TROVATE PIÙ D´INFORMAZIONE SULA iv GALA LÍRICA ENDESA AL TEATRO REAL DI MADRID SU QUESTO LINK:
https://aliciaperris.blogspot.com.es/2017/10/fiesta-lirica-endesa-en-el-teatro-real.html
Massimo Cavalletti, Max, como lo llaman sus amigos, tiene una imponente presencia escénica, es fotogénico y de una voz potente y fresca, que cuida e intenta siempre mejorar, con el trabajo cotidiano y el cuidadoso estudio de los roles que se le van presentando. Rezuma simpatía y conserva en algún hueco de su personalidad, un toque aniñado que no hace sino amplificar aún más su empatía a la hora de entrevistarlo.
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Massimo Cavalletti, Max, como lo llaman sus amigos, tiene una imponente presencia escénica, es fotogénico y de una voz potente y fresca, que cuida e intenta siempre mejorar, con el trabajo cotidiano y el cuidadoso estudio de los roles que se le van presentando. Rezuma simpatía y conserva en algún hueco de su personalidad, un toque aniñado que no hace sino amplificar aún más su empatía a la hora de entrevistarlo.
El clima es propicio para
las confidencias, pero no todas las preguntas se pueden formular ni tampoco se
puede responder siempre a ellas. Mucho queda en el aire, en las fronteras de lo
dicho y expresado, guardado, en algún lugar del cosmos, para siempre. Es sobre
todo importante, no volver sobre lo que siempre se le pregunta, sobre lo
gastado ya en otras ocasiones.
Originario de Lucca, hace 38
años, una ciudad toscana rebosante de historia, que también vio nacer al
maestro Puccini , ha conquistado los más prestigiosos teatros de ópera y los
festivales internacionales, como el Metropolitan de Nueva York, la Scala de
Milán, la Royal Opera House, de Londres, la Staatsoper de Viena, el Festival de
Salzburgo o la Opernhaus de Zurich.
En la temporada 2016-2017 estuvo en: La Bohème (Marcello)
en el Met y en el Teatro Regio di Torino, Falstaff (Ford) en el Teatro alla
Scala Il barbiere di Siviglia (Figaro) para
la inauguración del nuevo teatro de ópera de Dubai, Don Carlo (Rodrigo) en
la conmemoración del 80° Maggio Musicale Fiorentino y en la Berliner Staatsoper.
Sus pasadas actuaciones comienzan a ser incontables pero aquí nos interesa
traerlo al día de hoy.
Comenzó sus estudios de canto en su ciudad natal
con Graziano Polidori, antes de ser alumno de la Accademia di Perfezionamento del
Teatro alla Scala, donde estudia con Luciana Serra. Hay que destacar sus
colaboraciones musicales con directores de orquesta como Daniel Barenboim,
Zubin Mehta, Riccardo Chailly, Nello Santi, Fabio Luisi, Daniele Gatti o Daniel
Harding. Su discografía comprende las ediciones DVD/Blu-Ray de las producciones
de La bohème de Salzburgo y Valencia, Falstaff de Zurich y Sallzburgo y Simon
Boccanegra del Teatro alla Scala de Milán.
Hay que incluir también sus
representaciones en el Noé del Arca de Noé de Benjamin Britten, Lord Rochefort
de la Anna Bolena de Donizetti, el Don Pasquale de Malatesta, el Ruggiero de La
judía de Halévy, o el rey, en el Cid de Jules Massenet, entre otras destacadas.
Un verano éste, de trabajo.
En este mismo mes de agosto, Massimo Cavalletti hizo su debut como Riccardo en I Puritani, en el Festival de Ópera de Savonlinna, los días 1 y 4, en una producción invitada del Teatro Real de Madrid, de Emilio Sagi, con la dirección musical del Maestro Evelino Pidò y escenografía de Daniel Bianco. Cantó junto a María José Moreno, que interpretó el rol de Elvira, Francesco Demuro el de Arturo y Fernando Radó el de Sir Giorgio. El Teatro Real y todo su equipo artístico y de apoyo volaron a Savonlinna y hay que decir que esta vez, también en el extranjero, dieron “el do de pecho”, como suelen hacerlo en casa.
