Jueves 6 de febrero, 2014. Selección de canciones para
barítono y orquesta de cuerdas.
Programa
Arnold Schönberg (1874-1971)
Verklärte Nacht, op. 4 para orquesta de cuerdas
Johannes Brahms (1833-1897)
Cuatro canciones serias, op. 121 (nuevo arreglo para barítono y orquesta cuerdas de David Matthews) (estreno)
Samuel Barber (1910-1981)
Dover Beach, op. 3 (nuevo arreglo para barítono y orquesta cuerdas de Marijn van Prooijen) (estreno)
Hugo Wolf (1860-1903)
Serenata italiana en Sol para cuarteto de cuerda (arreglo para orquesta de cuerdas de Marijn van Prooijen)
Fußreise (orquestación de David Matthews)
Auf einer Wanderung (orquestación de David Matthews)
Franz Schubert (1797-1828)
Memnon D 541, op. 6, nº 1 (orquestación de David Matthews)
Geheimes D 719 op. 14, nº 2 (orquestación de David Matthews)
En la cuarta Noche del Real, esta orquesta
cosmopolita fue fundada en 1988 y a partir de ese momento ha organizado giras
por Estados Unidos, China y Australia. Tiene un repertorio que incluye obras
más clásicas y tradicionales, así como otras claramente innovadoras
pertenecientes a compositores como HK Gruber, Michel von der Aa, Tigran
Mansurian y Peteris Vasks y un barítono famoso, Thomas Hampson.
Su concertino y
directora, Candida Thompson, no podría estar más en consonancia con el barítono
de Washington, uno de los intérpretes más respetados y aclamados del momento.
Hampson destaca sobre todo en el terreno del lied, sin descuidar grandes roles operísticos
como Wozzeck, Simon Boccanegra, Traviata o Arabella.
Dividido en dos partes, el concierto comenzó
poniendo de manifiesto la maestría de Candida Thompson y su grupo para una
Verklärte Nacht, op. 4 de Arnold Schönberg que sonó de maravilla.
El cantante comenzó su actuación con las Vier
ernste Gesänge (cuatro cantos serios), op. 121, la última producción de Brahms.
Compuesta solo un año antes de su muerte, son canciones religiosas, de un
profundo misticismo luterano, de recogimiento y oración. David Matthews llevó a
cabo este arreglo para barítono y orquesta de cuerda, así como también las
canciones de Schubert y Wolf que dan por terminado el programa. Se abre la
segunda parte con Dover Beach (Playa de Dover), de Samuel Barber. Continúa el
pesimismo y la amargura de las anteriores Vier Gesänge, por lo que fue una
sorpresa agradable ver cómo cambiaba el tono del recital, para hacerlo más
festivo y menos serio.
Con sus aires napolitanos, la Italianische Serenade de Wolf aportó frescura y alegría a un público que comenzó a disfrutar con el crescendo emocional de la velada. El Fussreise fue divertido, aunque menos que el ofreció Hampson como la cuarta de las propinas con las luces ya encendidas del teatro, para unos melómanos que no se resignaban a abandonar la sala.
Con sus aires napolitanos, la Italianische Serenade de Wolf aportó frescura y alegría a un público que comenzó a disfrutar con el crescendo emocional de la velada. El Fussreise fue divertido, aunque menos que el ofreció Hampson como la cuarta de las propinas con las luces ya encendidas del teatro, para unos melómanos que no se resignaban a abandonar la sala.
Redondearon un
programa Schubert y Hugo Wolf que parecía pensado ad hoc para la Amsterdam
Sinfonietta, su versátil y emotiva directora y un barítono que parece estar
gozando de una espléndida madurez. Además tiene una gratísima presencia escénica,
un poco a la manera de la seducción de los galanes del cine de los 50.
Imprescindible.
Hampson no solo canta con un gusto exquisito,
una voz llena y bien centrada que le resuena en todos los espacios corporales. Dirige
también la orquesta con entusiasmo, haciendo la competencia a su colega
Thompson y además actúa, se mimetiza en el cazador de “ratones y niños y
enamora jovencitas antes de partir de la ciudad”.
Los intérpretes de esta Noche del Real
recogieron nutridos aplausos en un festival de sensaciones y optimismo. Mereció
la pena. De verdad.
Alicia Perris
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