El director francés fallece a los 87 años y deja
tras de sí una obra tan radical como prestigiosa
TONY GENTILE
Jacques Rivette, en el 2009 en el festival de Venecia.
QUIM
CASAS
Ya solo queda Jean-Luc Godard.
Ha fallecido Jacques Rivette,
otro de los bastiones
incontestables de la Nouvelle Vague, la generación de directores que
cambió el curso del cine moderno a finales de los años 50. Primero murió François Truffaut (en
1984); después, Claude
Chabrol y Éric Rohmer (ambos en el 2010), y también Alain Resnais, que no fue
estrictamente un miembro de la nueva ola pero sí un compañero de
viaje, fallecido a principios del 2014.
Rivette tenía 87 años y llevaba solo seis apartado del cine, desde que en
el 2009 dirigió 'El último verano',
protagonizada por una de sus actrices fetiche, Jane Birkin. La otra fue Bulle Ogier, protagonista de sus
películas más radicalizadas de los 70 y 80, entre ellas'L’amour fou' (1968), una radiografía dolorosa de la obsesión
amorosa. Pero también dio a Emmanuelle
Béart sus mejores interpretaciones en 'La bella mentirosa' (1990) e 'Historia
de María y Julien' (2003), y contó en sus repartos
con otras actrices icónicas del cine francés, como Anna Karina, Juliet Berto,
Bernadette Lafont, Sandrine Bonnaire (a la que regaló el papel de Juana de Arco
en su díptico de 1994 'Jeanne
la Pucelle') y Jeanne Balibar.
LA IMPORTANCIA DE LA IMPROVISACIÓN
Sin ser estrictamente lo que se considera un director de actrices, Rivette
trabajó con especial habilidad los personajes femeninos de sus filmes y la
productiva relación con las intérpretes. En varios casos, el guion aparece
acreditado al director y sus actrices, porque siempre fue un estrecho trabajo
de colaboración en el que la improvisación
actoral jugaba un papel determinante. Esa constante nos lleva a uno de los grandes temas que recorren
su estimulante filmografía, larelación entre cine y teatro. Nunca hizo lo que a veces se
despacha como teatro filmado. Los ensayos de una obra se convierten tanto en
parte de la trama como en novedoso estilo intermedio. Teatro y cine se
confunden en algunas de sus películas hasta crear un lenguaje nuevo basado por
igual en la palabra y el cuerpo.
Uno de los mejores ejemplos de ello es 'Out 1' (1970), la propuesta más extrema del director:
filmaciones largas y minuciosas de los ensayos de dos obras clásicas mezcladas
con un complot y una sociedad secreta surgidas de una novela de Balzac. Hizo
dos versiones, una de más de 12 horas y otra reducida a 'solo' cuatro
horas y media. Recientemente se ha editado en DVD y Blu-ray en Francia y Gran
Bretaña: estaba considerada, con toda razón, el Santo Grial del cine francés
contemporáneo.
FOLLETÍN Y MISTERIO
Otra de las grandes obsesiones del cineasta fue recuperar, a su manera,
cierto espíritu del relato de
misterio y el folletínincorporando en sus películas una serie de tramas
laberínticas y complots tratados siempre de manera nada tradicional. En esa
inspiración podían tener cabida Balzac, Fritz Lang, Louis Feuillade (el gran
director de seriales del cine mudo francés), Fantômas, Belphegor o el
Superagente 86. 'Céline y Julie
van en barco' (1974) es la cristalización de esta idea.
El gusto por este tipo de cine, y por el de Howard Hawks o Alfred
Hitchcock, dos de sus referentes dentro del clasicismo hollywoodiense,
ya tomó forma en su larga etapa como crítico cinematográfico. Juntó a Godard,
Truffaut, Rohmer y Chabrol formó el núcleo duro de la revista 'Cahiers du cinéma', el gran referente
de la crítica cinematográfica hasta hace una década. Sus textos eran siempre
valientes. Atacó con dureza la dudosa ética visual de un filme sobre los campos
de exterminio, 'Kapo', y fue el más brillante teórico del concepto de puesta en
escena.
REINVENTANDO GÉNEROS
Tardó un par de años en concluir su primer largometraje, 'París nos pertenece' (1961),
en el que ya están presentes el teatro y el complot. Tuvo problemas con la
censura a causa de 'La religiosa'(1966).
Reinventó a su manera los géneros. El de aventuras con'Duelle' y 'Noroît',
ambas de 1976. Se aproximó al gótico romántico con 'Hurlevent' (1985), adaptación libre de 'Cumbres
borrascosas', e incluso hizo un musical, el precioso 'Alto, bajo, frágil' (1995).
Maltratado
por la distribución cinematográfica española, estrenó aquí más o menos la mitad
de sus 20 películas. No lo puso fácil, ya que algunas sobrepasan las
cuatro horas de duración. Fue el más libre de los cineastas
contemporáneos. Y aunque Godard aún está ahí, la Nouvelle
Vague se ha extinguido para siempre.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/ocio-y-cultura/jacques-rivette-nouvelle-vague-4856049
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