CARLOS E. CUÉ
El periódico en inglés, que
iba a cumplir 141 años, cayó en manos de un empresario cercano a los Kirchner
Para los periodistas y los
luchadores por los derechos humanos argentinos, el Buenos Aires Herald era un
mito. Por eso su cierre definitivo, anunciado el lunes después de 140 años
saliendo a la calle ininterrumpidamente, fue un golpe duro. En plena dictadura
militar (1976-1983), este centenario diario en inglés, que nació en 1876 para
informar a la numerosa y pujante comunidad británica en Argentina
–comerciantes, industriales, granjeros, constructores del ferrocarril- era el
único periódico que se animaba cada día a denunciar el terrorismo de Estado que
dejó miles de desaparecidos.
El Buenos Aires Herald denuncia en su portada del 26 de agosto de
1977 la detención de integrantes de las Madres de Plaza de Mayo. ARCHIVO
Los periódicos argentinos,
presionados por la dictadura, ocultaban los delitos de lesa humanidad. Y los
periodistas del Herald, en especial su director, Robert Cox, y su mano derecha,
James Neilson, se jugaban literalmente la vida para contar lo que hacían esos
Ford Falcon que se llevaban a la gente de sus casas para no volver jamás. La
dictadura no quería que se contara y muchos argentinos tampoco querían saber.
Pero el Herald no dejó un solo día de contar las atrocidades, pese a las amenazas
que forzaron a Cox a abandonar el país y dejar el diario en manos de Nielson y
una pequeña redacción de valientes.
“Siempre me había
preguntado como en Alemania los nazis pudieron asesinar a siete millones de
personas sin que la sociedad hiciera nada. Tuve la respuesta en Argentina, la
gente no quería saber lo que estaba pasando. Pero es ahí cuando el deber del
periodista es informar, y es lo que hicimos. Y me siento orgulloso, tengo
amigos que salvaron la vida porque salió su nombre en el Herald y por eso no
los mataron”, recuerda Cox, ahora jubilado, desde su casa en Charleston (EEUU).
Aún pasa varios meses al año en Argentina.
“Nunca he trabajado para un
periódico tan valiente. Chiquitito pero muy peleón. Es un día triste, siempre
me sentiré orgulloso de haber trabajado en esa época en ese diario. Neilson
volvía a casa cada día por una ruta diferente. Podían matarlo en cualquier
momento. No hay forma de describir lo tremendamente valientes que fueron”,
cuenta John Carlin, el periodista de EL PAÍS, que vivió en Argentina e inició
su carrera en el Herald, en plena dictadura. Hacía de todo pero también
historias de desparecidos, y como los demás recibió amenazas. “Aunque nada
comparado con lo que sufrieron Cox y Neilson”, recuerda.
Última portada del diario Buenos Aires Herald. CAPTURA
La dictadura apretó, detuvo
a Cox durante un tiempo y logró que saliera de Argentina cuando amenazaron a su
hijo, pero nunca se atrevió a cerrar el periódico. La publicación en inglés, y
por tanto con una difusión limitada –aunque algunos editoriales se traducían al
castellano para generar más impacto- y tener un editor estadounidense, un país
con el que la dictadura quería tener buenas relaciones, le salvó y le permitió
salir cada día con historias que nadie más se atrevía a contar.
“El editor, que era de
Carolina del Norte pero estaba enamorado de América Latina, siempre me apoyó.
Los medios argentinos silenciaron todo. Un día, poco después de empezar la
dictadura, me llevaron a ver a [Jorge Rafael] Videla, que se mostró muy amable.
Me dijo 'los demás periodistas entienden la situación, no sé por qué ustedes
no'. Allí había un periodista de La Prensa que me dijo 'hay que entender que
tal vez haya que hacer cosas no muy agradables'. Yo le dije a Videla 'pero los
secuestros siguen, la gente está desapareciendo, nuestro deber es informar'. No
me contestó pero era evidente que íbamos a tener muchas dificultades”, cuenta
Cox.
Las madres de los
desaparecidos acudían a la prensa argentina y algunos periodistas les
recomendaban que fueran “a los locos de los ingleses, que publican todo”. Cox
recuerda que en sus 140 años de historia el Herald siempre defendió valores
democráticos. En los años 30, cuando tenía un gran rival también en inglés, The
Buenos Aires Standard, este último se colocó del lado de los nazis y el Herald
con los aliados. El Standard desapareció en 1954.
“El Herald mostró la
importancia del periodismo en momentos difíciles. Ahora en EEUU, con Trump,
vemos que es clave. En Argentina hay muy buenos periodistas, pero el problema
son los dueños. El Herald hizo buen periodismo hasta el final, pero tenía malos
dueños”, señala Cox.
El principio del fin del Herald llegó cuando
dejó de estar en manos extranjeras, lo que le había dado una gran
independencia. En 2007 lo compró el argentino Sergio Szpolsky, un empresario de
medios cercano a los Kirchner. Finalmente acabó en manos de Cristóbal López,
también cercano al kirchnerismo, que está cerrando varios medios tras la salida
del poder de Cristina Fernández de Kirchner, su gran aliada. Después de varias
crisis e intentos por mantenerlo en formato digital, el Herald, un decano que
nació poco después del histórico La Nación, se apagó definitivamente el lunes.
Y con él se fue una parte de la historia gloriosa del periodismo y la lucha por
los derechos humanos en Argentina.
https://elpais.com/internacional/2017/08/01/argentina/1501603072_902505.html
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