MATíAS NÉSPOLO Barcelona
La pregunta elíptica que sobrevuela es qué sentido
tiene una tradicional y estática feria para profesionales en la era de las
pantallas, cuando la información viaja a lomos de fibra óptica y los negocios
editoriales se realizan durante todo el año a golpes de ratón. Nuevas
coordenadas que desde hace años vienen cambiando la naturaleza y la función
tanto de la Feria de Frankfurt -la mayor cita internacional del mundo del
libro, a cuyo volumen de negocio sólo se acerca la Feria de Londres-, como la
larga lista que viene detrás: Guadalajara, Buenos Aires, Santiago de Chile...
entre otras, que se definen más por su carácter masivo y un apretado programa
de actividades.
Ése es el contexto que obliga a reposicionar
Liber, la feria organizada por la Federación de Gremios de Editores de España
entre Madrid y Barcelona. "Liber tuvo en su día mucha relevancia para la
edición española y latinoamericana pero, con las nuevas tecnologías, cumple
poco a poco un papel más bien protocolario. Funciona como antesala de Fráncfort;
ya no hace falta esperar a octubre para cerrar operaciones. La venta de
derechos es casi nula", reconoce Santos Palazzi, directivo de la división
digital del Grupo Planeta.
De allí los cambios introducidos al salón, que ya
en la edición 2013 dejó a un lado su carácter estrictamente profesional y abrió
sus puertas al público. Liber 2014 (del 1 al 3 de octubre, en Fira de
Barcelona) refuerza esa línea ampliando sus actividades literarias, con la
presencia de medio centenar de autores, y un programa en el que
destaca el homenaje a la escritora Ana María Matute, conferencias, mesas
redondas y los Premios Liber a la trayectoria y el fomento de la lectura, que
distinguen al presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, a Antonio Muñoz Molina
y a la Librería Machado.
"Se profundiza la presencia de autores y la
apertura al público con la intención clara de disputarle a Guadalajara el punto
de encuentro de la edición hispánica", resume Daniel Fernández, presidente
del Gremio de Editores de Cataluña. Si "en cuanto a mercado de derechos
Fráncfort y Londres son imbatibles", como reconoce el editor Emili
Rosales, la opción sensata que le queda entonces a Liber es reforzar también su
vieja función de salón para la exportación del libro español orientado a
bibliotecas, instituciones, librerías y saldistas de América Latina.
Lo cierto es que mientras el salón se esfuerza en
encontrar su lugar dentro del circuito internacional y en no perder su cuota de
negocio del libro en papel, las principales inquietudes de la industria no son
analógicas, sino digitales. Eso evidenció el seminario Los retos de la edición
digital, organizado por la Universitat Oberta de Catalunya el pasado jueves en
Barcelona.
El impacto de nuevos dispositivos y aplicaciones,
el futuro del papel y la transformación de la lectura en las pantallas o la
construcción de un nuevo tipo de lector social a través de las redes fueron
algunos de los temas de discusión. Pero sin duda la irrupción de los
grandes operadores tecnológicos es lo que más preocupa. De allí que La
polémica sobre Google Books fuera la mesa redonda más caliente, protagonizada
por el director de Google Books en España y Portugal Luís Collado; la
catedrática de propiedad intelectual Raquel Xalabarder; Patrícia Riera, de la
sociedad de gestión de derechos CEDRO, y el catedrático de Ciencia Política
Joan Subirats.
Para Collado, lo que está en juego es el supuesto
"dominio público", la "orfandad de derechos" de los más de
200 millones de títulos publicados desde Gutenberg (sólo un 25% accesibles hoy
en día y apenas un 10% bajo el régimen de copyright). De momento, existen
diferentes legislaciones internacionales al respecto y un precedente: el fallo
de la justicia americana de noviembre de 2013 favorable al buscador frente a la
demanda de autores y editores sobre la llamada doctrina del 'fair use' (uso
justo), que complica las cosas. "Google no se mueve por altruismo en este
tema", puntualizaba Riera, mientras se preguntaba: "¿Es razón
suficiente la utilidad social para hacer caer los derechos de los titulares de
las obras?». Mientras que Subirats se preguntaba si «la acumulación de recursos
y contenidos de Google, que está construyendo una suerte de monopolio, ¿no
responderá a fallos de lo público?". "Me gustaría ver una especie
de Wikipedia Books y no el patrimonio universal en manos de una
corporación", arremetió el catedrático. El debate sigue abierto.
"Google Books no pretende convertirse en la
Biblioteca de Alejandría, sino una nueva forma de acceso al conocimiento",
asegura Luis Collado, director de Google Books en España, haciendo hincapié en
la universalidad y la utilidad social del proyecto. El buscador ya cuenta con
30 millones de títulos digitalizados en más de cien países y en más 400
idiomas. Los profesionales de la industria, por su parte, mantienen recelo y
desconfianza frente a la agresiva política del gigante. "La falacia de
Google es que sea un ente benéfico al servicio del lector universal",
resume el editor de Edhasa y también presidente del Gremio de Editores de
Cataluña, Daniel Fernández. "Busca el negocio y para ello necesita cada
vez más contenidos y más vistas. Cuando hablan de obras huérfanas también están
atentando contra los derechos del editor, que es el que paga un estudio
preliminar, la fijación de un texto y las notas, por ejemplo, de un clásico. No
hay nada realmente gratis, siempre alguien paga por ello", alerta.
"Es necesario legislar, pelear y pleitar para que reconozcan los derechos
de autores y editores", concluye. / MATÍAS NÉSPOLO.
http://www.elmundo.es/cultura/2014/09/29/542920ede2704e4a528b4578.html
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