Virtuosos de la Filarmónica de Israel, Casino de Madrid. 5 de
noviembre de 2018.
Violines: Dumitru y Lilia Pocitari. Cello: Kilrill Mihanovsky.
Piano: Yoav Levanon.
“Estoy muy orgulloso de esta orquesta tan especial, que ha ido
creciendo hasta convertirse en una de las mejores del mundo. Una institución
que ha llegado a ser, a partir de su condición exclusiva de agrupación musical,
una representación de la cultura, la diplomacia y la educación en muchos
aspectos”. Zubin Mehta.
Programa:
I Parte
- J. Haydn: Sonata nº 1 en Fa Mayor
- J. Haydn: 12 German Dances
- F.A. Hoffmeister: Trio op 22 nº1
Pausa
II Parte
- Frédéric Chopin: Balada No.4 en fa menor, Op.52
- Claude Debussy: "Reflets dans l'eau", from Images (Book
1 No.1)
- Franz Liszt: Rhapsodie espagnole, S.254
- W.A. Mozart : Sonata para violin
y piano en G mayor KV301
Con la Presidencia de Honor del maestro Zubin Mehta y el patrocinio
de la Embajada de Israel en España, la Fundación Excelentia (The world leading
music), presentó el trio de virtuosos de la Filarmónica de Israel en el
majestuoso Salón Real del Casino de Madrid, también con la participación del
niño prodigio Yoav Levanon, que se presenta por primera vez en España, en una
velada única e irrepetible en la noche madrileña, animada en el intermedio con
un brindis para y de todos los presentes, por la salud y el futuro de la
Filarmónica de Israel. Estuvo presente el Sr. Embajador de Israel en España,
Sr. Daniel Kutner y otros miembros del cuerpo diplomático destinado en la
capital.
Es probable que el edificio del Casino de Madrid, fino y
sofisticado, a un paso de la Puerta de Sol, sea uno de los emblemas
arquitectónicos de la capital española, aunque de uso privado y restringido a
los socios. Muy exclusivo, atesora una programación rica y cuidada, lejos del
concepto de juego, que, en principio, podría atribuírsele.
El estilo preponderante desde el punto de vista arquitectónico se
acerca al eclecticismo tardío compuesto de retazos medievales con mezclas de
estilo francés (neobarroco) porque la Exposición Universal de París (1900)
marcaba los gustos en las construcciones de la época.
En este contexto privilegiado, una conjunción de astros, hizo
posible que la Embajada de Israel, la Filarmónica de ese país y amigos, y la
Fundación Excelentia, organizaran un concierto de una delicadeza y unos
criterios en la elección de los intérpretes y el repertorio, poco frecuentes.
Sobre todo con la inclusión del jovencísimo pianista Yoav Lebanon como solista,
que, con tan solo 14 años, también se reunió en otro momento, con algunos
representantes de la prensa escogida del foro para comentar su trayectoria, sus
vivencias y su modo de estar en el mundo.
La Fundación Excelentia, muy prestigiosa en España por su parte, es
una fundación privada que desarrolla sus actividades en el campo de la cultura,
siendo de los más destacados en la promoción de la música clásica. Volcada en
numerosos proyectos educativos y solidarios, “su búsqueda se orienta hacia el
compromiso a través del arte, consciente de que la música es un lenguaje para
la paz, la construcción de los valores universales de la armonía y la escucha,
que tanto ennoblecen al ser humano”.
La convocatoria tuvo lugar en el precioso Salón Real del Casino,
con una excelente acústica y una
decoración y ornamentación en paredes, techos, suelos, mobiliario y tapicerías,
que autorizarían a darle, sin lugar a dudas, la categoría de palacio.
Los solistas hicieron honor al lugar y a los convocantes, ante un
público reducido muy vinculado también a la colectividad judía madrileña. El
repertorio escogido, delicado y hermoso en la primera parte, con muchísimas
posibilidades de lucimiento para un trío de cuerda, los dos violines y el
cello, que concertaron en todo momento a las mil maravillas. Portentoso sonido
y entrega, pese a que posiblemente eran conscientes de que la expectación se
centraba en la segunda parte, con el dotado pianista.
Levanon, reconocido, premiado, aplaudido, tiene toda una carrera
por delante, pero con un pasado ya sustancioso a sus espaldas. Hizo toda una
creación en la ejecución, digitación e interpretación de unas piezas
especialmente pensadas y compuestas para el lucimiento de los grandes
intérpretes del piano. Un sonido sinfónico, catedralicio y oceánico el suyo. Muy propio.
Nostalgiosa y elegante la Ballade no. 4 de Chopin en F min., op.52,
los Reflejos en el agua de Debussy, evocadores y llenos de ensoñación, tocados
con limpieza y buen gusto, igual que la bellísima Rapsodia Española de Franz
Liszt, coronada por la Sonata para violín y piano en G mayor KV301, de
W.A.Mozart, que cerraba el círculo de la época clásica, comenzada en la primera
parte con la Sonata no. 1 en F mayor y las 12 Danzas Alemanas de Joseph Haydn,
interpretados con finura y absoluto respeto estilístico por los violinistas de
origen Moldavo, Lilia y Dumitru Pocitari y el cello Kirill Mihanovsky. El trío
op. 22. No. 1 de F.A. Hoffmeister, menos frecuentado, fue también ejecutado por
el terceto de cuerda con galanura y destreza, lleno de frescura.
El brindis fue cordial, cercano y favorable al reencuentro de
amigos, colegas y conocidos, aunque hubo escasos o casi ningún representante de
la prensa. Un clima de participación, relajado pero bastante íntimo. El frío de
Madrid esperaba fuera, pero dentro, mucha música y una atmósfera llena de
calidez, de pertenencia.
Alicia Perris
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