Alessandro Garofalo | Reuters
EDUARDO
FERNÁNDEZ Madrid
"Nápoles está de luto por la muerte de un menor asesinado por un
carabinero. Viajaba en una moto en la que iban tres. No se pararon cuando los
carabineros les dieron el alto. Una tragedia anunciada en un territorio en
guerra perpetua", describe el periodista Roberto Saviano. Su ciudad, Gomorra,
parece seguir igual, pese a los más de 10 millones de copias vendidas por el
descarnado libro que la renombró. La amenazada vida del autor sí ha cambiado.
"Y cuando el presidente del Gobierno visita Nápoles, ni una palabra sobre
la Camorra, como si no se quisiera arruinar el aire de recuperación que el
Gobierno les quiere hacer creer a toda costa a los italianos. Ahí la tienes.
Esta actitud continua de mirar para otra parte es insoportable. Y es terrible
que sólo cuando llegamos al enésimo muerto nos damos cuenta de que Nápoles e
Italia no escaparán nunca del infierno", prosigue, entrevistado por este
diario.
Del malogrado chaval de la scooter al diseño falsificado que
una actriz luce sin saberlo sobre la alfombra roja de unos premios se despliega
un entramado delictivo que este escritor se atrevió a documentar, un sistema en
el que el silencio es una de las mercancías que se dan por supuestas, hasta la
irrupción de Saviano. A falta del castigo de azufre y fuego de un dios
encolerizado -al menos mientras el Vesubio cumpla con su tregua-, Gomorra
continúa regida por sus propias leyes, de manera que el volumen de Saviano goza
de actualidad más que suficiente para mutar en serie de televisión (desde esta
semana, los lunes a las 22.30 horas en La Sexta).
Saviano prefiere no aclarar si se encuentra en Nueva York. Dejó atrás
la capital de Campania y se estableció en la clandestinidad. Ha renunciado a
ver la luz, a salir a la calle con normalidad, con tal de que sus relatos lo
hagan. Para no ocultar la verdad, que en Gomorra (2006) o CeroCeroCero
(2013) brota en descontrolada erupción, es él quien debe esconderse.
Ese último libro, sobre el imperio de la cocaína, está dedicado a sus
guardaespaldas, compañeros de Saviano durante 38.000 horas en el momento de la
publicación. "La escolta va contigo para que el peligro te sea menos
perceptible y poder trabajar con mayor tranquilidad. Una vida blindada nunca
te permitirá poder vivir tranquilamente", reconoce. "La
percepción del peligro pasados los primeros meses desaparece. En cambio (y hace
ocho años que vivo blindado), te queda la resignación de que nada cambiará,
hasta que la lucha contra las economías criminales del mundo no sea una
auténtica prioridad".
Queda la investigación, la escritura, aunque con el nuevo handicap
de la pérdida del anonimato. Hoy resulta imposible para Saviano preguntar a los
pali -o vigilantes- que cubren a una paranza -o grupo de asalto-
por el estallido de una faida -o guerra entre familias-. Un personaje
del libro Gomorra siente una "profunda conmiseración por el sufrimiento y
la soledad de un hombre obligado siempre a pensar que iban a matarlo".
Aunque hacían referencia a un mafioso, quizás esas mismas palabras puedan
aplicarse hoy día a quien las recogiera con bravura.
"Dejad pasar a la tía del héroe", escuchó en la cola de una
farmacia una familiar de Saviano, blanco de la sorna de unos vecinos. El joven
escritor, que cumple 35 años este mes, desafió una estructura perfectamente
arraigada en su Nápoles natal, la mayor organización criminal de Europa, más
sanguinaria que la mafia siciliana, la 'Ndrangheta calabresa, ETA, el IRA...
Solamente 9 de 92 ayuntamientos de la provincia de Nápoles "no han sido
nunca objeto de intervenciones, investigaciones y auditorías", indicaba
Saviano en las páginas de Gomorra, rebosantes de datos. ¿Más datos de los que
la precaución aconseja? "Los lectores aterrorizan a las organizaciones
criminales. Su atención se convierte en atención de los medios de comunicación,
que se convierte en procesos más rápidos y de mayor envergadura para las
fuerzas del orden. Esto es lo que asusta, no las palabras. Tendría que
haberlas escrito y no fomentarlas. Escribir y no ir a la televisión. Escribir y
esperar que mi libro llegase al menor número de personas posible. Pero no era
posible. No es posible. Escribir es la necesidad de comunicar. Siempre, incluso
cuando las consecuencias no se pueden calcular".
