viernes, 11 de marzo de 2016

UN LUGAR PARA DISFRUTAR: VIENDO EL BALLET DE SASHA WALTZ AND GUESTS EN EL TEATRO REAL, HOY Y MAÑANA


Programa
Preludio a la siesta de un fauno
Prélude à l'après-midi d'un faune
Poema sinfónico según el texto de Stéphane Mallarmé
Música de Claude Debussy (1862-1918)

Escena de amor
Scène d'amour
Extraído de la Sinfonía dramática Roméo et Juliette, op. 17
Música de Hector Berlioz (1803-1869)

Consagración
Sacre
Escenas de una Rusia profana en dos partes
Música de Igor Stravinsky (1882-1971)

Producción de Sasha Waltz & Guests


"L'après-midi d'un faune" es una producción de Sasha Waltz & Guests coproducida por la Staatsoper im Schiller Theater. Made in Radialsystem®.
"Scène d'amour es un extracto de "Roméo et Juliette", una producción del Teatro alla Scala de Milán.
"Sacre" es una producción de Sasha Waltz & Guests coproducida por el Teatro Mariinksy de San Petersburgo y el Théâtre de la Monnaie de Bruselas. 
Made in Radialsystem®.
Sasha Waltz & Guests son apoyados por Haupstadtkulturfonds y Land Berlin.


Orquesta Titular del Teatro Real
(
Orquesta Sinfónica de Madrid)

Dirección musical:Titus Engel
Coreografía:Sasha Waltz
Escenografía:Pia Maier Schriever
Sasha Waltz
Giom/Guillaume Bruère
Figurines:Bernd Skodzig
Giom/Guillaume Bruère
Iluminación:Martin Hauk
Thilo Reuther

Sugerente in crescendo desde el Preludio a la siesta de un fauno, pasando por el Pas de deux de Romeo y Julieta de Héctor Berlioz, hasta el desenfreno orgiástico y primigenio de una versión de La Consagración de la primavera de Stravinsky que recoge e innova sobre versiones anteriores.
Curiosa forma de habitar la vida esta compañía de casi treinta componentes, donde lo más llamativo, aparte de una vocación completa orientada hacia la danza contemporánea, es la versatilidad, el trabajo de un cuerpo respetado y querido, verdadero templo de los participantes a esta fiesta.
Con los pies desnudos, los bailarines evolucionan a la griega, a la Isadora Duncan, con una agilidad, una musculación y una versatilidad, dentro de la variedad extrema de físicos, que queda muy lejos del trabajo clásico apegado  la barra.
Colorista en las pieles y en la gama de trajes, túnicas y hasta desnudo o casi, esta propuesta de un conjunto que hay quien dice viene a rellenar en Alemania y el mundo el vacío dejado por la desaparición abrupta de Pina Bausch. Pero esto es otra cosa y tiene una identidad propia.
Se rastrean nuevas sendas, aunque en esta geografía todas las narrativas, desde los comienzos  y transitando entre otros modelos inefables como el de los Ballets Rusos de Diaghilev y su estrella insuperable, Nijinsky, se recoge siempre todo lo anteriormente sembrado, aquí y allí, también en la participación de las artes visuales, en la concepción del espacio como personaje o en el disfrute sobrio y elegante de un escenario a pecho descubierto. Y por esa razón histórica, claramente diacrónica, un perfume siempre reconoscible de Maurice Béjart y los embites y braceos de un Jorge Donn en estado de gracia. Y susurros de pasos enloquecidos de Bob Fosse…


Dos infantitas, enérgicos bailarines que son sostenidos por sus compañeras, fuertes y membrudas, como de otro planeta, coexisten con figurines casi alados como la protagonista de Julieta, Lorena Justibó Manion y su partenaire, Ygal Tsur. Y en el saludo, Tsur, delante de todo el teatro,  le "sella con un beso",  como diría William, los labios a su compañera. De verdad, antológico.

Y hasta una embarazada con un vientre ostensible y evidente demostraba aquella creencia fulgurante que me hizo compartir en una tarde de entrevista, Ariel Goldenberg, el anterior director del Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid, amigo de Misha Baryshnikov y pope de todas las creaciones y talentos, enormemente añorado: todo el mundo puede bailar porque los cuerpos siempre dibujan un verdadero milagro.
Entusiasta la dirección de la orquesta del Teatro Real de Titus Engel, solícito, emotivo, pasional. No comprendo de qué frialdad hablan algunos críticos de cotidianos con solera de este foro poco cálido de la capital de España, cuando se trata de valorar y proteger el amor a una profesión como la de bailarín o el esfuerzo que conlleva prodigarse hacia afuera, hacia los otros. Es posible que de la propia, la que se desprende de tantas críticas por encargo, mecánicas, sin alicientes, escritas al desafecto del salario.



Todos recibieron merecidos aplausos, el director de orquesta, en una empatía total con los compositores y los Sasha Waltz guests y los bailarines, porque la velada de ayer fue una revelación, un descanso en el tráfago laboral de la semana, un paquebote de dicha compartida. Perdérselo sería una insensatez y estaría tal vez rayando en una forma de pecado.

Alicia Perris

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