El barítono de Lucca, nos
explica que “esta es mi segunda creación de Sir Riccardo Forth, después de mi
debut en ese rol en Florencia en 2015. Me agrada confesar que esta vez me
siento mucho más cómodo dentro de la piel de Forth, gracias al Maestro Evelino
Pidò, que me ayudó en la consecución de este pináculo del belcanto.
Riccardo para mí es un
carácter positivo, un hombre de grandes principios, víctima de un amor
desdichado. Lo más destacado de su papel se encuentra en el aria del primer
acto, cuando puede desvelar su alma gracias a la conmovedora partitura de
Bellini, y al final del segundo acto, en su dúo con Sir Giorgio, un pasaje
ampliamente conocido y popular, que subraya su enorme fuerza interpretativa y
moral.
Además, Emilio Sagi otorga
un sentido y una motivación a lo que sucede en el escenario pero esta
producción es además fantástica y especial por llevarse a cabo en el espacio
natural que ofrece el Castillo de Savonlinna, que es tanto un teatro en la
realidad como la realidad en el teatro.”
Después de algunos días de
vacaciones, cuyas fotos compartió con sus amigos y seguidores, en el mar, ha
retomado los ensayos y la localización de su próxima representación, como el
Ford de Falstaff en la Ópera de Astana, los días 1,4,6 y 8 de septiembre. El
mando de la nave, a cargo del Maestro Zubin Mehta, con quien ha colaborado
tantas veces por el mundo y la regia de Damiano Michieletto. Juntos en el
proyecto, otros cantantes como Ambrogio Maestri, en el papel de Falsftaff, y
el Fenton de Francesco Demuro. También participan Carmen Giannattasio y Annalisa
Stroppa para esta magnífica producción viajera, cuya responsabilidad es esta
vez del Teatro alla Scala (on tour).
Entrevista
A.P.: Has estado en todas
partes, en Japón, en Tokio…
M.C.: En Japón he visitado
muchas ciudades…tres veces, dos con el Teatro la Scala, en Masumoto, en China
en 2011 con Elisir d´amore.
A.P: En Europa también, en
los dos teatros Reggio, el de Parma y el de Torino, en Dublín, Amsterdam,
Bruselas, Valencia en España…
M.C: Valencia, Sevilla y
Barcelona en España y Valencia fue la primera, con Bohème y la dirección de
Chailly. Hicimos también un DVD, fue una experiencia increíble. Me gustó
muchísimo trabajar en el Palau, donde me he encontrado muy bien y también en
Sevilla. El teatro es bellísimo. Allí hicimos L´elisir, una hermosa producción
italiana, y trabajé en Barcelona con Carmen de Calixto, en 2015.
A.P: El día que estuve en
la rueda de prensa de Plácido Domingo comentaba la tiranía de los directores de
escena y decía que en Munich, había una ópera horrible desde hacía 20 años que
continuaba y defendía esta ópera semiescinificada que han hecho, el Macbeth.
Esta forma simple pero honesta de cantar ópera, sin tener una partitura delante
cuatro horas. La ópera es también teatro pero no solo eso. Carlo Colombara, el
bajo que tú conoces, decía en una entrevista que le hice detrás del Teatro Real,
también, “No es posible decir, “te mato con este cuchillo…y disparar una
pistola”.
M.C.: Yo trabajo con los
directores de escena modernos y también con los clásicos. He tenido la suerte
de haber participado en las producciones más antiguas que pueden encontrarse en
los grandes teatros del mundo, son fantásticas, la Carmen de Viena o la Bohème
de La Scala.
A.P.: Y el mundo de la voz…
M.C.: Y de la voz,
justamente. Al final, La voz vence
siempre, porque esta y la música están siempre “al top”, pero hay muchos “registas”
que toman ideas del texto, porque no es posible para todas las óperas, hacer
transposiciones a otras épocas, otras ideas, no se puede aplicar Freud a todas
las óperas del planeta.
A.P.: Soy psicóloga,
comprendo perfectamente lo que me dices. No siempre la ópera es tan complicada.
M.C.: Con todo el mundo de
hoy pero respetando los climas. Mimí muere de un cáncer, pero se aprecia el
final de la juventud en la sociedad de hoy.
Los sentimientos, creo, son siempre los mismos: el amor, los celos, el perdón,
el pecado, en todos los lugares del mundo, todos entienden el amor, o los
celos, pero hay que ponerlos de manifiesto.
A.P.: Es esto lo que
permite continuar a la ópera a través de los siglos.
M.C.: Claro. Por ejemplo,
si se quieren ver siempre los aspectos malsanos, por ejemplo, el sexo, en
escena, creo que hoy es inútil.
A.P.: En los montajes del
Teatro Real hemos tenido muchos desnudos, sexo, en las óperas…
M.C.: Pero el desnudo en la
ópera no tiene sentido, porque puedes abrir
Internet o mirar la televisión y encuentras pornografía en cualquier
parte, ya no hay secreto, ni en esto ni
en el tratamiento de la homosexualidad. Entonces, yo pienso, tal vez podemos
regresar a un neoclasicismo más respetuoso.
A.P.: En esta sociedad y rastreando
el origen de la partitura.
M.C.: .Sí, porque el
público busca en el teatro olvidar los problemas que tiene y también los que le
muestran en la televisión, no quiere encontrarse con lo mismo. Quiere
relajarse, soñar, pensar que hay un futuro.
A.P.: Jugar al juego de la
propuesta teatral y musical. Haber nacido en Lucca, la tierra de Puccini, ¿es
algo especial para ti?, porque se habla mucho siempre de la impronta que tiene
en los seres humanos el lugar donde se nace
M.C.: Yo he cantado
muchísimo Puccini. Me siento muy cercano a su lenguaje. El habla y describe
como alguien de Lucca.
A.P.: ¡Ah! No sé cómo
sienten los de Lucca. Sin embargo conozco bastante a los italianos porque mi
abuelo era italiano.
M.C.: Somos un pueblo
bastante cerrado en sí mismo que se abre sin embargo cuando está fuera de su
ciudad.
A.P.: Sois un poco etruscos…
M.C.: Hice un poco como Puccini.
Me fui de Lucca y todavía no volví. Lucca es muy católica, luego sales fuera y
tienes otra información y otras ideas. Lo percibo en su amor por la vida, por
las mujeres bellas. Yo también siento eso. Las palabras que Puccini utiliza en sus
óperas a menudo son dialectales. Y también la música es de mi tierra. Puedo
cerrar los ojos y ver mi tierra.
A.P.: Sin embargo suena muy
contemporánea y universal su música.
M.C.: Es cierto, pero
algunos momentos me resultan muy familiares, de mi lugar. El color, esos
marrones, verdes, esa zona nuestra, entiendes, del lago, donde vivió. Me siento
muy cercano a él.
A.P.: Pero sabes que si un
día vuelves, tu ciudad ya no será la misma y tú también serás alguien
diferente. Yo dejé mi ciudad hace muchos años y cada que vuelvo veo que no
soy la misma, ni el lugar, ni la gente.
M.C.: Pero esta idea está
en mí, es un poco romántica, pero te aseguro, me siento muy cerca de Puccini y
cuando vuelvo a Lucca lo siento. Es extraño, Lucca, te repito, es muy cerrada.
Cuando no sales no tienes la necesidad de irte, pero cuando te vas, te abres,
como le sucedió a Puccini. Entonces ya no sientes más deseos de estar encerrado
y esta gran apertura, en busca de vitalidad, esta necesidad del amor, de la
vida, se siente en sus óperas.
M.C.: Sí, lo es. Creo que
después de tantos años continuamos discutiendo sobre Puccini, que creó la
posibilidad de pensar, de intentar comprender qué hay detrás de sus personajes,
que son todos muy reales.
A.P.: Hay una clave, un
secreto para cada personaje. No quiero hablar de Turandot. Bohème parece muy
fácil …
M.C.: Bohème quiere enseñar
que en un momento de la vida la juventud termina y que hay que entender que no se
trata de buscar la felicidad efímera, de perder el tiempo. Y que hay que,
alguna vez, ser adultos, mayores. Cuando
Mimí muere, sus amigos se hacen adultos, se han convertido en hombres. Mimí es el
final de la juventud y el comienzo de la vida real.
A.P.: ¿Y la conciencia de
la no inmortalidad?
M.C.: Y de la existencia de
la verdadera vida.
A.P.: ¿Cómo nace tu interés
por la música?
M.C.: A los seis años
comencé a estudiar piano, órgano, cantaba en la iglesia, sin pensar en
convertirme en cantante lírico. Eso comenzó con 20 años. Encontré un sacerdote
que me dijo que podía dedicarme a eso. Pero yo no quería, quería ser ingeniero
y después sucedió que cuando me hice consciente del “canto canto”, “lírico
lírico”, poco a poco, empecé a creer que lo podía realizar. Y ahora, ¿qué te
puedo decir? A partir de ahí ha comenzado el amor, no es algo que nació cuando
era pequeño. No solía escuchar música lírica ni veía ópera. Ya trabajaba un
poco. Creía que la ópera no era para mí. Cuando hice ejercicios por primera vez
no me gustó.
A.P.: ¿Y ahora?
M.C: Ahora no puedo vivir
sin esto. Pero quiero decirte algo: no quiero hacerme mayor como Plácido o Leo
(Nucci). De aquí a 12 o 15 años, quisiera tener seguridad económica, pero luego
me gustaría tener una familia. Y dejarlo. El cantante lírico no tiene una
verdadera vida. Está casado con el canto. Me gustaría en cambio, tal vez,
enseñar, cantar conciertos, pero no quiero ser esclavo de mi voz, ¿entiendes?
Porque no es justo ser esclavo de la voz, hay otras cosas aparte del teatro,
¿no? Mi sueño es cantar los grandes roles verdianos, para descubrir la bondad
de los personajes y su psicología.
A.P.: Y respetar los
papeles en función de la edad?
M.C.: Sí y cuando llegue a
un determinado punto… no quiero continuar eternamente.
A.P.: Justamente quería
comentarte que Leo Nucci se ha vuelto inmortal con su rol de Rigoletto. ¿Cuándo
es el momento ideal para cantarlo?
M.C.: En mi caso, a los 42,
43, pero Nucci es un grandísimo artista que ha sabido utilizar su voz para
hacer todos los roles de padre verdiano. Es músico, toca varios instrumentos de
fiato, es regista, escenógrafo, compone también. Hace de todo. Es lo que se
considera un músico de verdad. En una reciente entrevista ha dicho que después
de Plácido y él no hay barítonos en el mundo de hoy. Creo que para nosotros,
jóvenes, es difícil ser artistas líricos, porque faltan los maestros. No hay
muchos maestros, la relación entre los directores, los registas y los cantantes
no existe. Nucci y Plácido han tenido enormes directores que les han enseñado
mucho, el trabajo de cada día, con Mehta, con Maazel, con todos y registas como
Zeffirelli y han crecido con su música, el teatro era entonces de los grandes.
Hoy cada uno debe salvarse solo y tampoco la vida del cantante hoy no tiene
esos grandes cachés ni esos privilegios…
A.P.: Para vivir como
príncipes…
M.C.: Ni el trato. Hoy ser
un cantante lírico es muy distinto, no solo debe preocuparse de la voz.
A.P.: También cambió el
público.
M.C.: Sí, el público
también está un poco perdido. Antes se trabajaba para tener un gran resultado,
hoy para vender entradas. Es importante tener el teatro siempre lleno. El
público se habitúa a esto. Es como si fueras a comer a un gran restaurante y la
comida que te dan es cada vez peor, pero como es famoso piensas que sigue
siendo excelente.
