ULISES CULEBRO
Desde el Domingo de
Ramos al de Resurrección vuelven los cirios y los tambores, las mantillas, los
báculos, los faroles y ciriales, los olivos, los costaleros, las palmas y los
Santos Sepulcros, las lágrimas de vidrio o de diamante, los penitentes azotándose
con látigos.
Este año los autos
sacramentales callejeros van a coincidir con la radiante primavera, que nunca
llega sin flores. Ya dijo el poeta que la flor sabe ser blanca cuando es jazmín
y morada cuando es lirio. Entre Dolorosas ceñidas de flores, el olor a incienso
y a azahar, desfilarán los pasos procesionales y también los políticos
mendicantes que van a pedir el voto.
En la Guerra Civil
-y antes, cuando los románticos- los viajeros se quedaban alelados viendo a los
legionarios izando Cristos de nogal que mostraban el miembro viril. Ilyá
Ehrenburg se quedó sin habla cuando vio a una Virgen Dolorosa enjoyada como una
duquesa y con vara de mando. En el entierro de Durruti oyó sonar un himno de
Semana Santa.
Hasta los Papas han
intentado quitar algunas escenas esperpénticas o truculentas: latigazos o
penitencias excesivas. Pero todos los intentos de suprimir las procesiones
-desde Godoy a Azaña, desde los anarquistas a Podemos- han sido inútiles. La
afición se mostró intolerante con los que criticaron los toros o los nazarenos.
Alfonso Grosso, autor de El capirote, una novela sobre la Semana Santa de
Sevilla prohibida por la censura y publicada en México, fue zarandeado por las
cofradías. Contaba la historia de un jornalero que va en una cuadrilla de costaleros
y muere bajo el paso del Crucificado. Amenazaron a la esposa del escritor por
teléfono: "Dile al cabrón de tu marido que le vamos meter el capirote por
el culo".
Santi Abascal acaba
de decir a Susanna Griso que sus posiciones no tienen que ver con cuestiones
religiosas; como católico respeta las opiniones de Bergoglio, pero no las
comparte: "No habla en calidad de Papa". En toda España, lo que atiza
Vox es el entusiasmo por las tradiciones. Entusiasmo es una palabra griega que
significa "emoción y acaloramiento de las entrañas". Vox está
conectando con el inconsciente de una parte silenciosa de la población. En
Cádiz proponen que la Semana Santa sea declarada Patrimonio Cultural de la
Humanidad, no sólo por piedad, sino por negocio: "Que nuestra Semana Santa
ostente tan preciado galardón aportará [...] a la hostelería en particular un
importante balón de oxígeno que creará puestos de trabajo ante la demanda de
visitantes que quieren ver [...] el paso de horquilla y sus maniguetas".
Esto es lo que
vuelve: un partido que apoya las Borriquillas y las Santas Cenas y que, según
algunas encuestas, se sitúa en tercera posición.
https://www.elmundo.es/opinion/2019/04/09/5cab6f5e21efa0ba668b45fa.html
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