El museo Thyssen acoge la
primera exposición consagrada al artista en España en 30 años
La muestra se centra en los
paisajes y bodegones del impresionista
Iker Seisdedos / Ángeles García Madrid
Uno de los diálogos entre paisaje y naturaleza
muerta propuestos: 'La montaña Sainte-Victoire' (1904, a la izquierda) y
'Naturaleza muerta con flores y frutas' (1890). / LUIS SEVILLANO
¿Recuerdan Manhattan,
la película? Aquella secuencia en la que Woody Allen tumbado en un
sofá repasa dictáfono en mano las cosas que hacen que la vida merezca la pena…
El Museo Thyssen acogerá desde la semana próxima algunas de esas “increíbles
manzanas y peras de Cézanne”,
incluidas junto a Potato head
blues,de Louis Armstrong, o Marlon Brando en una lista que acaba en
revelación: lo que realmente echa en falta el personaje de Allen es el “rostro
de Tracy”, su novia, tan joven y tan madura. Al genio impresionista francés
también se le extrañaba en Madrid; hace 30 años de la última exposición
dedicada a su obra en la ciudad. Pero si entonces, 1984 en el Museo Español
de Arte Contemporáneo, precursor del Reina, se presentó su
legado con la ambición de la antológica, esta vez la propuesta del
comisario, Guillermo Solana, director artístico de la fundación, es más
reflexiva.
Dicho de otro modo: no esperen
jugadores de cartas, arlequines, ni muchos retratos psicológicos de hombres
barbudos y familiares y sí, en cambio, una interesante hipótesis sobre por qué
en Paul Cézanne (1839-1906) el trabajo al aire libre y el de estudio son en
realidad dos caras de la misma paleta. También, las razones por las que sus
paisajes se comportan como naturalezas muertas y viceversa.
Solana parte, ya desde el título de la
muestra, Site / non-site (hasta el 18 de mayo), de un
análisis del creador de land art Robert Smithson, célebre por su Spiral
jetty, monumental intervención en Utah: si el cubismo se apropió
de Cézanne, a quien las enciclopedias colocan en la génesis de la vanguardia,
no fue sino debido a un interesado malentendido. Smithson habla, con el
asentimiento de Solana, de una “motivación del pintor por ir al sitio”, de
salir del estudio y sentir el paisaje como algo físico, hasta el punto de
fundir, una vez de vuelta a casa, el arte del bodegón con el de la pintura al
aire libre. “Quisieron vendérnoslo como un artista cerebral cuando en el fondo
se trataba de un convencido ecologista”, explica el comisario, que ha aplicado
las enseñanzas de su sujeto expositivo: Solana viajó a
la Provenza, donde Cézanne nació como el hijo de un sombrerero
acomodado, y adonde Cézanne volvió cuando ya tuvo suficiente de París.
El comisario, émulo tanto de John Rewald, académico estadounidense que
luchó a mitad del siglo pasado por la conservación del taller del genio, como
de los esforzados fotógrafos de suvenires que encapsulan los paisajes de sus
pinturas en conveniente formato de postal o taza, se trajo una serie de
imágenes de los lugares en los que el pintor impetuoso forjó su leyenda de
creador impaciente, tal y como la describió el marchante Ambroise Vollard. Muchas
58 pinturas expuestas están (o parecen estar) sin terminar, quién sabe si por
pura inseguridad o por un plan maestro de modernidad, y casi todas lucen sin
firma.
Una de ellas, el retrato de un campesino sin rostro definido, propiedad de la colección
Thyssen-Bornemisza, da la bienvenida a la muestra y fija algunas de
sus intenciones, explicadas con detenimiento en el catálogo, firmado por
Solana. El hombre sin cara (¿quizá un autorretrato?) se coloca en la terraza
del último estudio de Cézanne, en el filo que separa el interior del atelier
del exterior, el laboratorio artístico de la vida real. A partir de ahí, el
recorrido se mueve entre uno y otro espacio, dos estados mentales que confluyen
al final en lo que Solana define como “el corazón de la exposición”, las dos
últimas partes de las cinco en las que se divide esta: El fantasma de
Sainte-Victoire y Juego de construcciones.
Antes, se propone al espectador quedarse por un momento en La curva
del camino, sección que se detiene en la parte de la producción del pintor
más relacionada con su condición de caminante (y aquí, Solana vuelve a
coquetear con el land art, en este caso el de Richard Long, que elevó el
paseo a la categoría artística). Una mirada furtiva a los bañistas, obsesión
íntima de Cézanne, y a sus paisajes arbóreos, que, bien mirados, vienen a ser
la misma cosa, funciona como una invitación para echar a andar por sus lugares
biográficos: la casa campestre Jas de Bouffan, la ventana al golfo de Marsella
desde L’Estaque, el mito de la montaña de Sainte-Victorie, cuyos pliegues se
escarpan como los de los manteles que acompañan a los célebres bodegones de
peras y manzanas, y el pueblo de Gardanne. El genio dotó a la localidad de una
verticalidad irreal que acabaría siendo premonitoria: en las vistas llegadas
desde el Metropolitan y el Museo de Brooklyn se
puede fijar el nacimiento del cubismo, como vienen a demostrar las piezas de
autores como Derain, Braque, Dufy y Lhote, que acompañan a estas y sirven de
cierre al recorrido.
Para el conjunto, Solana ha contado con préstamos de 17 países, de
Estados Unidos a Japón, de Alemania a Suiza. En la lista llama la atención, eso
sí, una ausencia, la del Museo de Orsay
de París. ¿Se debe esta a la asociación del centro parisiense con la
Fundación
Mapfre, competidora del Thyssen últimamente por el trono del templo
madrileño del impresionismo? “No. Pedimos tres obras en concreto, no nos valía
cualquier cézanne, pero nos dijeron que las tenían comprometidas, es
natural, explotan bastante su colección y esta muestra no se preparó con
demasiado tiempo de antelación, solo año y medio”, explica el comisario antes
de compartir su personal top five, por aquello de terminar como se ha
empezado, con una lista: Ladera en Provenza (de la National Gallery), Curva
en lo alto del Chemin des Lauves (Fundación Beyeler), la pareja formada por
La montaña Sainte-Victoire y Naturaleza muerta con flores y frutas
(llegadas de Cleveland y Berlín) y Casa en Provenza, obra maestra del
museo de Indianápolis.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/01/31/actualidad/1391188595_407470.html
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