Lunes, 20 de mayo de
2019, 20:00 horas
Ficha Artística
Mezzosoprano
Bernarda Fink
Piano
Anthony Spiri
Programa
I PARTE
Bohuslav Martinů (1890-1959)
Deux Chansons, H
213b (1932)
Písničky na dvě
stránkyn, H 302 (1943-1944)
Písničky na jednu
stránku, H 294 (1943-1944)
Lucijan Marija Škerjanc (1900-1973)
Jesenska pesem
(1918)
Večerna impresija
(1919)
Pomladni dan (1922)
Antonín Dvořák (1841-1904)
V národním tonu, op.
73, B 146 (1886)
II PARTE
Joaquín Rodrigo (1901-1999)
Romancillo (1950)
Pastorcito santo
(1952)
Coplillas de Belén
(1952)
Adela (1951)
Manuel de Falla (1876-1946)
Trois mélodies
françaises, IMF 7 (1909-1910)
Carlos Guastavino (1912-2000)
La rosa y el sauce
(1942)
En los surcos del
amor (1960
Pampamapa (aire de
huella) (1965)
La flor de aguapé
(1969)
Alberto Ginastera (1916-1983)
Cinco canciones
populares argentinas, op. 10 (1943)
Este recital fue
presentado por el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) en coproducción
con el Teatro de La Zarzuela en el XXV Ciclo de Lied con la mezzosoprano
argentina Bernarda Fink junto al pianista Anthony Spiri.
El repertorio
escogido para esta velada bucea en los orígenes familiares de la artista
argentina de ascendencia eslovena, con obras de Bohuslav Martinu, Lucijan
Marija Škerjanc y Antonin Dvorák, poniendo de manifiesto el acervo europeo de
su cultura junto a obras de piezas de los españoles Joaquín Rodrigo y Manuel de
Falla y los argentinos Carlos Guastavino y Alberto Ginastera, expresión musical
de lo popular en español en ambas
orillas del Atlántico.
Se trata en todo
caso de un repertorio difícil por lo desconocido para el público habitual, ya
que rastrea las raíces del folklore popular nacionalista de Europa central,
siempre rediseñada por las guerras, los tratados y los intereses de los
imperios tradicionales que sucumbieron finalmente al término de la I Guerra
Mundial. Pese a que muchas poblaciones habían sido sojuzgadas manu militari,
sus tradiciones y cultura, también las musicales, sobreviven, se recuerdan y se
homenajean por intérpretes que saben combinar propuestas diferentes, sin que
chirrían las elecciones para un concierto de música de cámara como este.
Bernarda Fink, de
voz melodiosa, buena entonación y afinación, cuidada expresividad y con una
dicción admirable (aunque al principio de las canciones argentinas dudó un
segundo, de forma casi imperceptible, sobre las pronunciaciones al uso en los
compositores españoles y argentinos, diferentes. Sonó como terciopelo fino.
Contenida y reservada, modesta).
Fink estudió en el
Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, donde actuó con frecuencia y ha
actuado con las mejores formaciones y directores del panorama internacional.
Premiada por su labor musical y artística una y otra vez, posee una
sensibilidad amplia que le permite aunar a través de su propia historia
personal, tradiciones aparentemente muy diferentes pero con una temática
recurrente. El amor, la religiosidad, el ancho territorio emocional del campo y
lo rural, ya que en estas canciones no abunda el típico espíritu urbanita que
se encuentra en otro tipo de propuestas.
Entre el mito, las
leyendas y la cotidianeidad de las zonas rurales, transitan todos los
compositores aquí recordados, unos más que otros. Una primera parte dulce y
sencilla en apariencia pero con un rico desarrollo musical y una exigencia
vocal importante, la segunda, fue más redonda y más asequible, pero igual de
bien interpretada y dicha: Bernarda Fink camina de una lengua a otra con total
facilidad y no se “pierde nada en la traducción”, como rezaba la famosa
película de Sofía Coppola (Lost in translation).
Las Tres de Manuel
de Falla en francés, con textos del atormentado Théophile Gautier (1811-1872)
sorprenden por su frescura y su elegancia, lejos aquí del malditismo que
acercaba al autor a otro conocido amante del simbolismo galo, Charles
Baudelaire.
Las canciones de
Joaquín Rodrigo son un clásico, que Fink elaboró con marcado sentimiento, lejos
de las efusiones exaltadas con la que a veces se aborda el cancionero
tradicional hispano o una pieza como la seguidilla de Falla.
“Yo no soy de estos
pagos,
Pero es lo mismo
He robado la magia
de los caminos…”
De Pampamapa (aire
de huella) con texto de Hamlet Lima Quintana (1923-2002), una frase que esta
cronista suscribe por razones obvias que se pueden encontrar abajo.
Carlos Guastavino,
recordado maestro de Coro en el Conservatorio Nacional Carlos López Buchardo,
que marcó mi infancia y adolescencia, con su estilo y su elegancia sin par y
las fotocopias que nos traía a clase, en medio del barullo, para que las
cantáramos- o lo intentáramos al menos- reproducirlas con torpeza de
principiantes juguetones y descocados. Entre todas ellas, una universal, Se
equivocó la paloma (1941), durante muchos años atribuida a otras manos.
Guastavino solo para nosotros, estudiantes, ¡qué lujo! ¡Qué tiempos aquellos de
bonanza total!
La velada terminó
con las Cinco canciones populares argentinas de Alberto Ginastera, Chacarera,
Triste, Zamba, Arrorró y Gato, varias de ellas danzas tradicional del campo en
sí mismas, con mucho sabor amoroso, también maternal, como el Arrorró que todas
cantamos alguna vez a los hijos.
Bernarda Fink estuvo
acompañada por el piano de Anthony
Spiri, uno de los solistas de cámara más conocidos del presente. Nacido en
Estados Unidos, tiene una buena técnica, sabía decir y contar y acompañar a la
mezzosoprano, aunque a veces se le traspapelen un momento las partituras. Tiene
una cantidad importante de grabaciones de diversos compositores y, entre otra
mucha información que sería interminable reseñar aquí, fue asistente de
Nikolaus Harnoncourt entre 1988 y 1993. Desde 2001 es profesor de Piano en
música camerística en la musikhchshcule de Colonia e imparte clases magistrales
y conferencias en todo el mundo.
Con un elegante
conjunto azul con pañoleta estampada a juego dejando libre unos hombros
bonitos, Fink agradeció los aplausos y ofreció como despedida con su pianista
dos encore: otra composición de Falla y una canción gitana de Antonin Dvorák.
Alicia Perris
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