El hallazgo de los cadáveres de cuatro reses en las costas canarias
alerta sobre las condiciones del traslado del ganado en el comercio
internacional
OCTAVIO TOLEDO
Uno de los toros, el que apareció muerto en una playa de Granadilla
de Abona, en Tenerife, en marzo.
Hace justo un año, una vaca apareció varada en una playa del sur de
Gran Canaria. Un hecho insólito en unas islas acostumbradas a que el mar les
devuelva, si acaso, cuerpos inertes de ballenas y delfines. Pero no se trataba
de una misteriosa anécdota. En la última semana de marzo, tres toros llegaron a
las costas del archipiélago. Los cadáveres los arrojan por la borda en los
barcos que los transportan desde América al norte de África y a Oriente Medio.
La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas no encuentra otra
explicación.
La presencia de estos cuerpos hinchados que llegan a las islas
arrastrados por las corrientes marinas revela las terribles condiciones que las
reses soportan durante los traslados, y que diferentes organizaciones
animalistas aseguran que también se dan en los buques que parten desde Europa,
España incluida.
El vertido de cadáveres de animales al mar está regulado dentro del
Convenio MARPOL de la Organización Marítima Internacional (OMI), dependiente de
Naciones Unidas. La normativa establece que los cuerpos habrán de ser troceados
o tratados de manera que se vayan al fondo inmediatamente, y que, además, el
buque deberá estar en ruta a 100 o más millas de la costa más cercana. “De ello
se deduce —explican desde Marina Mercante— que presuntamente algunos de estos
buques incumplen el convenio y no tienen presentes las directrices de la OMI,
por lo que pueden ser sancionados”. Eloy Ruiloba, profesor de Derecho
Internacional Público de la Universidad de Málaga, recuerda que en aguas
internacionales rige la ley del pabellón del buque: “Por eso hay barcos con
banderas de países con mayores niveles de corrupción o con normativas mucho menos
exigentes". El último de esta clase
que pasó cerca de aguas canarias (hace solo unos días), el Polaris 2, llevaba
la bandera de Panamá.
La dificultad está en identificar a las reses y al navío del que
proceden. La fotoperiodista canadiense Jo-Anne McArthur, con numerosos trabajos
relacionados con animales en transporte por todo el mundo, explica por correo
electrónico que “a veces, los animales son arrojados con las orejas cortadas
para evitar el acceso a la etiqueta que los identifica”. Aunque los aparecidos
en las islas no estaban mutilados, su identificación fue imposible, por lo que
se les consideró un residuo y fueron eliminados como tales.
Las embarcaciones que transportan animales vivos suelen llevar
entre 20.000 y 30.000 cabezas de ganado y ni un solo veterinario, por regla
general, señala en su página web la organización Animals International,
referente en la lucha por los derechos de los animales. En el viaje, trayectos
de hasta 12.000 kilómetros, mueren varios cientos de ellas en los más de 20 días
que puede extenderse la travesía si salen desde América. Se trata de barcos
que, en muchos casos, fueron construidos para otros fines (por ejemplo, para
transportar vehículos), y que se convierten en auténticas cárceles para el
ganado, según Animals. Esta asociación lleva años denunciado las penurias que
sufren las reses en las embarcaciones que las transportan por todo el mundo:
"Ahogados en sus propias heces, sin espacio suficiente para moverse,
soportando temperaturas tan altas que se cuecen, literalmente, hasta
morir". Añaden casos de deshidratación, heridas que se infectan, fatiga o
enfermedades.
¿Cuántos barcos provenientes desde países como Uruguay, Brasil o
Argentina rumbo al Mediterráneo oriental y África transitan por aguas españolas
o cercanas? ¿Cuántos animales transportan? Es imposible recabar esos datos,
aseguran desde Marina Mercante, porque los navíos no tienen restricciones de
paso. Pero como no comparten la normativa europea, para evitar la propagación
de enfermedades, cuando se detienen en algún puerto español a avituallarse,
cargar pienso o combustible, se adoptan restrictivas medidas de control
sanitario que consisten en evitar al máximo el contacto con ellos. Está
prohibido desembarcar, ni personas ni ganado. Para que alguien de la
tripulación tome tierra deben darse “motivos debidamente justificados”.
Una vaca inmersa en heces durante un transporte marítimo.
Aun cuando los barcos permanecen lejos fondeados sin tocar siquiera
puerto, el hedor los delata. En uno de sus trabajos fotográficos en Israel,
Jo-Anne McArthur recuerda que “el buque apestaba a excremento y orina por las
condiciones inmundas” en las que estaba. En Canarias, por esa misma razón se
les llama “barcos apestosos”. En ocasiones, en Santa Cruz de Tenerife o en Las
Palmas de Gran Canaria, el hedor de alguno de esos barcos alcanzaba a toda la
población.
En el caso de España, los puertos de Tarragona y Cartagena se
encuentran entre los que más ganado, español y de otros países europeos como
Francia o Polonia, envían a África y Oriente Próximo. Según Puertos del Estado,
en 2018 se exportaron desde esas ciudades 134.000 animales vivos hacia Turquía,
Egipto, Líbano, Libia y Argelia. En el puerto de Algeciras se embarcaron otros
13.000 con destino a Marruecos. Los rituales de sacrificio de los países
musulmanes requieren que el ganado se transporte vivo.
Si bien en territorio europeo rigen normas de protección y
bienestar animal más restrictivas, una vez los barcos zarpan y se adentran en
aguas internacionales la cosa puede cambiar. Entre 2016 y 2017, Animals
International desarrolló una investigación en Europa (continente del que salen
cada año más de un millón de animales vivos) que reveló que al horrendo viaje y
las condiciones en que este se desarrolla aguarda una segunda parte en los
países de destino también espeluznante. “Toros aterrorizados y plenamente
conscientes alzados al techo por una pata trasera antes de que se les corte la
garganta en mataderos turcos, o ganado torturado con pinzas eléctricas antes de
su izado y sacrificio en Líbano”, indican en el informe que elaboraron y que
dirigieron a las autoridades europeas solicitando la prohibición de transporte
de ganado vivo desde la UE. La rama local Animals International también ha
solicitado esta prohibición en Australia, donde el fenómeno es similar.
Para la presidenta de la Asociación Defensa Derechos Animales
(ADDA), Carmen Méndez, “es totalmente injusto que unos animales que nacen y se
crían en un país con una legislación que los protege pierdan todos los derechos
en cuanto pasan una frontera”. Y expresa además su decepción por el hecho de
que estas situaciones “se silencien”. Hasta que un cadáver llega a las costas y
surgen las preguntas.
https://elpais.com/sociedad/2019/04/11/actualidad/1554979226_956313.html
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