Dos días antes del estreno de la ópera “Dead man walking”, a partir del mismo relato que inmortalizó el
director Tim Robbins en su película “Pena de muerte” con Sean Penn y Susan Sarandon en la década de los
noventa, el día en que se hace público el Premio “El ojo crítico” al director
del Teatro Real, Joan Matabosch, asistir a la charla con estas dos portentosas
y proteicas mujeres es un regalo y un privilegio.
Reiteradamente agradeció la hermana católica que acudieran los
medios de comunicación a esta convocatoria, antes, durante y después de la cita
mañanera, considerando que el deber del periodismo es informar al público sobre
los hechos de las penas a los condenados. Recordó de una manera clara y
significativa, que, a pesar de que la iglesia católica no siempre esté de
acuerdo con estos principios, no se puede aplicar el ojo por ojo en la medición
de las culpas y las condenas.
Insistió -una y otra vez- en la necesidad de desarrollar la
capacidad de perdonar, de ser empático y de sentir compasión por el otro,
mirándolo a los ojos y creando un clima de humanidad y de confianza, de
redención.
Según la Hermana Helen, “se trata de un viaje muy fuerte”, que, de
acuerdo con la cantante Di Donato, es una “verdadera historia de amor”. La que
une y vincula desde una óptica diferente a las víctimas, los penados y sus
respectivas familias.
El condenado que da origen a este relato, le pidió, después de una
larga relación que terminó con el ajusticiamiento del “reo”, que por favor, no
estuviera presente en su ejecución, porque lo recordaría toda su vida”. Sister
Helen le contestó que, todo lo contrario, que él la mirara cuando estuviera a
punto de morir, que vería la cara de Cristo”. Acompañamiento y consuelo...
La religiosa, vestida con gusto pero con discreción, con chaqueta torera
roja y blusa con cuello de encaje y pantalones oscuros, un maquillaje ligero y
vivaces ojos claros detrás de unas gafas ligeras, un sencillo crucifijo de madera verde, es amiga y comparte con la
mezzosoprano esta ruta dolorosa y sin embargo, feliz, porque el objetivo no es
ya simplemente conseguir la salvación de una vida humana, sino cambiar en
profundidad, la relación y la comprensión del prójimo, sea lo que sea y haya hecho
lo que haya hecho. Concienciar a la gente en un país donde el 80% de la
población suele estar a favor de las ejecuciones.
Destacó que generalmente hay toda una conjunción nefasta detrás de
los crímenes, donde abundan los condenados pobres y gentes de color. Sin
recursos, sin educación, con hambre e indefensión. “Todos tenemos que querer
justicia, porque al final, todos estamos implicados. Hay un lado oscuro en cualquier
ser humano y también una geografía luminosa. Hay que dejar de ser coautores con
los gobiernos de las condenas inevitables. Obama fue el primer presidente de
los Estados Unidos en presentarse en una cárcel. Ahora con Trump, las cosas han
cambiado otra vez”.
Sister Helen considera un privilegio estar con estas personas y de
ellas recibe su energía para continuar en la lucha por un cambio de opinión, de
políticas, de sentimientos, contra el racismo también. Prejean confiesa que
proviene de una familia muy acomodada del sur de Estados Unidos, con un padre
dedicado con éxito a la abogacía y Di Donato replica que ella viene también del
sur americano, De Kansas, de una familia de clase media, donde estas
preocupaciones no existían.
La película “Pena de muerte” que cuenta esta historia real y
verdadera, fue vista por más de un billón de personas y la historia narrada de
Sister Helen, estuvo 31 semanas como bestseller en la lista de más vendidos del
del New York Times. La hermana Helen recuerda que tuvo un editor magnífico y
que “se tiró a la piscina” con este gran tema en defensa de la abolición de la
pena de muerte.
Comenta que “esta ópera no
es un trabajo sobre la pena de muerte, sino sobre el valor de la vida”. Para Jocye Di Donato se trata de una verdad que
necesita ser contada y recordada, porque, como explica la autora del libro y la
gran protagonista real de esta leyenda, “no se puede devolver muerte por muerte”.
Un revulsivo potente en medio de la acolchada mañana madrileña, donde numerosos
paseantes de la Plaza de Ópera, se sientan a tomar el sol. Muchos de ellos, sin
techo y artistas de calle, que, solidariamente, se ofrecen unos a otros lo poco
que tienen.
De pronto, en ese contexto, los comentarios humanos y humanitarios
de Sister Helen cobran una nueva dimensión. Si hubiera detenido su rápida
marcha esta mañana y no hubiera estado tan solicitada, como es lógico, seguro que se hubiera sentado un momento, a
charlar con ellos. ¡Claro que sí!
Alicia Perris
No hay comentarios:
Publicar un comentario