martes, 28 de mayo de 2019

OVACIÓN EN EL TEATRO MONUMENTAL DE MADRID CON LA RONDINE DE PUCCINI Y ELENA MOSUC DE PROTAGONISTA

«La Rondine», de Giacomo Puccini (1854-1924). Teatro Monumental. Madrid, 24 de mayo de 2019. Única audición, en versión concierto.
“Poeta, perdónate!.. In casa mia
L´anormale è una regola…”

Magda, La Rondine, Giacomo Puccini

Elenco
Elena Mosuc, Magda
Olena Sloia, Lisette
Roberto Iuliano,  Ruggero
Marius Brenciu, Prunier
Juan Manuel Maruaga, Rambaldo,
Fernando Campo Gobin
Esther González (Yvette)
Nancy Rodríguez Bianca y Gabriele
Ekaterina Antipova, Suzy
Cristina Teijeiro, Georgette
Gisella Fundora, Lolette
Erik Torres, Baronnier y Crebillon
Óscar Fernández, Perichaud
Orquesta la RTVE. Dirección: Miguel Ángel Gómez-Martínez.
Coro de la RTVE, Juan Pablo de Juan

La Radio Televisión Española (RTVE) ha programado con el director Miguel Ángel-Gómez-Martínez con la formación de la que se despide el próximo viernes 31 de mayo con la Gala Lírica, como titular, con los mismos artistas de La Rondine.

Poco representada esta obra del maestro de Lucca, La Rondine (La golondrina) es una ópera en tres actos con libreto en italiano de Giuseppe Adami, basado a su vez en el libreto de Alfred Maria Willner y Heinz Reichert. Fue estrenada en el Théâtre de l’Opéra (también llamado Théâtre du Casino) en Montecarlo el 27 de marzo de 1917.

Como se encargan de señalar una y otra vez la crítica y los expertos, La Rondine tiene un perfume al personaje y las historias íntimas de Bohème del mismo compositor y también un aroma intenso a La Traviata de Verdi, paradigmas de una femineidad y unas formas de vida desgraciadamente al uso durante todo el siglo XIX europeo, que Alejandro Dumas hijo inmortalizó en su La Dama de las camelias. Y hubieran objetado con ahínco las actuales defensoras del movimiento Metoo y otros tan actuales y omnipresentes.
Esta composición sin embargo propietaria de bellos pasajes, inspirados y valiosos, ha sido injustamente subestimada y considerada siempre entre las obras menos destacadas de Puccini, junto a las dos otras de juventud, Edgar y Le Villi.

El Karltheater de Viena encargó en 1913 a sus empresarios aprovechar la presencia de Puccini en esa ciudad para sugerirle la creación de una opereta de estilo vienés. El compositor, pareció poco interesado con la propuesta, aunque finalmente firmó contrato en 1914, motivado más que nada por las malas relaciones que en ese momento mantenía en Italia con el empresario Giulio Ricordi, empresa icónica con la que había colaborado muchos años.

El compositor toscano la llamó "comedia lírica", y exhibe delicados pasajes melódicos, algunos llenos de nostalgia y sentimentalismo, en combinación con los alegres valses vieneses y otros bailes de la época. No asegura un final feliz, pero tampoco las débâcles amorosas y argumentales a las que nos tienen acostumbrados el género lirico.
El proyecto musical se fue desarrollando, a veces intensamente, en ocasiones con lentitud, y en la primavera de 1916 se terminó la ópera. El estallido de la Primera Guerra Mundial y la entrada de Italia en la Alianza contra Austria-Hungría, impidió que el estreno tuviera lugar en Viena. Por esa razón, se eligió la Ópera de Montecarlo para estrenarla, con los míticos Gilda Dalla Rizza y Tito Schipa en los papeles principales y en la maravillosa sala del arquitecto Garnier, el mismo que diseñó la primera ópera de París.

