La
Albright Fashion Library de Nueva York es el showroom de alquiler y consulta de
moda mas cotizado del mundo. Patricia Black, su directora creativa, nos abre
este histórico almacén
Alejandra Musi
Patricia Black nos recibió con chaqueta de Isabel
Marant, jeans de GAP y camisa de J. Crew: «Soy clásica. Me gusta sentirme libre
y cómoda».
La Albright Fashion
Library no hace publicidad. Ubicado en el primer piso del número 62 de Cooper
Square –en el downtown
neoyorquino–, para entrar en este exquisito showroom
hay que llamar a una puerta de madera blanca sin señal alguna. Al abrirse y
subir un par de escalones, lo primero que se ve a la derecha es una larga mesa
en la que dos chicas, rodeadas de catálogos y muestras, trabajan en sus
ordenadores. Son las asistentes personales de Patricia Black, que en Nueva York
es conocida como «la estilista de los estilistas». Ella lo sabe todo acerca de
quién es quién en el mundo de la moda y no tiene reparos en afirmar que muchos
editores y expertos de la industria, en algún momento, han ido a verla para
pedirle consejo o alquilarle algún estilismo.
Nada más pasar el hall, un almacén de 2.200 metros
cuadrados se abre ante nuestros ojos. En los cientos de estanterías e
interminables filas de burros cargados de ropa se pueden encontrar las prendas
más curiosas: vestidos florales icónicos diseñados por Ghesquière para
Balenciaga, una chaqueta de Balmain con un look
de rock star que usó Gisele Bündchen
en un editorial de Vogue américa, el
vestido de borlas y flecos de Dolce & Gabbana que Lindsay Lohan lució en
una de sus primeras películas, monos de satén de Yves Saint Laurent o una
colección de coloridas bolsas Hermès de diferentes temporadas. En total hay
unas 20.000 piezas; 2.500 de ellas son vestidos con firmas de reconocidos
diseñadores; 3.000 zapatos firmados por Jimmy Choo, Christian Louboutin, Manolo
Blahnik o Prada. Sombreros, plumas, encajes, pieles, joyería…
Todas las piezas pertenecen a Irene Albright, considerada
una de las 10 estilistas más importantes e influyentes de los años 70. Mrs.
Albright, al terminar un shooting,
solía comprar toda la ropa usada en el trabajo, a la que trataba de
«inversión». Años más tarde, con su colección creó una empresa llamada Imelda’s
Closet (el armario de Imelda) al que los estilistas neoyorquinos comenzaron a
acudir a alquilar ropa para sus producciones. Así fue como Patricia Black y
ella se conocieron y terminaron dando forma a lo que hoy en día es la Albright
Fashion Library.
«Llegué a la ciudad a finales de los 90 desde un suburbio
americano y, tras conseguir mi primer trabajo de estilista, alguien me dijo:
“Tienes que ir a Imelda’s Closet”. Ahí conocí a Irene y conectamos de
inmediato. Imelda era el lugar al que iban todos en el mundo de la moda»,
recuerda Patricia. «Después de hacer muchas cosas por mi propia cuenta [también
ha sido directora de arte en cine], Irene encontró este local, creamos juntas
la Albright Fashion Library y me pidió que me pusiera al frente».
Auténtica y atrevida, la experta nos cuenta cómo ha
conquistado (y sobrevivido a) Nueva York: «Siempre he buscado ser yo, mantener
abiertos los ojos. En esta ciudad siempre pasan cosas y hay que absorberlo
todo. Si te duermes, te pierdes». Su objetivo es lograr que éste sea un lugar
que haga posible que «todas las mujeres puedan vivir su propia alfombra roja,
al menos una vez en la vida. Relaciones públicas, modelos, celebridades... Las
clientas vienen a crear su modelo perfecto para una ocasión especial, que puede
ser una cena importante, un evento de trabajo o una boda. Nosotras buscamos que
se sientan fabulosas».
Alquilar un ‘look’. No importa la clase
social, el procedimiento siempre es el mismo. Hay que llamar al almacén con, al
menos, una semana de antelación y, antes de tocar la puerta, hacer un depósito
de 200 euros que se descuenta del coste final. El alquiler de las prendas suele
ser por una semana y el precio mínimo por un look
total empieza en unos 800 euros. Patricia y su equipo de cuatro estilistas te
visten de los pies a la cabeza y hacen sugerencias sobre el peinado o el
maquillaje más apropiado. En la Albright Fashion Library también se puede
alquilar joyería, pero Black siempre recomienda usar complementos propios:
«Algo que tenga un valor sentimental, que te haga sentir que lo que llevas
tiene un significado».
Black insiste en que, si algo ha hecho de su negocio el showroom más cotizado del
mundo para alquiler de ropa de diseño –están trabajando en abrir dos sucursales
en Los Ángeles y París, debido a la demanda que tienen– es que ella, además de
elegir las prendas, ayuda a «crear» un estilo. «Hay muchas empresas de alquiler
de ropa, pero nosotros, con cada estilismo, queremos contar la historia de esa
mujer. Con lo que lleva puesto, esa persona dice quién es».
El coste del estilo. «Nuestros precios son los más altos en el mercado. Las
clientas no vienen buscando algo más económico que comprarse su propio modelo;
quieren pertenecer al mundo que pisan. Por ejemplo, si sabes que vas a sentarte
en un desfile junto a estrellas de Hollywood y modelos fabulosas, quieres
sentir que perteneces a ese espacio, tener la sensación de que lo que llevas
puesto pertenece a tu armario. Que es algo delicioso y lujoso, pero que puede
ir con tu personalidad. Al final, todos necesitamos la aprobación de los
demás».
No es solo un recurso de las famosas. «La reina Noor de
Jordania vino para que la vistiéramos para el Festival de Cine de Tribeca», nos
dice esta fan declarada de Nicolas Ghesquière que se considera clásica en su
estilo personal: «Yo me pongo lo que sé que me sienta bien. Y me gusta visitar
mercadillos». Afirma que tener estilo no es fácil: «Hay mujeres que hasta con
una bolsa de basura están guapas, pero la mayoría no somos así, por eso debemos
esforzarnos para saber qué nos va… y qué no».
Fotos. Fernando Sancho
http://smoda.elpais.com/articulos/la-biblioteca-de-los-estilistas/5447
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