El director más 'freak', una
estrella en los Oscar gracias a 'Her', firma una hipnótica radiografía del amor
en tiempos cibernéticos.
Joaquin Phoenix, en una escena de 'Her' WARNER BROS
LUIS MARTÍNEZ Madrid
Entrevistar a Spike Jonze (Rockville,
Maryland, 1969) es como atrapar un pez untado en mantequilla en un estanque de
aceite. Esquivo. Tal vez sólo escurridizo. Cuesta trabajo y, pasado un rato, no
está claro quién está pescando a quién. Y por qué. ¿Alguien ha traído una caña?
"¿Es necesario lo de la grabadora?", pregunta. Y ante la cara de
asombro del que tiene en frente, se responde él mismo: "Bien, lo entiendo.
La verdad, me cuesta todo esto. En realidad, yo llevo una vida muy normal, me
dedico a hacer mis cosas y, de tanto en tanto, un grupo de gente se sienta
delante de mí a hacerme preguntas sobre lo que he hecho. No lo entiendo. Lo
hecho, hecho está. Por más que me pregunten, ya no tiene remedio", dice y
sonríe.
"¿Realmente cree que mi película trata de un
hombre enamorado de una máquina?", pregunta el entrevistado. "Bueno,
eso dice el argumento", responde el entrevistador. "Tendré que
revisar el argumento entonces", concluye el director. Y así. Jonze se
niega a creer que su película quepa en un párrafo; Jonze rechaza que se trate
de ciencia ficción, y, por supuesto, Jonze recibe con un gesto del revés
cualquier pregunta por el Oscar al que está nominado como
mejor película del año, guión y tres categorías más, incluida la banda sonora y
la canción 'Moon song', de Karen O y letra de él mismo. "Es excitante y,
desde luego, una sorpresa", comenta protocolario. Y se calla.
- Además, es actor en otra de las películas
candidatas: 'El lobo de Wall Street', de Martin Scorsese...
- Eso sí que es una de la mejores y más divertidas
casualidades del año. Acabé ahí porque las dos películas comparten directora de
cásting. Ver a Martin Scorsese y a Leonardo DiCaprio trabajar
juntos es una auténtica lección de cine.
Y apenas acaba la frase, vuelta a las andadas.
"Si creyera que hiciera falta explicar la película, no la habría
hecho". Sea como sea, lo que queda es una de las cintas más originales y
brillantes del año. Y no tanto por el envoltorio retrofuturista (que también)
como por el titánico esfuerzo cinematográfico de recorrer una historia de amor,
desde el entusiasmo inicial hasta el agostamiento último, en el rostro detenido
de su protagonista Joaquin Phoenix. Su réplica es, ya se ha dicho,
el sonido lejano (o no tanto) de una voz. No hay más. Una voz que se perderá
irremediablemente en el doblaje. "Sólo la voz habría merecido estar en los
Oscar", comenta.
- Le hemos visto meter a un hombre dentro de otro
hombre ('Cómo ser John Malkovich'), crear unos monstruos gigantes en el
interior de un crío ('Donde viven los monstruos') e imaginar una historia de
amor entre robots ('I'm here'). Ahora, escribe para una actriz que no se ve...
- Trabajo con ideas que me excitan. No es mi
intención ser el más raro de todos ni complicarme la vida de forma gratuita.
Simplemente, sólo veo interesantes las ideas que suponen un reto para mí. Es
decir, como cualquiera que se dedique a esto.
Cuenta que le dolió sustituir la voz de Samantha
Morton por la deScarlett Johansson (la primera inició un trabajo
hasta que fue reemplazada por la segunda). "Fue la decisión más dolorosa
que he tomado nunca en una película, pero...". Y en los puntos suspensivos
deja una explicación que no llega. También relata que el proceso de montaje fue
una locura eterna que le obligó a pedir ayuda al también director y amigo
Steven Soderbergh. Y, por supuesto, no deja de entretenerse unos minutos en
recordar el camino hasta llegar a una música firmada por Will Butler (Arcade
Fire) y Owen Pallett a la vez "simple y poderosa; nada intelectual"
que figura entre las posibilidades de Oscar. Y mientras habla, pide disculpas:
"Seguro que ya ha leído todo esto en mil entrevistas. Qué raro se hace
repetir todo todos los días".
- Recientemente, el cine no para de ofrecer
historias de hombres y mujeres solos. 'Gravity' o 'Cuando todo está perdido' no
parecen muy lejos de la suya. ¿Es la soledad el gran tema de hoy?
- ¿Lo dice porque la tecnología parece que nos
tiene siempre en contacto unos con otros y, en realidad, no es así?
Sinceramente, no lo creo. No siento que el problema sea ahora más grave que
antes. La soledad es probablemente el gran tema de siempre, del cine, de la
literatura, del arte, de la vida.
Y llegados a este punto, la tecnología. La última
frontera. Spike Jonze,Michel Gondry, Jonathan Glazer y Chris Cunnigham,
juntos o por separado, solos o en compañía de otros, revolucionaron el arte del
videclip y de paso provocaron el cortocircuito que el cine necesitaba para
sacudirse el polvo triste de la academia. Todos ellos empezaron en analógico y
ahora, cada uno a su manera, ofrece en su trabajo una reflexión constante
sobre, precisamente, la tecnología. El caso extremo, obviamente, es 'Her'. ¿Ha
cambiado tanto el mundo desde sus primeros pasos? "Cuando yo empecé, las
subculturas como el 'skate' o la música punk sólo interesaban a los que estaban
dentro. De repente, empezaron a interesar a todo el mundo. Ése es el principal
cambio". ¿Y la transformación digital? "Sinceramente, en lo que
refiere al proceso creativo, creo que nada ha cambiado. La tecnología no te
hace más creativo. Ahora, ganas un poco más de tiempo porque todo va más rápido
y es más cómodo, pero lo fundamental es siempre lo mismo... Pese a lo que diga
el argumento de mi película, el amor es siempre el mismo. Aunque cambie lo que
le rodea... ¿De verdad cree que mi película trata sobre el futuro?". Pues
eso.
El director más peculiar (o uno de ellos) que ha
dado Hollywood y alrededores se encuentra en Madrid por culpa de 'Her',
su última película que se estrena este viernes. Protagonizada por Joaquin
Phoenix y la voz, que no el cuerpo, de Scarlett Johansson, la cinta quiere
contar una historia de amor. "No hay más. La idea original era contar cómo
evoluciona una relación entre dos personas. El modo, la situación, el tiempo en
el que transcurre... Todo es accidental", dice para evitar quizá que la
entrevista siga adelante.
Situémonos, toda la historia transcurre en un
futuro extraño de edificios perfectos, atardeceres eternos y calles sin coches.
En él, los ordenadores son seres cálidos, amables y sin teclas. Hablan y su voz
arrastra las eses con un ligero roce gutural como sólo la citada Scarlett
Johansson sabe hacerlo. Pues bien, allí, un hombre que se dedica
profesionalmente a escribir cartas de amor a mano (o casi)cae enamorado del
sistema operativo de su ordenador. ¿Cómo se quedan?
http://www.elmundo.es/cultura/2014/02/18/5302bae1ca4741a3718b4578.html
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