RUEDA DE PRENSA. VIERNES 16 DE NOVIEMBRE, 2018. TEATRO DE LA ZARZUELA
Vestida básicamente de naranja, un color muy solar, alrededor de la una de la tarde, hizo su entrada en el Teatro, Teresa Berganza, fogueada en mil batallas líricas y personales, "durante décadas y décadas", como bromeó un emocionado Daniel Bianco, el director del Teatro de La Zarzuela, de origen argentino. "Bueno, no digas tantas décadas y décadas..." bromeó y corrigió Berganza.
El encuentro con periodistas, casi todos habituales, acérrimos defensores del género patrio y la música española, sus compositores y representantes en el mundo y en España.
Distendida, risueña, con gafas oscuras para ocultar un problema ocular pasajero, Teresa recordó sus años de batalla, con sus 3 hijos detrás por las salas del mundo y "todo lo que encontrara en casa, porque yo soy muy gitana, me los llevaba a todos", explicó.
Recordó con mucho afecto su encuentro con María Callas, a la que situó muy lejos de la definición que se daba de ella en su tiempo de diva. Porque no lo era según la mezzosoprano, recientemente muy premiada en su país natal. Era generosa, seria en su trabajo. "Me acuerdo que una vez, tenía que bajar una escalera de 20 escalones y usaba gafas gruesas y no veía bien, así que llegaba al teatro a las 9 de la mañana y ensayaba la bajada de la escalera 20 veces, para no equivocarse y caerse".
Acompañada también de los estudiantes que están tomando con ella sus Clases Magistrales, indicó lo importante que es el legado a través de la enseñanza, el esfuerzo y el trabajo, y expresó con franqueza que no tiene intenciones de escribir sus memorias, "porque cuando uno se ha ido se ha ido y como soy creyente creo que iré a un lugar mejor".
Evocó también sus estancias como cantante en Buenos Aires, donde tiene amigos y la fantástica acústica del Teatro Colón, al que considera uno de los mejores foros líricos del mundo.
A nadie le importó que confundiera la opereta vienesa con la "alemana", "con aquellos trajes de Sissi...", porque antes de llegar al teatro de La Zarzuela su pequeño público congregado en el Ambigú, en la primera planta, estaba totalmente rendido a sus pies.
Solo le hubiera gustado cantar "Tosca" y "Traviata", papeles que no se adaptan a su color vocal y a su tesitura y comentó que "si hubiera cantado Traviata" en su día en La Scala, como le propusieron, no hubiera podido seguir cantando nada más. Es posible que ya no actúe, pero hay Teresa Berganza para mucho tiempo, esa inolvidable artista madrileña que vive en El Escorial.
Texto y foto, Alicia Perris
Información del Teatro de La Zarzuela
"Clases magistrales
Vestida básicamente de naranja, un color muy solar, alrededor de la una de la tarde, hizo su entrada en el Teatro, Teresa Berganza, fogueada en mil batallas líricas y personales, "durante décadas y décadas", como bromeó un emocionado Daniel Bianco, el director del Teatro de La Zarzuela, de origen argentino. "Bueno, no digas tantas décadas y décadas..." bromeó y corrigió Berganza.
El encuentro con periodistas, casi todos habituales, acérrimos defensores del género patrio y la música española, sus compositores y representantes en el mundo y en España.
Distendida, risueña, con gafas oscuras para ocultar un problema ocular pasajero, Teresa recordó sus años de batalla, con sus 3 hijos detrás por las salas del mundo y "todo lo que encontrara en casa, porque yo soy muy gitana, me los llevaba a todos", explicó.
Recordó con mucho afecto su encuentro con María Callas, a la que situó muy lejos de la definición que se daba de ella en su tiempo de diva. Porque no lo era según la mezzosoprano, recientemente muy premiada en su país natal. Era generosa, seria en su trabajo. "Me acuerdo que una vez, tenía que bajar una escalera de 20 escalones y usaba gafas gruesas y no veía bien, así que llegaba al teatro a las 9 de la mañana y ensayaba la bajada de la escalera 20 veces, para no equivocarse y caerse".
Acompañada también de los estudiantes que están tomando con ella sus Clases Magistrales, indicó lo importante que es el legado a través de la enseñanza, el esfuerzo y el trabajo, y expresó con franqueza que no tiene intenciones de escribir sus memorias, "porque cuando uno se ha ido se ha ido y como soy creyente creo que iré a un lugar mejor".
Evocó también sus estancias como cantante en Buenos Aires, donde tiene amigos y la fantástica acústica del Teatro Colón, al que considera uno de los mejores foros líricos del mundo.
A nadie le importó que confundiera la opereta vienesa con la "alemana", "con aquellos trajes de Sissi...", porque antes de llegar al teatro de La Zarzuela su pequeño público congregado en el Ambigú, en la primera planta, estaba totalmente rendido a sus pies.
Solo le hubiera gustado cantar "Tosca" y "Traviata", papeles que no se adaptan a su color vocal y a su tesitura y comentó que "si hubiera cantado Traviata" en su día en La Scala, como le propusieron, no hubiera podido seguir cantando nada más. Es posible que ya no actúe, pero hay Teresa Berganza para mucho tiempo, esa inolvidable artista madrileña que vive en El Escorial.
Texto y foto, Alicia Perris
Información del Teatro de La Zarzuela
"Clases magistrales
Su nombre es sinónimo de historia indispensable de la lírica. De la
de este país, de la lírica universal. Sin fronteras, más allá del tiempo y del
espacio. La mezzosoprano es cantante de referencia para sus coetáneos, para las
generaciones que le sucedieron y, cómo no, para la nueva estirpe de cantantes
que ven en ella un ejemplo absoluto a seguir. Su Carmen es la gitana cigarrera
que todos soñamos. Quién iba a decírselo aquella noche francesa de 1957, en
Aix-en-Provence, a esa jovencísima Teresa que debutaba en este sacrificado
mundo de la lírica. Fue con la ópera Così fan tutte de Mozart, en el papel de
Dorabella. Quién iba siquiera a sospechar antes de aquella luminosa velada de
música genial, que a la mañana siguiente la prensa gala titularía: “Ha nacido
la mezzosoprano del siglo”. Y luego el calor de los teatros alrededor del
mundo, los mejores compañeros de viaje, los premios -el Príncipe Asturias de
las Artes, el Nacional de Música, la Legión de Honor francesa... -, y el
público rendido durante décadas al arte de cantar.
Ahora, el Teatro de la Zarzuela -uno de sus escenarios más amados-,
los aficionados y los jóvenes cantantes, están de enhorabuena. Teresa Berganza
-una de las más grandes cantantes del siglo XX- impartirá clases magistrales
dentro del Proyecto Didáctico del coliseo de la plazuela de Jovellanos.
El día 19 de noviembre de 2018, a las 18:00 horas, se realizará una
clase abierta al público en la sala principal del Teatro de la Zarzuela".
http://teatrodelazarzuela.mcu.es/es/temporada/proyectos-didacticos-2018-2019/teresa-berganza-magistrales-2018-2019
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