Iker Seisdedos Madrid
'La cabeza de san Juan Bautista', de Juan de
Valdés Leal (1654-1655).
Casi todo se conoce ya sobre la extraordinaria peripecia de la
colección de dos centenares de dibujos españoles de la Kunsthalle de
Hamburgo. Casi todo, salvo qué fue lo que movió a Alfred Lichtwark,
primer director del museo, a comprársela en 1891 a Bernard Quaritz, mercader
londinense de libros raros y manuscritos. “Es imposible saberlo”, se excusaba
ayer el conservador encargado en la institución alemana de velar por las
delicadas piezas. “Pero lo cierto es que lo hizo. Las guardó en una caja y se
mantuvieron ocultas durante mucho tiempo”. Tras un minucioso estudio y
catalogación, 85 de ellas se expondrán hasta febrero en el Prado
para desmontar los malentendidos que rodearon al dibujo español.
No es cierto que los artistas no supiesen dibujar o que lo hiciesen
con menor devoción que italianos y franceses. Tampoco es verdad que no hubiese
coleccionistas para ellos; el conjunto que llega ahora a Madrid es un
incontestable ejemplo de lo contrario. Reunido en Sevilla a principios del
siglo XIX, perteneció a Julián Benjamin Williams, probado amante del arte
español y ocioso cónsul británico en el puerto de Sevilla. A su muerte, el
tesoro amasado en torno a la obra producida en el XVII por la academia
hispalense de los Murillo, Herrera el Mozo o Valdés Leal pasó a manos de un mercader
de vinos generosos, también inglés y residente en Jerez. De allí viajó por
barco a Londres, donde fue vendido como un todo al museo hamburgués.
'El príncipe Baltasar Carlos, cazador'. Francisco
de Goya a partir de Velázquez.
Esa unidad de sentido es una de las grandes singularidades de la
colección. Existen otros acervos de dibujo español fuera de España, como los
del British Museum
y la Hispanic Society de Nueva York (ambas comparten el haber sido también
objeto de una exposición en el Prado), pero ninguno “fue concebido en origen
como un bloque, ni mucho menos sigue unido más de un siglo después”, explica
José Manuel Matilla, jefe del departamento de dibujos y estampas del museo y comisario
de la muestra.
Matilla ha sido el encargado de articular el relato de Dibujos
españoles en la Hamburger Kunsthalle: Cano, Murillo y Goya —que antes
recaló en el Meadows de Dallas— en torno a un núcleo imbatible: los dibujos
preparatorios para estampas que Goya
hizo de cuadros de Velázquez. Estos, como varias piezas escasamente difundidas de
su tauromaquia, viajaron a Sevilla desde Madrid de la mano de Ceán Bermúdez, de
quien los promotores de la muestra creen haber descubierto un dibujo, el único
que del pintor se conoce.
Alrededor de las vitrinas se suceden los capítulos de esta historia
como una sucesión de ilustres: Alonso Cano, Antonio del
Castillo, Herrera el Mozo, Valdés Leal o Murillo. Abre y cierra el recorrido José Atanasio Echeverría,
personaje que se creyó central durante mucho tiempo y acabó en digno
secundario; la colección de Hamburgo se conoció durante décadas como la
Colección Echeverría, básicamente porque este, que no pasaba de estimable ilustrador,
realizó y firmó XIX un inventario del conjunto que llevó a la confusión a los
alemanes.
Es esa la clase de entuertos que ha contribuido a deshacer la
investigación en profundidad, la primera llevada a cabo del conjunto, que ha
desembocado en la publicación (en inglés y español, con el apoyo del Centro de
Estudios Europa Hispánica) de un catálogo razonado dirigido por el especialista
Jens Hoffman-Samland.
Carlos Fernández de Henestrosa (Niza, 1949) asistió ayer, visiblemente
aliviado, a su última inauguración como director adjunto de Administración del
Museo del Prado. El gestor, que llegó a la pinacoteca en 2008 tras una década
como director gerente de la Fundación Colección Thyssen-Bormemisza, dejará el
puesto a finales de esta semana por jubilación. Será sustituido por Marina
Chinchilla (Madrid, 1961), coordinadora general de Administración del Prado
desde hace siete años.
El pleno del Patronato conoció el nombramiento el pasado martes, a propuesta
del director, Miguel Zugaza. Chinchilla, funcionaria de carrera, ha
desarrollado su trayectoria en el campo de la gestión y renovación de los
museos españoles. Dentro del Ministerio de Cultura llegó a ser subdirectora
general de Museos entre 2000 y 2007. Antes, dirigió el Arqueológico Nacional.
La dirección adjunta que ahora asume tiene a su cargo las áreas de seguridad,
finanzas, recursos humanos, obras, patrocinios o atención al visitante. Entre
los retos del puesto figura avanzar en la financiación propia o hacer frente a
los recortes en las asignaciones presupuestarias ministeriales, que han
ocasionado un déficit de seis millones en las cuentas de la pinacoteca en 2013.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/29/actualidad/1414610090_211384.html
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