lunes, 27 de octubre de 2014

RELATOS SALVAJES

CAYETANA GUILLÉN CUERVO


CONTENIDOS. