Rueda de Prensa Lunes 17 de junio, 2019
Y en el Museo Thyssen de Madrid, se abrió una caja de Pandora, pero benéfica, para dejar a la vista las maravillas de la alta costura del modisto vasco Cristóbal Balenciaga, trufada de hermosas pinturas españolas expuestas conjuntamente, casi desafiándose, completándose unas a otras.
Lleno total en la sala de conferencias de la institución y todo tipo de gentes convocadas en la mañana, sobre todo gráficos y redactores, que hacen el trabajo de difusión, junto con el otro, ímprobo, que llevaron a cabo para organizar esta muestra todos los responsables y trabajadores del museo. Prensa internacional, prestadores, algunos conocidos, relevantes, otros anónimos, invitados variados algunos de los cuales, afortunados, serán convocados a la inauguración vespertina, mientras todos se preguntan, ¿Asistirá la baronesa? Porque al encuentro mediático del mediodía no acudió. Mucha información detallada y material sobre la muestra para los informadores y asistentes, cortesía también de sponsores y colaboradores y el habitual café ristretto para animarse y seguir trabajando, disfrutando.
Intervino como suele, en primer lugar, el Director Artístico del Museo, Guillermo Solana, con una introducción muy ajustada que dio paso a una exhaustiva y pedagógica, algo hiperbólica, del comisario de la exposición, Eloy Martínez de la Pera, nervioso y emocionado según confesión propia (ambos en la foto, de frente).
Muchas preguntas para cerrar la rueda de prensa, interesantes y bien contestadas. El clima era relajado pero vivaz y como de fiesta. Dentro, en las salas, colores restallantes y el inevitable negro de la corte española de Felipe II, que teñía toda la diacronía de los vestidos.
Arzobispos, reyes, reinas y aristócratas dejaron su huella en la pintura española, en una traducción y comunión, que la alta costura de Balenciaga consiguió plasmar en perfecta consonancia.
El modisto tiene un museo en Guetaria, su lugar natal, pero esta que se presenta hoy se trata de la primera muestra que reúne la producción de casi 50 años, muchos de ellos vividos en París, a partir de 1936.
Como escribe en el texto del cumplido catálogo que glosa este carrusel de luz y de belleza, Estrella de Diego (Negro sobre negro):
"La moda es, pues, el vehículo privilegiado para acercarse a la propia historia de la pintura y un nuevo modo de releerla y traducirla- lo comprendió muy pronto Balenciaga-. Además, la indumentaria ha puesto a prueba la habilidad de los artistas: a lo largo del tiempo han debido enfrentarse a las transparencias de los tejidos- lo supo Goya-; a las irisaciones de los rasos- Madrazo y Zuloaga- y a los matices del negro y del blanco, que nadie cultivó mejor que Zurbarán.(...)".
Coda: Mi madre llenó mi infancia de vestidos preciosos y sobre todo, junto a ellos, de un vocabulario que rastreaba con exquisito detalle todos los tipos de telas que, en sus tiempos, decoraban, como hoy ya pueden hacerlo unos pocos, los armarios de las jovencitas.
Esta exposición le hubiera encantado, porque sabía apreciar lo distinto y tenía una intuición particular e inconfundible para descubrir lo estético y personal que podía derivar con rapidez hacia lo exclusivo.
Espero, como deseó el comisario para Balenciaga, que, desde algún lugar, pueda compartirlo y lo esté viendo.
Alicia Perris
Información del Depto. de Prensa del Museo Thyssen
En el verano de 2019, el museo presenta una exposición que vincula la creación de Cristóbal Balenciaga, el diseñador de moda más admirado e influyente de todos los tiempos, con la tradición de la pintura española entre los siglos XVI y XX.
Las referencias al
arte y la cultura española estuvieron siempre muy presentes en el trabajo de
Balenciaga. Las líneas simples y minimalistas de los hábitos religiosos o el
volumen arquitectónico de estos tejidos son una constante en muchas de sus
piezas. El aire de la bata de cola de una bailadora flamenca que se deja ver en
los volantes de algunos vestidos, los brillos del traje de luces de un torero
trasladado con maestría al paillette bordado de una chaqueta bolero, o la
estética de la indumentaria en la corte de los Austrias reflejada en las negras
telas aterciopeladas adornadas con azabache de sus creaciones, son solo algunos
ejemplos. Balenciaga revisaba continuamente la historia del arte y, con una
fuerte personalidad y estilo propio, mantuvo esas influencias hasta en su
periodo más vanguardista, recuperando hechuras históricas y reinterpretándolas
de manera muy moderna.
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Fotos 1, 3 y 4, Alicia Perris
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