«La Rondine», de
Giacomo Puccini (1854-1924). Teatro Monumental. Madrid, 24 de mayo de 2019.
Única audición, en versión concierto.
Poco representada esta obra del maestro de Lucca, La Rondine (La golondrina) es una ópera en tres actos con libreto en italiano de Giuseppe Adami, basado a su vez en el libreto de Alfred Maria Willner y Heinz Reichert. Fue estrenada en el Théâtre de l’Opéra (también llamado Théâtre du Casino) en Montecarlo el 27 de marzo de 1917.
El compositor toscano la llamó "comedia lírica", y exhibe delicados pasajes melódicos, algunos llenos de nostalgia y sentimentalismo, en combinación con los alegres valses vieneses y otros bailes de la época. No asegura un final feliz, pero tampoco las débâcles amorosas y argumentales a las que nos tienen acostumbrados el género lirico.
El Director del coro
de RTVE, Juan Pablo de Juan, consiguió
una actuación homogénea y coherente de su formación y Miguel Ángel Gómez-Martínez, ya con nostalgia del abandono de su
papel en la Orquesta de RTVE seguramente, concertó bien, con soltura, aunque
por momentos, la música instrumental superaba demasiado la prestación de los
cantantes.
Eso fue lo que sucedió en el Teatro Monumental de Madrid, no sé si a gusto de todos, pero está claro que cantaron, y cantaron Puccini. Y el próximo viernes 31 de mayo, Gala Lírica con el mismo elenco, en el mismo lugar, Teatro Monumental de Madrid.
“Poeta, perdónate!..
In casa mia
L´anormale è una
regola…”
Elenco
Elena Mosuc, Magda
Olena Sloia, Lisette
Roberto Iuliano, Ruggero
Marius Brenciu, Prunier
Juan Manuel Maruaga,
Rambaldo,
Fernando Campo Gobin
Esther González
(Yvette)
Nancy Rodríguez Bianca
y Gabriele
Ekaterina Antipova,
Suzy
Cristina Teijeiro,
Georgette
Gisella Fundora,
Lolette
Erik Torres,
Baronnier y Crebillon
Óscar Fernández,
Perichaud
Orquesta la RTVE.
Dirección: Miguel Ángel Gómez-Martínez.
Coro de la RTVE,
Juan Pablo de Juan
La Radio Televisión
Española (RTVE) ha programado con el director Miguel Ángel-Gómez-Martínez con
la formación de la que se despide el próximo viernes 31 de mayo con la Gala
Lírica, como titular, con los mismos artistas de La Rondine.
Poco representada esta obra del maestro de Lucca, La Rondine (La golondrina) es una ópera en tres actos con libreto en italiano de Giuseppe Adami, basado a su vez en el libreto de Alfred Maria Willner y Heinz Reichert. Fue estrenada en el Théâtre de l’Opéra (también llamado Théâtre du Casino) en Montecarlo el 27 de marzo de 1917.
Como se encargan de
señalar una y otra vez la crítica y los expertos, La Rondine tiene un perfume
al personaje y las historias íntimas de Bohème del mismo compositor y también
un aroma intenso a La Traviata de Verdi, paradigmas de una femineidad y unas
formas de vida desgraciadamente al uso durante todo el siglo XIX europeo, que
Alejandro Dumas hijo inmortalizó en su La Dama de las camelias. Y hubieran
objetado con ahínco las actuales defensoras del movimiento Metoo y otros tan
actuales y omnipresentes.
Esta composición sin
embargo propietaria de bellos pasajes, inspirados y valiosos, ha sido
injustamente subestimada y considerada siempre entre las obras menos destacadas
de Puccini, junto a las dos otras de juventud, Edgar y Le Villi.
El Karltheater de
Viena encargó en 1913 a sus empresarios aprovechar la presencia de Puccini en
esa ciudad para sugerirle la creación de una opereta de estilo vienés. El
compositor, pareció poco interesado con la propuesta, aunque finalmente firmó
contrato en 1914, motivado más que nada por las malas relaciones que en ese
momento mantenía en Italia con el empresario Giulio Ricordi, empresa icónica
con la que había colaborado muchos años.
El compositor toscano la llamó "comedia lírica", y exhibe delicados pasajes melódicos, algunos llenos de nostalgia y sentimentalismo, en combinación con los alegres valses vieneses y otros bailes de la época. No asegura un final feliz, pero tampoco las débâcles amorosas y argumentales a las que nos tienen acostumbrados el género lirico.
El proyecto musical
se fue desarrollando, a veces intensamente, en ocasiones con lentitud, y en la
primavera de 1916 se terminó la ópera. El estallido de la Primera Guerra
Mundial y la entrada de Italia en la Alianza contra Austria-Hungría, impidió
que el estreno tuviera lugar en Viena. Por esa razón, se eligió la Ópera de
Montecarlo para estrenarla, con los míticos Gilda Dalla Rizza y Tito Schipa en
los papeles principales y en la maravillosa sala del arquitecto Garnier, el
mismo que diseñó la primera ópera de París.
