PONTORMO. DIBUJOS
Del 12 de febrero al 11 de mayo de 2014 podrá visitarse, en las salas de exposiciones de FUNDACIÓN MAPFRE (Paseo de Recoletos, 23, 28004, Madrid), una exposición sobre los dibujos de Jacopo Carucci (1494-1557) conocido en la Historia del Arte como PONTORMO, y considerado como uno de los grandes representantes del Manierismo.
La muestra presentará una cuidada selección de 69 dibujos, procedentes en su mayoría de la Galleria degli Uffizi de Florencia, pero, también de otros prestigiosos museos europeos, como la Staatliche Graphische Sammlung de Múnich o la Albertina de Viena, y que recorren todas las etapas vitales de Pontormo y todos los medios gráficos utilizados por él.
De forma excepcional, junto con el corpus de dibujos se presenta, por primera vez fuera de Italia, el Diario de Pontormo, conservado en la Biblioteca Nazionale Centrale de Florencia. En esta obra, el artista redacta y esboza pequeños dibujos, durante los dos últimos años de su vida, sobre sus obsesiones, sus rutinas, y su deseo de encerrarse a dibujar, convirtiéndose en testimonio del mito de Pontormo como artista maldito.
SOBRE LA EXPOSICIÓN
Pontormo es uno de los artistas más extraordinarios y extravagantes que nos ha legado la historia del arte. Su personalidad obsesiva, ciclotímica y neurótica, descrita ya por Vasari, contribuyó desde su propia época a construir a su alrededor un aura de artista maldito.
Respecto a su técnica, Pontormo utiliza fundamentalmente el lápiz negro y
el lápiz rojo, casi siempre con tiza blanca; también experimenta con la pluma,
el bistre y la aguada, y, para sus dibujos más acabados, utiliza
preferentemente la sanguina.
La formación de
Pontormo junto a los grandes maestros del Renacimiento italiano le permite
experimentar con las diferentes maneras de dibujar. Su primera formación junto
con Leonardo da Vinci le enseña a apreciar el dibujo como un ejercicio de
creación privada, en el que el artista podía expresarse con mayor libertad. Su
contacto y empatía posterior con Piero di Cosimo favorecerán en el artista los
ejercicios de imaginación y fantasía. De forma paralela a su contacto con el
dibujo de sus maestros, Pontormo conoce, durante su etapa en la Cartuja del
Galluzzo, las estampas de Alberto Durero, ya descubiertas por su amigo Rosso
Fiorentino, por lo que la influencia del maestro alemán se percibirá también en
sus estudios preparativos para La Crucifixión. Posteriormente, será
Andrea del Sarto el que más influye en su obra, y con el que comparte sus
primeros encargos públicos de importancia. Durante su última etapa, y en
relación con los trabajos para la Iglesia de San Lorenzo, Pontormo asimila, a
través del dibujo, una monumental espiritualidad miguelangelesca. La exposición presenta dibujos de todas las etapas del artista, desde sus trabajos de aprendizaje en torno a Poggio a Caiano (1519-1521), hasta sus últimas obras para la Iglesia de San Lorenzo en Florencia (1545-1556). Entre ambos extremos, destacan los dibujos preparatorios para las obras de la Cartuja del Galluzzo (1522-1525) y sus trabajos en torno a la Capilla Capponi, en la Iglesia de Santa Felicita (1526-1530).
PICASSO. EN EL
TALLER
Del 12 de febrero al 11 de mayo de
2014 podrá visitarse, en las salas de exposiciones de FUNDACIÓN MAPFRE (Paseo
de Recoletos, 23, 28004, Madrid), la muestra PICASSO. EN EL TALLER, que recorre la obra de Picasso a través de
los distintos estudios en los que trabajó y vivió.
La exposición reúne cerca de 80
lienzos, 60 dibujos y grabados, 20 fotografías y más de una decena de paletas
del artista que permiten apreciar cómo el taller de Picasso se convierte en el
centro sobre el que gravita toda su creación, el lugar en el que se entrelaza
su arte y su vida.Picasso. En el taller reúne obras de en torno a 30 prestigiosas colecciones públicas y privadas. Una parte importante de la muestra procede de colecciones particulares, que se han mostrado en muy pocas ocasiones al público, por lo que constituye una oportunidad única para apreciarlas. De forma paralela, la exposición ha contado con el apoyo de importantes museos internacionales y nacionales, entre los que cabe destacar Philadelphia Museum of Art, Cleveland Museum of Art, Indiana University Art Museum, Phillips Collection de Washington, Centre Georges Pompidou de París, Tate de Londres, Israel Museum de Jerusalén, Bridgestone Art Museum de Tokyo, National Museum of Modern Art, de Kyoto, Pushkin State Museum of Fine Arts de Moscú, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid o el Museu Picasso de Barcelona.
