LUIS
MARTÍNEZ
Al principio fue el lápiz, un simple e inanimado trozo de grafito
negro. Y al final (más en concreto, 129.600 fotogramas después), 'Up',
de Pete Doc, probablemente la mejor película animada de la historia, y con
toda seguridad una de las más inquietantes comedias de los últimos años. De por
medio, el talento de un grupo de artistas dirigidos por John Lasseter que,
queriéndolo o no, ha redefinido el arte popular de este siglo, el XXI. Hablamos
de Pixar,
la factoría de creadores que ocupan su particular
arcadia cerca de San Francisco, y que, desde mañana 21 de marzo
hasta el próximo 22 de junio, deja ver parte de su trabajo a lo largo de 25
años en las salas de exposiciones del edificio de Caixaforum en Madrid.
Básicamente y por resumir mucho, la exhibición reproduce a su manera
la que presentó el MoMA de Nueva York en 2005 y que desde entonces ha
recorrido medio mundo. O casi. Así, de la mano de 402 piezas entre dibujos,
'colorscripts', maquetas, vídeos e instalaciones, ordenados todos ellos en
torno a tres ejes (el personaje, su mundo y su historia), la idea es acercar al
espectador a la aventura creativa, llamémoslo así, de 12 largometrajes que, sin
duda, han marcado algo más que simplemente la historia del cine.
Insiste Elyse Klaidman, directora de Pixar University y responsable de
la muestra, que todo el empeño es ver, tocar incluso, el trabajo de unos
artistas. Y ya está. "No hablamos de tecnología. Es otra cosa. Es
arte", dice y no queda más que darle la razón. Pixar no sólo ha
revolucionado la industria del entretenimiento sino que, a su modo, ha
transformado la propia mirada del espectador. No hablamos de cine de animación,
hablamos de cine.
Imagen de 'Up'
Desde la trilogía entera de 'Toy Story'
a la citada 'Up' pasando por 'Wall-E',
por citar las cinco obras maestras indiscutibles, la idea siempre ha sido
borrar las propias fronteras que desde su origen han sostenido al cine de
animación. "La animación no es un género, es simplemente una
herramienta. Con ella se pueden hacer 'thrillers', comedias o dramas",
declaraba en su momento Lee Unkrich,
el director de la tercera entrega de los juguetes vivientes y el primer
no-animador en dirigir una película de animación.
Y en esa idea se ha mantenido firme una compañía que nació por culpa
de un divorcio. Tal cual. En 1986, George Lucas acudió al creador del iPod,
Steve Jobs, y por 10 millones de dólares desgajó de Lucasfilm uno de esos
juguetes destinados a revolucionarlo todo, pero que no terminaba de arrancar:
Pixar. La separación carísima de su señora tenía al señor de las Galaxias a un
centímetro del lado oscuro de los bancos: los temidos números rojos.
"Tenían una tecnología increíble y no sabían qué hacer con ella".
Jobs se explicaba de esta guisa en una entrevista. Pero lo justo sería decir
que ni él mismo tenía una idea precisa sobre cómo rentabilizar su compra. ¿Cómo
sacar dinero a un programa que generaba gráficos en tres dimensiones? Pues de
eso se trataba.
Nominación al Oscar
La primera idea fue aplicar el invento en algo tan práctico como la
confección de dibujos tridimensionales para... ¡radiografías! John Lasseter,
procedente de Disney, tenía otros planes. De sus desvelos saldrían algunos
anuncios para televisión y el primer cortometraje íntegramente dibujado por una
máquina, 'The adventures of André and Wally B.' (1984). Posteriormente
llegaría la primera nominación a un Oscar por 'Luxo Jr.' (1986), otro corto.
Los dos se pueden ver en la exposición. La distancia y el tiempo les han
convertido en unos rudimentarios artefactos con el brillo de las auténticas
joyas de la corona. Irresistibles.
Algo más tarde, en 1991, con Jobs dentro de Pixar en calidad de dueño
y señor, todo cambiaba. Ese año, Lasseter se acercó a Disney, de donde
procedía, para solicitar un favor: la financiación de una película para
televisión. Disney contestó con una contraoferta irrenunciable: la finaciación
de tres películas, pero para los cines. La primera de ellas, estrenada en 1995,
fue 'Toy Story', el que fue el mayor éxito del año en taquilla y uno de
los ejercicios creativos capaz de convertir la animación en algo más que un
entretenimiento para niños. 'Toy Story' es, antes que nada, una comedia, una
grandísima comedia. Empezaba la revolución.
Desde ese momento, Disney se fue aprovechando de un acuerdo que le
permitía quedarse con el 60% de los beneficios en concepto de distribución.
Mientras Pixar producía éxito tras éxito, Disney se hundía. El favor hacía su
camino de regreso. Y así hasta llegar a 2004. Ese año Jobs se plantó y amenazó
con acudir a otro estudio para asegurarse la distribución de sus películas si
el acuerdo no se equilibraba. El padre de Apple ya sabía por fin en qué emplear
su compra mejor que en radiografías. El acuerdo llegó dos años más tarde:
Disney compraba Pixar, Jobs entraba a formar parte del consejo de
administración de Disney y Lasseter, el dibujante que trabajó en la casa de
Mickey cinco años desde su graduación en 1979, volvía, pero como jefe.
De esta forma, cuando en enero de 2006 Disney compró Pixar a Jobs por
7.400 millones de dólares, los herederos de Walt señalaban el camino que iba a
seguir la animación a partir de ahora. El reconocimiento de la superioridad
artística de Pixar dejaba a Jobs una plusvalía, tanto artística como pecuniaria
apabullante.
El resto es historia. Si gustan de los números se podría decir que
desde ese primer impulso a ahora han pasado 30 premios Oscar y 14
largometrajes. Pero eso sólo es humo. Lo que cuenta es otra cosa y eso otro
es lo que deja ver una exposición pensada para despejar dudas. Pocas
experiencias (a un lado montar en globo) comparables a 'Artscape', una
película que se cuela en la trastienda creativa y conceptual de uno de los
grupos de artistas más influyentes de la actualidad.
Y ahora, y por decirlo todo, sólo falta esperar al estreno de
'Inside out', también dirigida por Doc. Ella es la cinta destinada a
exorcizar un periodo reciente de dudas plagado de segundas partes e ideas
rutinarias. La película, que cuenta lo que ocurre en el interior de la cabeza
de una niña de 13 años, parece la señalada a tomar el relevo de 'Up'. Y todo
desde un lápiz. Basta esperar 129.600 fotogramas.
http://www.elmundo.es/cultura/2014/03/20/532b0b45ca474116288b457e.html
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