Puccini ofreció la
obra a su editor italiano Tito Ricordi que no la quiso, así que fue su competidor
Lorenzo Sonzogno, quien obtuvo los
derechos para la “prima” fuera de Austria-Hungría y trasladando el estreno
a Montecarlo, territorio neutral. En el
estreno en 1917 la recepción inicial por el público y la prensa fue cálido
Pero, a pesar del
valor artístico de la partitura, La Rondine ha sido una de las obras menos
exitosas de Puccini. No hay una versión definitiva de ella, el maestro quedó
insatisfecho del resultado de su obra; la revisó y la revisó, firmando hasta tres versiones (1917, 1920,
1921), con dos finales muy distintos, pero falleció de un cáncer antes de
plasmar su versión última.
El Teatro Massimo de
Palermo (Sicilia) estrenó la segunda opción en 1920, y la tercera apareció en
1994 en Turín. La orquestación de la tercera versión fue finalmente terminada
por el compositor italiano Lorenzo Ferrero a petición del Teatro Regio de esa
ciudad del norte, e interpretada allí el 22 de marzo de 1994.
Grande Elena Mosuc en su papel protagonista
con un bellísimo «Chi Il bel sogno di Doretta”
en Magda (la más citada de esta ópera), bonita la parte de tenor de
Ruggero del acto primero «Parigi! É la città dei desideri», en la voz de Roberto Iuliano, del avión al
escenario, en reemplazo de Carl Tanner,
que, con siete horas de aire acondicionado esperando en un aeropuerto, llegó a
Madrid prácticamente sin voz.
Un cuarteto con coro
del segundo acto «Bevo al tuo fresco sorriso» de lujo y el dúo final de campanillas. Puro y
verdadero Puccini del bueno, del de siempre. Con resonancias de Mimí, de
Butterfly, de sus grandes heroínas sobre todo.
Es sorprendente que
la soprano belcantista rumana Elena Mosuc (que, puede cantar roles de verdadero
lujo como Gilda en su momento con Leo Nucci, Lucia con Juan Diego Flórez, Lakmé
que acaba de debutar en Muscat (Omán) y una larga lista de joyas operísticas,
no haya sido llamada para un ciclo de lied en la Zarzuela, donde podría cantar
también la chanson del siglo XIX francés entre otras propuestas o al Teatro Real, donde solo se mostró con
ocasión de la Gala Lírica de hace un tiempo convocada por Isabel Rey. En España ha cantado en el ABAO de Bilbao, La Coruña, el Liceu de Barcelona...
Una lástima, un
“peccato” dirían los italianos, porque puede impartir lecciones y técnica con
su seguridad musical, su expresividad, unos agudos a prueba de compositores
italianos, ese fiato eterno, con un legato serio y sus sfilature y las
características propias de una soprano también de coloratura, que no solo.
Con cuerpo el
registro medio y el bajo y excelente comunicación con los públicos y el resto
de los compañeros. Elena Mosuc es una artista internacional completa con mucho
para dar y deberíamos aprovecharla también en este foro. Ahí están sus
grabaciones de Heroínas de Donizetti, de Giuseppe Verdi, con toda su completa
“italianità” que no hay que perderse.
A la altura,
precipitado el rol del milanés Roberto
Iuliano, que consiguió defender bien su parte dadas las circunstancias,
igual que la Lisette de Olena Sloia,
el Prunier de Marius Brenciu (que
cantó sin partitura igual que la Mosuc) y el Rambaldo de Juan Manuel Muruaga y todos los cantantes acompañantes (que no son
“secundarios”, apelativo que debería desterrarse del mundo de la ópera, porque
sin ellos no hay función, todos son necesarios).
El público, que
suele saber, dedicó una ovación en pie a toda la producción, con especial
dedicación a Elena Mosuc, que enfundada en un sugerente vestido rojo, con una
bella presencia escénica, agradeció emocionada.
Una tarde de verano
en el Auditorio de El Escorial, charlando brevemente con su antiguo director,
el argentino Alberto Alonso, siempre
recordado, esta cronista le dijo con desinhibición: “Puccini era un destroza
gargantas, director”. Me miró casi con reprobación y me dijo: “Sí, pero hay que
cantarlo”.
Eso fue lo que sucedió en el Teatro Monumental de Madrid, no sé si a gusto de todos, pero está claro que cantaron, y cantaron Puccini. Y el próximo viernes 31 de mayo, Gala Lírica con el mismo elenco, en el mismo lugar, Teatro Monumental de Madrid.
Alicia Perris
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