La muestra se inicia con el famoso Autorretrato con paleta, de 1906 (Philadelphia Museum of Art), y concluye con el también autorretrato Hombre en el taburete, de 1969, presentado por única vez en la primera exposición del Palais des Papes de Avignon en 1970. Entre ambas obras, en las que Picasso se autorrepresenta como pintor, mirando fijamente al espectador, transcurren más de 60 años de su vida artística, en los que el artista trabaja en diferentes estudios en el Bateau Lavoir, el Boulevard de Clichy, el Boulevard Raspail, La Boétie, Boisgeloup, La Californie y, finalmente, Mougins… En todos ellos, el taller se convierte, a la vez, en espacio de experimentación y motor de reflexión sobre el ritual y el trabajo del artista en la tradición pictórica. Sus talleres se convierten en “paisajes interiores” – tal como él mismo los llamaba – en recintos sagrados, que representan la crónica de las variaciones estilísticas e iconográficas de Picasso.
El taller: espacio de experimentación
A partir de los años de 1920, el tema del taller se convierte en el centro de la creación artística de Picasso. Los bodegones se ofrecen al exterior, como un nexo de unión entre el taller y el paisaje, que se deja ver a través de la ventana que enmarca la composición. Este paisaje, de luz clara y mediterránea, se convierte en un contrapunto clasicista a las anteriores naturalezas muertas, realizadas con arena y óleo, y con una fuerte carga de experimentación plástica. Velador delante de un balcón (1919) es un ejemplo de como el cubismo da paso al clasicismo, estilos que Picasso utilizará indistintamente a partir de este momento.
La modelo en el taller: entre el clasicismo y el surrealismo
La vuelta al clasicismo de Picasso tiene lugar en torno a los años veinte, tras el viaje que hace a Italia para realizar los decorados del Ballet Parade junto a Dhiagilev. El taller se convierte en el laboratorio en el que Picasso busca nuevas fórmulas que sintonicen sus experimentaciones cubistas con el clasicismo de los últimos años y las nuevas actitudes que el surrealismo le sugiere.
Las metamorfosis en tiempos de guerra
Los cráneos y las cabezas de toro vuelven a hacer su aparición en las naturalezas muertas que realiza durante el período de la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial. El ánimo del pintor se deja entrever a través de las vanitas, de amplia tradición española, recordando en su hacer a maestros como Zurbarán o Sánchez Cotán, pero también a través del cuerpo de las mujeres desencajadas, como Mujer en un sillón rojo (1939). Estas obras se presentan como contraposición a los aspectos positivos y gozosos de las obras en torno a Marie Thérèse, y a la placidez de muchos de los dibujos y óleos que realiza a partir de los años cincuenta.
La vuelta al Mediterráneo: parodia del arte
A finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta, Picasso pasa los veranos en la Costa Azul. En 1949 compra varios locales en Vallauris y en 1955 adquiere la villa La Californie, en Cannes. En 1958 compra el château de Vauvenargues en Aix-en-Provence y en 1961 se traslada a Mougins, donde fallecerá en 1973. Durante estos años la luz y el color del Mediterráneo se hacen cada vez más presentes en su obra.
En Vallauris Picasso se dedica a modelar. La cerámica y muchas de las figuras de este período expresan alegría y felicidad, reflejan el amor por la naturaleza, el mar, la playa, el aire, la arena.
De forma paralela realiza obras completamente distintas, irónicas y amenazadoras. En 1953, tras su separación de Françoise Gilot, Picasso realiza una serie de ciento ochenta dibujos dedicados al tema del taller y la modelo. Esta Suite, publicada por Michel Leiris bajo el título “Picasso y la comedia humana” recrea de modo casi obsesivo la relación entre el artista y la modelo y, por extensión, la del artista con su creación, con la pintura. El pintor ya no es aquel escultor de la Suite Vollard que se solaza y ríe; la vejez ha hecho su aparición y la reflexión sobre el paso del tiempo es un motivo más en las obras de este período.
Así lo veremos también en el pintor que aparece en las obras realizadas en la planta baja de La Californie, la villa que compartiría con Jacqueline Roque, nueva modelo y protagonista de muchos de sus lienzos. En 1957 Picasso acondiciona otro taller en el segundo piso de La Californie, en una habitación que da sobre la bahía de Cannes y, una vez más, vuelve su mirada hacia los grandes maestros, hacia Velázquez, y realiza un obsesivo e intenso ejercicio analítico en torno a las Meninas.
El pintor y la modelo – 1961-1972
El tema del pintor y la modelo vuelve en los años de 1960 de manera muy intensa. En
el taller se producen todas las variaciones sobre este tema, conteniendo
siempre sus elementos fundamentales: la paleta, la modelo, un cortinón que
enmarca el espacio, y, por supuesto, el pintor, que es el propio Picasso. A lo
largo de toda su trayectoria, el artista ha ido identificándose con muchos de
los personajes que representa en sus obras. El escultor de la Suite Vollard, el minotauro, el bufón… El
voyeur es ahora un pintor viejo y la
modelo se ha convertido en un “monstruo”. El tiempo ha hecho su trabajo y la
mirada se ha convertido en testimonio de ese tiempo.
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