas de la BBC.

Obtuvo varios premios por sus grabaciones discográficas, su recital debut en CD obtuvo tanto el Choc de Classica como el Diapason Découverte. Abduraimov publicó su primer concierto en 2014 para Decca Classics ofreciendo el Concierto para Piano No.3, de Prokofiev, y el Concierto para Piano No.1, de Tchaikovsky, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional de la RAI y bajo la batuta de Juraj Valčuha.

Curiosa la elección que ha hecho Abduraimov del programa para este concierto, diferente del elegido en principio por Perahia. Efectivamente, si Liszt es un clásico que necesita de un gran virtuosismo por parte de un intérprete e integrante habitual en las veladas dedicadas al piano, no se comprende muy bien que haya escogido estos otros dos compositores el joven uzbeco, Wagner y Prokofiev, que nos recuerdan mucho más el universo sinfónico, de ópera o ballet, que el frecuentado por los solistas del piano. Salvo que se sea un incondicional del músico de Bayreuth, frecuente en el foro madrileño, bastante germanófilo también en música.

Sin embargo, siempre resulta evocador Isolde´s Liebestod, de un apasionamiento poco carnal, casi etéreo, muy a la usanza de los troveros y trovadores que habitaron y residen en el imaginario colectivo que engarza con la Edad Media europea. Ya se sabe que, opinando de música, de interpretaciones, muy a menudo entramos en el terreno del mero gusto, de las filias, del simple “feeling”, lo demás es pura información, solo Wikipedia. Pero si hay que escribir algo, que sea con todo respeto por el ingente esfuerzo de afrontar una partitura, la que sea, en público y defender una velada de concierto. Hubo sí, cierto abuso del pedal, en la interpretación de Wagner, tal vez, porque, como se dijo antes, de forma  consciente o inconsciente, nos vinculamos emocionalmente con un contexto orquestal frondoso, lleno de sonoridades. Es posible que se echara en falta, también, cierta química, más ductilidad afectiva, una seducción y compenetración del intérprete para con el público, algo alejado de la escena.
Buena la digitación y una técnica cuidada, como de relojería suiza, hacen que casi ninguna nota se perdiera por el derrotero interpretativo de este músico joven que usa de sus años y a la vez de su experiencia, para componer una figura solvente y con posibles en el escenario. Más todavía en el futuro, porque su carrera, lejos de terminar o haber alcanzado la madurez, está construyéndose al hilo de sus actuaciones.

Demasiados momentos de rubato tal vez en la Sonata en SI menor de Liszt, pero quién se detiene en eso cuando se aprecian sus evoluciones, no con absoluta nitidez, porque esta vez, la situación de la localidad en la sala, con algo más de media entrada, le impedía a esta cronista, imbuirse al completo de lo que estaba pasando en el escenario. Una acústica excelente la del Auditorio, pero los pequeños detalles de la técnica y la relación física del pianista con el instrumento se perdieron en la lejanía, a pesar de aguzar la vista de forma constante.

Fue muy aplaudido Behzod Abduraimov, que salvó honrosamente la ausencia involuntaria del fantástico Perahia, quien, según comentó en varias ocasiones, hay que “plasmar la imagen completa de una composición musical”. A su fraseo- el del músico sefardí-  su elección del repertorio, su sonido perfeccionista, la construcción personal que hace de las partituras, y finalmente su musicalidad rebosante de expresividad, podría dedicarse esta velada, para confiar en su pronta recuperación. Que así sea.

Alicia Perris



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