Puccini ofreció la obra a su editor italiano Tito Ricordi que no la quiso, así que fue su competidor Lorenzo Sonzogno,  quien obtuvo los derechos para la “prima” fuera de Austria-Hungría y trasladando el estreno a  Montecarlo, territorio neutral. En el estreno en 1917 la recepción inicial por el público y la prensa fue cálido

Pero, a pesar del valor artístico de la partitura, La Rondine ha sido una de las obras menos exitosas de Puccini. No hay una versión definitiva de ella, el maestro quedó insatisfecho del resultado de su obra; la revisó y la revisó,  firmando hasta tres versiones (1917, 1920, 1921), con dos finales muy distintos, pero falleció de un cáncer antes de plasmar su versión última.
El Teatro Massimo de Palermo (Sicilia) estrenó la segunda opción en 1920, y la tercera apareció en 1994 en Turín. La orquestación de la tercera versión fue finalmente terminada por el compositor italiano Lorenzo Ferrero a petición del Teatro Regio de esa ciudad del norte, e interpretada allí el 22 de marzo de 1994.

Grande Elena Mosuc en su papel protagonista con un bellísimo «Chi Il bel sogno di Doretta”  en Magda (la más citada de esta ópera), bonita la parte de tenor de Ruggero del acto primero «Parigi! É la città dei desideri», en la voz de Roberto Iuliano, del avión al escenario, en reemplazo de Carl Tanner, que, con siete horas de aire acondicionado esperando en un aeropuerto, llegó a Madrid prácticamente sin voz.

Un cuarteto con coro del segundo acto «Bevo al tuo fresco sorriso» de lujo  y el dúo final de campanillas. Puro y verdadero Puccini del bueno, del de siempre. Con resonancias de Mimí, de Butterfly, de sus grandes heroínas sobre todo.

Es sorprendente que la soprano belcantista rumana Elena Mosuc (que, puede cantar roles de verdadero lujo como Gilda en su momento con Leo Nucci, Lucia con Juan Diego Flórez, Lakmé que acaba de debutar en Muscat (Omán) y una larga lista de joyas operísticas, no haya sido llamada para un ciclo de lied en la Zarzuela, donde podría cantar también la chanson del siglo XIX francés entre otras propuestas  o al Teatro Real, donde solo se mostró con ocasión de la Gala Lírica de hace un tiempo convocada por Isabel Rey. En España ha cantado en el ABAO de Bilbao, La Coruña, el Liceu de Barcelona...

Una lástima, un “peccato” dirían los italianos, porque puede impartir lecciones y técnica con su seguridad musical, su expresividad, unos agudos a prueba de compositores italianos, ese fiato eterno, con un legato serio y sus sfilature y las características propias de una soprano también de coloratura, que no solo.

Con cuerpo el registro medio y el bajo y excelente comunicación con los públicos y el resto de los compañeros. Elena Mosuc es una artista internacional completa con mucho para dar y deberíamos aprovecharla también en este foro. Ahí están sus grabaciones de Heroínas de Donizetti, de Giuseppe Verdi, con toda su completa “italianità” que no hay que perderse.

A la altura, precipitado el rol del milanés Roberto Iuliano, que consiguió defender bien su parte dadas las circunstancias, igual que la Lisette de Olena Sloia, el Prunier de Marius Brenciu (que cantó sin partitura igual que la Mosuc) y el Rambaldo de Juan Manuel Muruaga y todos los cantantes acompañantes (que no son “secundarios”, apelativo que debería desterrarse del mundo de la ópera, porque sin ellos no hay función, todos son necesarios).

El Director del coro de RTVE, Juan Pablo de Juan, consiguió una actuación homogénea y coherente de su formación y Miguel Ángel Gómez-Martínez, ya con nostalgia del abandono de su papel en la Orquesta de RTVE seguramente, concertó bien, con soltura, aunque por momentos, la música instrumental superaba demasiado la prestación de los cantantes.

El público, que suele saber, dedicó una ovación en pie a toda la producción, con especial dedicación a Elena Mosuc, que enfundada en un sugerente vestido rojo, con una bella presencia escénica, agradeció emocionada.

Una tarde de verano en el Auditorio de El Escorial, charlando brevemente con su antiguo director, el argentino Alberto Alonso, siempre recordado, esta cronista le dijo con desinhibición: “Puccini era un destroza gargantas, director”. Me miró casi con reprobación y me dijo: “Sí, pero hay que cantarlo”.

Eso fue lo que sucedió en el Teatro Monumental de Madrid, no sé si a gusto de todos, pero está claro que cantaron, y cantaron Puccini. Y el próximo viernes 31 de mayo, Gala Lírica con el mismo elenco, en el mismo lugar, Teatro Monumental de Madrid.

Alicia Perris


No hay comentarios:

Publicar un comentario