Gomorra se llevó en 2008 al teatro y al cine, a través de una película de
Matteo Garrone que ese año se llevó el Gran Premio del Jurado del Festival de
Cannes. La serie está dirigida por Stefano Sollima, también responsable de la
producción Romanzo criminale (Roma criminal), otro libro adaptado
tanto a la gran pantalla como a la pequeña. Así lo justifica Saviano: "La
forma narrativa de Gomorra, un relato real, puede llegar a ser una forma de
historias, anécdotas, detalles en los que profundizar. En la película, en la
obra teatral y en la serie se ha concentrado muchísimo material que no conseguí
incluir en Gomorra. El libro es rico en detalles, no sólo aspira a
crear un universo creíble porque es real. Ha proporcionado la base, el medio,
el marco".
Por ejemplo, una anécdota del libro tan gráfica como la ingestión de
un vaso de orina por el delfín Gennaro Marino McKay, que así demostraba
su fidelidad al boss Paolo Di Lauro, se recupera en la serie cuando Ciro
di Marzio recibe la áurea bendición de Pietro Savastano y sus riñones.
"He trabajado en cada una de las fases del guión. Soy seguidor de
las mejores series (Los Soprano, Breaking Bad, Orange is the
New Black, Los Borgia, House of Cards) y tenía muchas ganas
de ponerme a prueba con una nueva forma narrativa. Ha sido muy
estimulante", afirma.
El análisis sistémico al que aspira Saviano, también cuando ejerció de
guía en la senda de la cocaína que recorre CeroCeroCero, recuerda a la
malla de corrupción y poder que David Simon tejió en The Wire
(2002-2008). Gomorra, la serie comienza con un trayecto en coche, como
los créditos de inicio de cada capítulo de Los Soprano (1999-2007). Los
mafiosos de Nueva Jersey no están tan alejados de sus homólogos de la Vieja
Europa, cree el napolitano: "Existe más de un parecido. Lo que salta a la
vista de forma inmediata y deja mal sabor de boca es la nueva banalidad del
mal. Los mafiosos son gente común, gente como nosotros. Entre nosotros y
ellos no existe ninguna diferencia (...) Incluso en Los Soprano hay más
tensión en las escenas en las que no hay sangre. Esto es algo que tienen en
común las mafias modernas, son despiadadas, pero camaleónicas".
- ¿Por qué nos gustan las historias de mafiosos? ¿Que nos dicen de
nosotros?
- Muchas cosas. Nos plantean preguntas de las que no podemos escapar.
¿Por qué hemos hecho determinadas elecciones? ¿Por qué somos personas de bien o
por qué no nos hemos visto al otro lado? ¿Y por qué lo hace quien entra en las
organizaciones? ¿Para tener poder? ¿Dinero? ¿O porque no tiene elección?
Además, seguir las rutas del narcotráfico nos lo dice todo sobre las políticas
económicas que los países llevan a cabo. Estudiar las organizaciones criminales
deja a la vista el trabajo de los gobiernos. Con frecuencia, los jefes de
Estado hablan de recuperación económica, de salida de la crisis, pero lo hacen
sin tener un céntimo en la caja y sobre todo sabiendo que las organizaciones
criminales son las empresas más prósperas.
Italia en Gomorra, México en CeroCeroCero... La
brutalidad masculina parece asentada en sociedades matriarcales. Imma
Savastano, la mujer del jefe del clan de la serie, lo confirma. "Las
mujeres que se quedan en casa durante la detención de los hombres terminan
siendo las verdaderas cabecillas de los clanes. Esto es lo que pasa en Gomorra,
la serie", apunta el periodista.
Si un puesto de mando se quiebra, la estructura se reajusta. La
capacidad de adaptación de la Camorra se ha demostrado eficaz durante
cientos de años. Pese a alumbrar un fenómeno literario de las proporciones de Gomorra,
la influencia de Saviano encuentra topes: "A veces siento también que de
mí se esperarían algunas palabras de esperanza por Italia. Y, bueno, me
duele pensar que la única cosa que se me ocurre es: yo me he tenido que
marchar. En Italia no tengo esperanza y no sé si la hay para alguien".
- ¿Y ETA? ¿Y la actual España?
- Se equivoca quien considera que ETA es sólo una organización
terrorista; investigaciones llevadas a cabo en Italia demuestran que ETA tiene
relaciones con las organizaciones criminales que suministran armas. Podemos es
una respuesta, yo diría que una consecuencia casi natural a la mala gestión de
los últimos años.
- ¿Deberíamos empezar a preocuparnos por el desarrollo de
organizaciones criminales?
- No deberíais empezar a preocuparos; deberíais estar
aterrorizados. Las organizaciones criminales (italianas, eslavas y
sudamericanas) han encontrado en España El Dorado por la falta de instrumentos
legislativos, por la corrupción de la magistratura, por la posibilidad de
edificar en zonas enteras que quedaron bloqueadas durante el franquismo.
Gomorra puede verse en España, ahora también por televisión.
http://www.elmundo.es/television/2014/09/14/54147bf922601d4d0e8b457e.html
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