A partir del viernes 28 de marzo, y hasta el 6 de julio, puede verse en la
Fundación Juan March (www.march.es, Facebook, @fundacionmarch, +fundacionmarch) la primera retrospectiva que se ofrece en España del pintor abstracto
norteamericano de origen alemán Josef Albers (1888-1976). Albers, diseñador,
fotógrafo, tipógrafo, incluso poeta y, sobre todo, pintor abstracto, a menudo
decía que uno de sus objetivos en el arte y en la vida era conseguir “el máximo
efecto” por “medios mínimos”. Por eso la exposición que inaugura la Fundación lleva
por título JOSEF ALBERS: MEDIOS MÍNIMOS,
EFECTO MÁXIMO.
Compuesta por más de un centenar de
obras y otras piezas -además de mobiliario, objetos, fotografías y diverso
material documental-, la muestra ha sido concebida y desarrollada durante los
últimos tres años en colaboración con la Josef and Anni Albers Foundation
(Bethany, Connecticut).
El hilo conductor de esta exposición no es, a pesar de su carácter de
retrospectiva, el simple recorrido cronológico por la obra del artista -un recorrido
que ya de por sí sería enormemente enriquecedor e instructivo-, sino la
consideración de la obra de Josef Albers
como un proyecto tan coherente como
peculiarmente dirigido por una decidida voluntad de simplicidad, por el uso productivo de medios y recursos
intencionadamente limitados, por el respeto al trabajo manual y por el énfasis
en la experimentación con el color,
que desemboca en la materialidad de una obra de alto contenido poético y
espiritual. La obra de Josef Albers
es, decididamente, el resultado de una experimentada administración de recursos
artísticos. Su arte es, en su totalidad, el resultado de una verdadera
“economía de la forma”.
Salvo sus primeros pasos en el
lenguaje expresionista típico de la Alemania de principios del siglo XX, la
obra de Josef Albers está
absolutamente regida por una economía de
medios que constituye el auténtico principio rector de su práctica
artística. Uno de sus primeros textos, publicado en 1928 bajo el título de
“Werklicher Formunterricht”, empieza así: “vivimos en una época orientada a la economía”; y añade: “en
épocas anteriores era más importante la visión del mundo”. Sin embargo, la
noción de economía manejada por Josef
Albers no es la del intercambio de bienes, no es la limitada economía del
mercado. Es economía en un sentido más profundo, más universal, es la economía
de las relaciones de los seres humanos entre sí y con los objetos del mundo.
Desde esa perspectiva más amplia, esta exposición –y su catálogo– exploran
también el proceso del trabajo artístico y la labor pedagógica, teórica y
práctica, de Josef Albers. Pues Albers
fue, también en este último campo, una figura muy especial: alumno y
después maestro en la Bauhaus de Weimar y Dessau, docente en Black Mountain
College y, finalmente, en la Universidad de Yale, su vida estuvo unida como la
de apenas otro artista del siglo XX a los dos experimentos de enseñanza del
arte más atrevidos del último siglo. La exposición intenta hacerse cargo de la fuerte vocación pedagógica de Josef Albers, incluyendo materiales y
ejercicios de sus alumnos en la Bauhaus y en Yale (singularmente los de su
última etapa universitaria, los trabajos de alumnos de Yale con los que Albers estructuraría su célebre Interaction of Color).
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