A.P.: Todo se vende como un
producto.
M.C.: Si el patrocinador quiere
tanto público… hay que procurar conseguirlo, pero estimo muchísimo a Nucci, a Domingo,
que han conseguido llegar a una cierta
edad y llegar bien. A los sesenta o setenta no es fácil mantenerse. En la
lírica se trata de quién llega el último, no el primero. Es una carrera.
A.P.: De fondistas.
M.C.: Hemos visto tantos
cantantes brillantes que luego se han perdido por el camino, porque han escogido
un personaje demasiado pronto, porque querían ser los mejores a los 30 y eso es
imposible.
A.P.: Porque se han
expuesto demasiado. ¿Cuáles son tus modelos como cantantes? Hemos hablado de
Nucci, de Domingo.
M.C. Para mí Bastianini
junto con Cappuccilli. Ellos dos son columnas.
A.P. : Cappuccilli tenía una voz maravillosa.
M.C.: El barítono es una
cuerda particular, porque es la verdadera voz del hombre sin forzar No hay
extremos. Existen, pero en los barítonos de hoy hay voces óptimas, aunque
debemos dar la posibilidad a los jóvenes de hacer la experiencia. No se me
puede comparar, con casi 39 años, con
Nucci o Domingo. Se recuerda a los cantantes de veteranos, habría que
recordarlos de jóvenes.
A.P.: Esto es más fácil hoy
en día con Youtube.
M.C.: Pero no siempre
encontrarás las grabaciones de hace años. Te repito, en mi generación, hay muchos
barítonos jóvenes que pueden ser grandes en el futuro, pero debe dárseles la
posibilidad de crecer. Hay dos generaciones de barítonos que se han perdido,
porque han escogido mal el repertorio. Han quedado los consagrados y los más
jóvenes. En el medio ya no hay nada. Hay que dejar a la voz el tiempo de
crecer.
A.P.: Y también al ser
humano, porque la voz no es algo separado de la persona. ¿Tienes otros
proyectos con el Teatro Real? ¿Cómo te sientes con el rol de Puritani, de
Riccardo?
M.C: Es un papel magnífico
y de los mejores del bel canto, que requiere capacidad vocal y una atención a
la técnica. Es la primera vez que trabajo con el Teatro Real, que es una sala
preciosa y tiene una organización excelente.
A.P.: Creo que está pasando
una buena época…
M.C.: Espero poder volver a
colaborar y venir a cantar al Real porque me parece increíble. No hay proyectos
seguros pero estamos hablando y espero regresar pronto a actuar en España, un
lugar donde la ópera se aprecia y el
público tiene una conciencia del arte elevada.
A.P.: Entre tus compañeros
de viaje están Nucci, Mehta, ¿son importantes estas figuras como modelos?
Acabas de cantar esta primavera con Mehta en el Maggio Fiorentino, el Rodrigo
del Don Carlo…
M.C.: Con el maestro Mehta
tengo una excelente relación, porque con él debuté en todas las óperas
verdianas que he cantado y tenemos siempre buen rapport para hacer ópera
juntos, en el Maggio, en La Scala y con los otros con quienes he trabajado,
siempre han aportado algo más al artista. Transmiten una experiencia, un
conocimiento que mira a la vez, al pasado y al futuro.
A.P. Han recogido toda la
historia anterior y la pasan.
M.C. Este es el rol de un
maestro. No hacer ver que es un maestro, sino enseñar como tal. Esto es
importantísimo.
A.P. ¿Qué me puedes decir
de tu técnica que no sea un secreto?
