EN VERSIÓN ESCÉNICA DE PACO AZORÍN, CASI MEDIO
SIGLO DESPUÉS DE SU ÚLTIMA FUNCIÓN EN ESTE ESCENARIO
Con José Miguel
Pérez-Sierra como director musical, la escenografía es del propio Azorín, el
vestuario de Anna Güell, la iluminación de Pedro Yagüe, las proyecciones de
Pedro Chamizo y el movimiento escénico de Carlos Martos
El Teatro de la Zarzuela
vuelve a estar de celebración. En este caso gracias a la égloga lírica ‘Maruxa’
del gran Amadeo Vives, que regresa a este secular escenario tras 46 años de
ausencia. Las dos últimas funciones de entonces también tuvieron un marcado
carácter festivo, ya que fueron programadas, en junio de 1971, con motivo del
centenario del nacimiento del compositor. Este casi medio siglo sin subir a las
tablas del teatro de la madrileña calle de Jovellanos hace que aún sea mayor la
expectación en torno al título, cuyo libreto original está firmado por el
dramaturgo Luis Pascual Frutos. Y como la ocasión lo merece, se ofrecerán 14
funciones entre el 25 de enero y el 11 de febrero.
Pero no es únicamente la
razón del tiempo lo que ha levantado tal interés, sino también, y en gran
medida, el conjunto de la propuesta. Y no es para menos, ya que a la dirección
de escena y escenografía de Paco Azorín, uno de los grandes nombres de la
creación teatral de hoy, se une la maestría del internacional José Miguel Pérez-Sierra,
una de nuestras batutas de referencia que estará al frente de la Orquesta de la
Comunidad de Madrid (Titular del Teatro) y del Coro Titular del Teatro de la
Zarzuela, un doble reparto para el que la partitura parece estar hecha a medida
y un equipo artístico que sitúa con toda naturalidad nuestro género lírico en
el siglo XXI.
Mientras que Azorín afirma
que “Maruxa es un canto doloroso a Galicia, una suerte de Stabat Mater”,
Pérez-Sierra está convencido de que, dada la “incontestable calidad de la
partitura”, una de las razones primordiales de que la obra no sea más
programada es “su enorme dificultad para los cantantes”.
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