El célebre humorista murió
ayer, a los 94 años; a lo largo de siete décadas de carrera, registró como
nadie los vaivenes políticos y los cambios en la sociedad argentina con fino
olfato y un surrealismo que no le evitó la clausura de su exitosa revista Tía
Vicenta, en 1966, a manos de Onganía
Juan Carlos Colombres,
popularmente conocido como Landrú , murió ayer, a los 94 años. Referente del
humor político a lo largo de más de siete décadas, fue un fino observador
sociológico, delineando como pocos las arbitrarias leyes y registrando con
precisión el lenguaje y el modo de pertenencia de las clases de nuestro país.
"El humor político de
Landrú es una lima sorda: va poniendo en su lugar los ridículos", resumió
el presidente de la Academia Nacional de Educación, Pedro Luis Barcia, en su
habitual tono humorístico, cuando presentó, en 2014, la compilación de la obra
del artista ¡El que no ríe es un maleducado!
Nació en 1923 y publicó su
primer chiste en la revista Don Fulgencio, de Lino Palacio, en 1945, donde
Jorge Palacio, más conocido como Faruk, le sugirió usar como seudónimo al
célebre asesino serial francés, que se convertiría en su sello de éxito, tanto
como los gatos que pueblan sus viñetas y que, en 2016, cumplieron precisamente
70 años.
Su primer dibujo publicado
mostraba ya su afiliación al absurdo. En él, un hombre que le dice a su novia:
"Matilde, quiero casarme con vos". "Yo también", responde
ella. "Caramba -suelta él-, las cosas comienzan a complicarse." De
aquella época inicial es también otro personaje que, muy avergonzado, se dirige
a la mujer con la que está casado desde hace 40 años: "Tengo que
confesarte algo espantoso: soy negro".
Sus personajes, en la
presentación de su obra completa, en 2014. Foto: LA NACION / Mariana Araujo
En Cascabel aparecieron sus
primeros trabajos de humor político, y en 1957 fundó Tía Vicenta, la revista
que con ironía cuestionó la dirigencia nacional hasta su clausura, en 1966,
durante el gobierno militar de Juan Carlos Onganía. Sería el comienzo de sus
clásicas caracterizaciones de políticos y gobernantes, como "La
morsa" (el mencionado Onganía), "La tortuga" (Illia), La pantera
rosa" (Videla) y el "Chapulín colorado" (Alfonsín).
Cuando se cumplieron 30
años de la censura a la revista, en 1996, Landrú recordaba ese momento en La
Nación Revista: "La noche antes del golpe fui a una cena donde un amigo me
comentó que Onganía iba a tomar el gobierno. Otro de los chimentos fue que al
personaje le decían la Morsa o el Morso. Al día siguiente conté todo en la
redacción, y en medio del jaleo Ignacio Anzoátegui -un colaborador de la
revista que era poeta, ex juez, y que escribía siempre notas con lenguaje
legal- tuvo la ocurrencia de hacer un Estatuto de la Morsa, donde figuraba como
director Juan Carlos Landrú.
Después me dijeron que fue
esa firma, y no el dibujo de la tapa -dos morsas con bigote de Onganía- la
irritación mayor. Parece que lo tomó como un insulto a su señora mamá, quien le
había puesto el nombre Juan Carlos con tanto cariño ¡y nosotros lo estabamos
tomando en solfa!. Nunca pensó que yo también podía llamarme Juan Carlos
".
Antes y después de Tía
Vicenta, su genio tuvo lugar en las páginas de Vea y Lea, Avivato, Pobre
Diablo, Rico Tipo, Patoruzú, Sucedió con la Farra, Dinamita, Gente de Cine,
Loco Lindo, Leoplan, Gente y la Actualidad, Somos, Mercado y los diarios El
Mundo y Clarín. En 1971, la Universidad de Columbia le otorgó el destacado
premio María Moors Cabot, el más antiguo reconocimiento internacional en
periodismo.
"El humor actual se
volvió más político a partir de la Revolución Libertadora, que derrocó a Perón,
porque hubo como un destape respecto de tiempos en que no se podían cargar las
tintas sobre el Gobierno. Ahora hay otro destape, el que vino con la
democracia. Pero yo sigo privilegiando la mirada sobre el absurdo. Sigo siendo
un surrealista", decía en 2003, cuando fue declarado ciudadano ilustre de
la ciudad de Buenos Aires.
En el sitio de la fundación
Landrú, que continúa digitalizando su frondosa obra, pueden descubrirse algunos
de los muchos personajes que creó en su larga carrera, como la inefable
"señora gorda", la Tía Vicenta; Rogelio "que por razonar
demasiado a veces se metía en serios problemas"; el testarudo Señor
Porcel; el temible Señor Cateura "que le imponía estudiar latín a su hijo
Felipito para que fuera -como él- el mejor carnicero del barrio"; las
"chicas bien" María Belén y Alejandra y su prima mersa Mirna Delma;
el "viejo verde Jacinto W, el reblán" y Fofolfi, "el niño
abominable con su peculiar manera de expresarse", entre muchos otros.
http://www.lanacion.com.ar/2040590-murio-landru-el-decano-del-humor-politico-argentino
No hay comentarios:
Publicar un comentario