Este francés judío universal, hijo
de padres rusos que emigraron huyendo del comunismo para encontrarse con la
estrella amarilla de los nazis y otras catástrofes, tiene ahora su película
biográfica, de la mano de Joann Sfar (1971), conocido y exitoso creador de
cómics, como el “Gato del rabino”.
Mitómano, lúdico, alcohólico y
sensual, onomatopéyico, juguetón con el lenguaje y sus dobleces, fumador
empedernido, inmenso, cardíaco terminal, carne de leyenda. Así fue Gainsbourg y
así aparece retratado en esta cinta, que recuerda para los jovencitos y
ancianos desmemoriados, este personaje escandaloso y provocador antes que las
“boutades” y la pornografía se pusieran de moda y morbo, que se zambulló en la
“gauche caviar” antes de que ésta hiciera “blin blin”, que recorrió paisajes
describiendo círculos concéntricos para retornar siempre al comienzo de su
propia historia.
Abanderado de causas perdidas al fin
ganadas, muerto de no sé cuántas viudas ilustres, pintor, cantautor, pianista
de cabaret, genio reconocido y más que amado entre las sombras de un universo
canalla, la golfería y el éxtasis, otro Serge, Karganski, de “Les
Inrockuptibles” dice del film que “es un biopic ultrapersonal, elegante y
chispeante…”.
Gainsbourg, transformado en su otro
yo borgiano y superyoico, Gainsbarre, dijo de sí mismo que era “un triángulo de
alcohol, Gitanes y mujeres”. Cuántos hubieran pagado para ser tu cuadrilátero,
mon ami.
Hito vital y estético de varias
generaciones, compositor de canciones de Eurovisión (“Poupée de cire, poupée de
son”) y otras no aptas para todos los públicos o moralistas resfriados,
censurada en España como “Je t´aime, moi non plus”, eras, como tú habías
escrito, “Un hombre con cabeza de nabo”.
Devoto de Boris Vian y de la noche,
mentor de Brigitte Bardot, de France Gall, se te unieron al carro de la mala
vida Catherine Deneuve, Françoise Hardy, Isabelle Adjani, Vanesa Paradis y
tantas otras.
Autor de una versión reggae de La
Marsellesa, esa propuesta musical escandalizó a la derecha tradicional de
siempre, que tuvo que ver cómo te comprabas finalmente por un dinero obsceno el
manuscrito del himno patrio.
Cuatro películas y la banda sonora
de casi 40, entre ellas “Madame Claude” y “Goodbye Emmanuelle”. Descubrió mucho
antes que nosotros, el sexo en el avión y Tailandia. En 1975 “Rock around the
bunker” se transformó en una diatriba contra el nazismo aunque su trabajo más
influyente es para algunos “Histoire de Melody Nelson” (1971), basada en la
Lolita de Nabokov.
Tuvo cuatro hijos, Lulú, la famosa
Charlotte (actriz y cantante), Paul y Françoise con tres mujeres diferentes e
hizo de Jane Birkin una de sus banderas. A su entierro acudieron aparte de una
marea llorosa de mujeres, Jack Lang, Johnny Hallyday y otros ministros y el
presidente Mitterrand dijo de él: “Era nuestro Baudelaire y llevó la canción a
la categoría de Arte”.
Los lugares que habitó y lo llenaron
siguen intactos, como inmensos paseos de nostalgia para desheredados del
afecto, su casa, 5 de la Rue Verneuil, el Liceo Condorcet donde estudió poco y
mal, Montmartre y sus tabernas, la Place du Tertre, Maxim´s y Chez Régine, el
Hotel Raphael y su último apeadero en el cementerio Montparnasse.
Un halo de creatividad y de desastre
lo persigue después de muerto, porque la actriz que representó a la Birkin en
la película, se suicidó poco después de terminarla, con 29 años.
Es lógico que Gainsbourg, eterno
mujeriego inefable, escribiera sin complejos con esa lucidez que lo
caracterizaba: “Cuando se tiene, como yo tengo, el alma doblada en plan feto,
hace falta provocar para que se descontraiga”.
Alicia Perris
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