M.C: La técnica es algo que
te salva cuando estás mal. El cantante que funciona bien canta con su
naturaleza. La técnica te ayuda a engrasar todo y te sirve para cambiar la voz
en los diferentes repertorios, para adaptar, para ahorrar energías en una ópera
larga y lo más importante: para conseguir utilizar el sentimiento, la voz y el
cuerpo de una vez. No es solo respirar, cantar, sino utilizar el cuerpo y
forjar el sonido y la palabra, lo más importante de la ópera, la dicción, el
lenguaje de la ópera lírica, es una palabra que pasa dentro del sonido que la
sostiene. Es un mensaje triple hacia el público: ver, sentir y escuchar. Esto
aporta la técnica.
A.P.: ¿Cómo se construye el
personaje?
M.C.: Se construye con la
lectura histórica y la atención profunda buscando la correspondencia entre
personaje y personaje. Considerando las palabras escritas, cómo son de fuertes,
la música, si de tensión, relajante, dulce, intensa, todas las notas tienen un
color y el cantante es como un pintor con una paleta llena de colores y pone a
cada palabra un color y la misma palabra puede tener dos colores. Negro, rosa,
depende cómo lo sientes. Puedes cantar una frase con gran depresión o gran
felicidad.
A.P.: Esto debes buscarlo
en las ideas del compositor y el libretista.
A.P.: Amo al marqués de Posa
del Don Carlo de Verdi, un personaje muy especial para mí. Por eso he ido hasta
Florencia, al Maggio, a verlo. ¿Qué significa? ¿Es alguien evanescente? ¿Describe la falta del sentido de la
realidad, la fuerza, la valentía, la honradez?
M.C.: Mira, es un político
que cree en el ideal de la libertad, la igualdad de los hombres. El personaje
que Schiller coloca como apertura de la revolución Francesa.
A.P.: Y puede aportar una
respuesta a sus preguntas…
M.C.: El sabe que morirá,
después del cuarteto sabe que su vida terminó pero no le importa. Como Jesús,
que muere para salvar todos los hombres como Rodrigo. Ha dejado la espada para
tomar el ideal. La revolución francesa. La igualdad. No es posible, pero es el
ideal. Sin esto, estaríamos en las cavernas, no en el espacio. Pero estos
parámetros están en la base de nuestra
sociedad: la guerra, la destrucción de todo. El espíritu es otra cosa.
A.P: ¿Cómo haces para
aprender tantas cosas mientras cantas?
M.C.: Intento estudiar la
mentalidad humana y trabajar conmigo mismo.
A.P.: ¿Solo? Es una pregunta
un poco indiscreta.
M.C.: También tengo
maestros, el hombre es un poco…, sabes, hay que darle una forma.
A.P.: Cada vez, cada día,
recomenzar otra vez.
M.C.: Es la vida que
tenemos. Nos equivocamos y aprendemos a entender. Los jóvenes vendrán, por
ejemplo al teatro, cuando le demos lo que necesitan. Hoy es muy difícil
gestionar los problemas, pero si un estado no aporta la enseñanza en el cine,
el teatro, los media, no dice qué es importante, las personas tomarán lo más
fácil, el camino más breve que no es el mejor. El largo sí. Nuestros jóvenes
ven la televisión y piensan que lo que ven es real. Por eso en el teatro
debería existir la cultura de la verdad. Pero es difícil de digerir esto. Si
los gobiernos venden la verdad, se desmoronan. Mejor vivir en un mundo de cosas
con las que perdemos el tiempo sin saber qué hacemos realmente. El teatro vende
una parte de verdad y el artista debe agregar las cosas como son.
A.P.: Hemos construido un
universo que no funciona.
M.C.: Sí, de miedos,
tenemos miedo de hacer, pero debemos hacerlo. Hay que recuperar la confianza en
el hombre, en nosotros y ofrecerla, la confianza. Si no la das, nunca la
tendrás.
A.P.: Porque si esperas que
comience el otro… Muchísimas gracias, Massimo y muchos roles.
M.C.: Gracias a ti. Ha sido
un verdadero placer.
A.P.: Y también, “in bocca al lupo” per Astana. Nos vemos.
A.P.: Y también, “in bocca al lupo” per Astana. Nos vemos.
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