La Morgan Library descubre en una
muestra el manuscrito inédito de Saint-Exupéry, que escribió su libro más
famoso entre Manhattan y Long Island
MARÍA RAMÍREZ Corresponsal Nueva York
A las siete de la mañana de un día de la primavera
de 1943, Antoine de Saint-Exupéry se presentó en el apartamento de Park Avenue
de su amante, Silvia Hamilton. Apareció con su uniforme militar justo antes de
dejar Nueva York para unirse a las fuerzas aliadas en Argel. "Me voy y me
gustaría tener algo maravilloso que darte, pero esto es todo lo que
tengo", anunció mientras tiraba en la mesa de la entrada una bolsa
arrugada de papel.
Dentro de la bolsa estaban el manuscrito y los
dibujos originales de El principito, escrito en parte en esa casa
y con la inspiración de sus habitantes. Silvia había pronunciado frases que
diría el zorro en la ficción y su perro había hecho de modelo para los dibujos
de la oveja. El hijo de Silvia, Stephen (hoy juez federal), fue el primer niño
que tuvo El principito en sus manos.
Aún faltaban unos días para la primera edición,
que fue en Nueva York, donde la editorial Reynal & Hitchcock lo sacó en
inglés y en francés. Saint-Exupéry nunca llegaría a ver su libro
publicado en Francia, tres años después. El autor no sólo escribió y
publicó su historia en Nueva York, sino que allí encontró a los benefactores
que le animaron a crearla.
"Pocos saben que esta gran obra de la
literatura francesa, de la literatura universal, nació en Nueva York. El
principito es realmente una historia de Nueva York", explica
Christine Nelson, comisaria de la nueva exposición en la Morgan Library con el
manuscrito y los esbozos originales que Saint-Exupéry confió a su amiga Silvia
hace siete décadas (en 1968, ella los vendió al museo) y cuya mayoría no se
habían mostrado al público hasta ahora. También está en la muestra el único
dibujo que Silvia guardó para su nieto: el borrador de una de las escenas más
tristes, cuando el protagonista contempla 44 veces seguidas la puesta de sol
moviendo la silla en su pequeño planeta solitario.
En la Nochevieja de 1940, Saint-Exupéry llegó a
Nueva York en barco desde Lisboa huyendo de la invasión alemana de Francia.
Planeaba estar unas pocas semanas, pero se quedó más de dos años, fructíferos y
difíciles. Se apuntó a clases de inglés, pero nunca logró hablarlo. Encajaba
poco en la dividida comunidad francesa. Y su mujer y musa, la
caprichosa Consuelo, lo atormentaba con sus escapadas nocturnas. Aun así,
encontró un círculo de franco-parlantes que lo jaleaba, recibió un premio
literario nada más llegar y produjo sus grandes éxitos. Escribió El
principito gracias a los ánimos de sus entusiastas protectoras,
Elizabeth Reynal y Peggy Hitchcock, casadas con los futuros editores del libro.
Un niño
parecido a él.
A Saint-Exupéry le encantaba garabatear y durante
años repitió una figura en los márgenes de sus libros o sus cartas: un niño que
al principio se parecía a él, con poco pelo y pajarita. Reynal había visto el
esbozo y sugirió convertirlo en el héroe de un libro infantil: quería saber más
de ese petit bonhomme. Empujado por ella y su marido, Saint-Exupéry
compró un cuaderno de papel cebolla y unas acuarelas en una droguería de la
Octava Avenida y se puso a trabajar en su nueva historia por toda la ciudad.
En el rascacielos de Central Park West donde vivió, en la mansión que alquiló
en Long Island a regañadientes un verano, en el estudio de un amigo en la calle
52 y en el apartamento de Silvia.
"Pese a su fama de distraído, era un artista
meticuloso", cuenta Nelson. Trabajaba sin parar. Llamaba de madrugada a
amigos en París o en California para leerles los últimos párrafos. Escribía y
revisaba rodeado de pilas de papeles, siempre con una taza de café o té al lado
y con un pitillo en la boca. La Morgan Library ha conservado las manchas de
café en los originales y muestra un dibujo con una quemadura de cigarrillo. También
ha incluido un boceto arrugado, rescatado de la basura cuando el autor ya lo
había desechado.
"El hecho de que fuera tirado y luego recuperado
es un recordatorio de que, por mucho que esta muestra nos acerque a la
creación, hay tanto que no sabemos... Cuántas páginas fueron tiradas y no
recuperadas... El proceso creativo sucedió durante meses por toda la ciudad.
Tenemos el privilegio de tener estos documentos, pero ésta no es toda la
historia", explica Nelson.
En la exposición se pueden ver dibujos que nunca
aparecieron en el libro, la mayoría de episodios en la Tierra, que el autor
consideró "demasiados". También pasajes que el escritor borró
o cambió, por ejemplo las seis referencias que había a Nueva York. "Si
construyeras un edificio enorme de 50 pisos (como el Rockefeller Center) que
cubriera todo Manhattan, y si toda la humanidad estuviera en él... ¡podrías
albergar a todo el mundo en Manhattan!", escribió. En otra versión
inédita, imaginó a las 2.000 millones de personas de la población mundial de
entonces metidas en Long Island. Al final, en el libro, la humanidad acabó en
un islote del Pacífico.
NY hasta el
final
Cuando dejó Nueva York, Saint-Exupéry se llevó un
ejemplar de El principito en francés que enseñaba a menudo a
sus compañeros de guerra en Argel. Lo prestaba con la condición de que
se lo devolvieran en 24 horas y con comentarios. Tenía siempre el
libro en mente y reclamaba información a su editorial neoyorquina. En otoño de
1943, recibió las buenas críticas y los primeros datos de ventas: 30.000
ejemplares en inglés y 7.000 en francés, unas cifras modestas para él. Quería
publicar su libro en Francia, pero no vivió suficiente para verlo. El
31 de julio de 1944 despegó de Córcega para una misión de vigilancia y
desapareció. Nueva York lo acompañó hasta la muerte. En la Morgan
Library está ahora el brazalete que llevaba el piloto y que fue encontrado en
1998 por un pescador cerca de los restos del avión. La pulsera plateada
tiene grabado el nombre de Saint-Exupéry, el de Consuelo, y su última
dirección conocida, la de su editor: "Reynal & Hitchcock, 386 Fourth
Avenue, NYC, USA". / MARÍA RAMÍREZ
http://www.elmundo.es/cultura/2014/01/26/52e507a8268e3ec9108b456b.html
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