jueves, 27 de febrero de 2014

ENTREVISTA A JOHN ADAMS 'PREFIERO A HENDRIX Y COLTRANE QUE A SCHÖNBERG'

DARÍO PRIETO Madrid

Tan lejano del almíbar de John Williams como de la aridez de Pierre Boulez, John Adams (Massachusetts, 1947) es uno de los compositores vivos más importantes del mundo, autor de un lenguaje tan minimalista como complejo, tan accesible como depurado, tan popular como culto. Adams protagoniza desde este viernes la Carta Blanca que concede la Orquesta Nacional de España (ONE) en el Auditorio Nacional, donde dirigirá piezas suyas combinadas con Beethoven.
¿Cómo ve el papel de la música popular? 
Vivimos en unos momentos en los que, especialmente en EEUU, la música popular comercial es omnipresente. No puedes escapar de ella, está ahí cuando vas a hacer la compra, la escuchas en la radio, en la televisión... Es tan común como el sol o el aire que respiramos. En mi país, el pop goza en estos momentos de un enorme prestigio. Gente como Bruce Springsteen y Bob Dylan son verdaderos héroes culturales, del mismo modo que lo eran Verdi y Víctor Hugo en el siglo XIX. 
¿Podría explicarnos el repertorio que va a dirigir?
Este programa concreto tiene que ver con uno de mis últimos trabajos, Absolute Jest, que se basa en los últimos cuartetos de cuerda de Beethoven. Y aunque el sonido de esas piezas sea indefectiblemente mío, es cierto que nacen de un amor profundo y obsesivo por estos cuartetos. Así que he querido introducir esta composición con una obertura de Beethoven. La otra pieza del programa, Harmonielehre, la escribí hace 30 años y es una mezcla entre la armonía de los románticos, como Mahler y Debussy, y el minimalismo, tanto en la forma como en la técnica. Es uno de mis trabajos más conocidos, pero destacaría de él su post- modernidad, cómo mira hacia el pasado y, al mismo tiempo, tiene una visión muy contemporánea.
Su obra se caracteriza por el equilibrio entre la accesibilidad y la riqueza sonora. ¿De dónde viene esta doble dimensión?
Cuando era un joven estudiante, a finales de los 60 y principios de los 70, los modelos eran Schönberg y Boulez. Pero a mí no me interesaba aquello, prefería escuchar a Jimi Hendrix y John Coltrane. Y una de las cosas que hice fue dejar Boston, donde vivía, y mudarme a la Costa Oeste, donde actualmente sigo, porque era un lugar menos ortodoxo y porque me daba más libertad para desarrollar mi lenguaje musical. Me daba mucha pereza toda la aridez del post serialismo europeo, sobre todo porque estableció un gran cisma entre compositores y público.

Su música articuló la película italiana 'Io sono l'amore'. ¿Qué le parece el cine como medio de difusión musical?
Descubrí a Ligeti cuando tenía 18 años, por la película de Kubrick 2001. Del mismo modo, soy consciente de que mucha gente ha descubierto mi música por la banda sonora de Io sono l'amore. El problema es que los productores no son muy proclives a pagar los royalties a los compositores y, de hecho, en Hollywood prefieren utilizar a autores de segunda que imiten el estilo de aquellos con un estilo propio y lo hagan de forma mucho más barata. Aunque últimamente ya ni eso: prefieren usar consultores que eligen canciones. Así que cada vez es más raro encontrar filmes que requieran de gente como yo. Curiosamente, el mundo de los videojuegos es más permeable. Hay una saga, muy violenta pero muy popular por aquí, que se llama Borderlands, y cuya sintonía es el arranque de Harmonielehre. Aunque también meten hip hop [risas].
25 años después de su ópera 'Nixon in China', ¿cuál cree que es el papel de las dos potencias?
En algunos aspectos, EEUU está perdiendo gradualmente su influencia en el mundo en favor de China. Pero son cosas que pasan, igual que pasó a España. Pero, para mí, lo peor que está pasando en mi país es que se está volviendo una sociedad cada vez menos igualitaria y con mayores diferencias de clase, con una élite extremadamente rica de gente cada vez más joven debido al pelotazo de internet.

Philip Glass nos contaba que es muy distinto ser compositor en Europa que en EEUU. ¿Lo ve igual?
Una de las cosas positivas que está sucediendo en Europa es que la sociedad se está volviendo multicultural, como se puede ver en Londres. Esa mezcla, en la que no existen las preocupaciones por el pasado, es lo que forma el caldo de cultivo para la creación de cosas realmente excitantes. Y no estoy tan de acuerdo con la imagen de EEUU como sociedad libre, porque cada vez más y más personas se están embruteciendo con cientos de canales de televisión de auténtica basura. Pero tengo mi público, que no es tan grande como el de una rockstar [ríe], y sigo queriendo a mi país. Con el nombre tan americano que tengo, no me queda más remedio [carcajada].
http://www.elmundo.es/cultura/2014/02/19/5304150522601d1e258b4582.html

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