¿De otra época? No, cine de siempre
‘Azul’,
‘Blanco’ y ‘Rojo’: entre 1993 y 1994 Kieslowski plasmó y reivindicó, desde la
poesía turbadora de su trilogía, los valores del Viejo Continente
Ahora se
reestrenan a 20 años de su muerte
Krzysztof
Kieslowski murió hace 20 años. Buen pretexto para que sea rescatado
por Wanda, esa modélica distribuidora y productora española que apostó por él,
en una época en la que el europeo cine de autor (de acuerdo, hay mogollón de
autores, normalmente, invisibles e inaudibles para mi plebeyo gusto, venerados
en las academias de la impostura, de los que podría prescindir sin que mi
sensibilidad o mi sentido crítico protestaran) podía conseguir que un millón de
espectadores pasara por la taquilla para aburrirse o emocionarse con un director polaco que hablaba de las cosas más extremas y
turbadoras que les pueden ocurrir al cuerpo y al alma, de la depresión y la
misantropía, de las argucias de la supervivencia para reconquistar el amor
perdido, de la violencia más brutal, sin la menor intención de edulcorarla,
provocando el horror del mirón, de la sospecha o la convicción de que en algún
lugar del mundo todos tenemos un doble, de temas que cualquier productor
fenicio o simplemente pragmático rechazaría.
¿Cómo convencer a las nuevas generaciones, a los
voraces consumidores de imágenes que no exijan más que cinco minutos de
atención, youtuberosmilitantes, adictos exclusivos a la acción, de
que alguien con un ritmo lento para retratar los estados del ánimo, para hablar
con profundidad y estilo de seres con pasado o presente tenebrosos, que están
en el límite del dolor y con el corazón devastado, de sensaciones que exigen
tiempo, estética y rigor para ser expresadas, de los misterios que acompañan a
la naturaleza humana en circunstancias fronterizas, merezca la pena de pagar
excesivos euros para contemplar ese espectáculo intimista en una sala oscura?
¿Cómo exaltar un universo en el que las miradas, los pequeños gestos, los
balbuceos, los matices, el tempo que necesita un plano
sustituyen a la retórica, al esto es blanco o negro?
Y reponen la trilogía con la que Kieslowski se despidió del cine. También de la vida.Tuve el
privilegio de cenar con él en un festival de San Sebastian poco antes de su muerte.
Todos los comensales flipamos cuando alguien tan espiritual pidió pochas de
primer plato, de segundo y no recuerdo si de tercero. También cuando contó que
finalmente vivía en el campo, sin ningún proyecto y que pensaba íntimamente que
había desperdiciado su existencia haciendo películas, lo cual era ofensivo para
lo que habíamos realizado los demás en nuestra nada artística vida. Era sobrio,
introvertido y raro. Parecía de verdad.
Rayo de luz
En Azul me enamoré de Juliette
Binoche (ya se me ha pasado el amor ante esa actriz que solo rueda con autores,
con creadores intensos y exóticos). También del rayo de luz que inaugura la
casi imposible resurrección de una mujer que descubre después de la muerte en
accidente de su presuntamente enamorado marido y de su hija que nada era lo que
parecía, su desolación y finalmente su anhelo de verdad, aunque esta pueda ser
devastadora. Y es muy complejo el retorcido método para recuperar a su parisina
mujer de un inmigrante polaco que ha sido abandonado en medio de la ruina en Blanco.
Y a medida que envejezco me siento lamentablemente más cercano a ese juez
misántropo y desesperado que observa la miseria ajena desde su casa. Le redime
parcialmente la juventud, la inocencia y la belleza. O sea, Irene Jacob. Ocurre en Rojo.
Y recuerdo las sensaciones que me provocó ese director tan raro, personal, enigmático, hipersensible y
turbador.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/03/10/actualidad/1457639244_218213.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario