Nuevos
horizontes para la lírica
La opereta 'Cendrillon'
inaugura con éxito en la Fundación Juan March un ciclo dedicado al teatro
musical de cámara
Juan Ángel Vela
del Campo Madrid
Una de las intérpretes de Cendrillon, en la
representación del miércoles. / Claudio Alvarez
En la imaginativa programación musical de la Fundación Juan March se
ha abierto un hueco a partir de esta semana para la ópera de cámara. Buena
noticia. Más aún sabiendo el rigor y la metodología con las que afrontan sus
propuestas culturales en la institución de la calle Castelló. La opereta de salón
elegida para iniciar este nuevo reto es la versión del cuento La Cenicienta,
de Charles Perrault, que adaptó y puso en música Pauline Viardot, hija del
legendario Manuel García y hermana de María Malibrán. La obra se estrenó en los
salones de la cantante de ópera Mathilde das Nogueiras en París en 1904. Los
textos de la versión que se ofrece hasta mañana en la sala principal de la
Fundación March están traducidos al español, mientras el canto se mantiene en
francés. La opereta, como decía un espectador a la salida, “es lo que es”, pero
está interpretada con frescura, gracias a un reparto vocal y teatral muy
equilibrado en el que sobresalen, entre otros, Sonia de Munck, María Rey-Joly y
Pablo García-López. La escena está llevada con habilidad por Tomás Muñoz y al
piano, tal y como está escrita en la versión original, acompaña con naturalidad
Aurelio Viribay.
De Pauline Viardot. Con María Rey-Joly, José Manuel Montero, José
Antonio Carril, Pablo García-López, Sonia de Munck, Marta Knorr y Mecedes
Lario. Piano: Aurelio Viribay. Escena. Tomás Muñoz. Fundación Juan March.
Días 12, 14 y 15 de febrero.
La representación se ve con simpatía. Coincide su programación con La
Cenerentola más famosa, la de Rossini, justamente estos días en el teatro
Maestranza de Sevilla. Sería improcedente entrar en un inútil juego de
comparaciones, pero sí es interesante subrayar la pervivencia con el paso del
tiempo del cuento de Perrault como motivo de inspiración lírico-musical. En su
extraordinario programa de mano, la Fundación March enumera las diferentes
versiones musicales de esta historia y también, cómo no, el texto de la que
ahora se representa. Es de agradecer. Hay teatros de ópera a los que parece
interesarles más la reproducción de las listas de patrocinadores y comités de
apoyo que la información musical. No se conocen los próximos pasos de esta
alentadora experiencia de la Fundación Juan March. La búsqueda de nuevos
horizontes artísticos siempre es positiva. Dada su experiencia en actividades
afines, no es demasiado utópico alimentar motivos para el optimismo.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/02/13/madrid/1392313896_787060.html
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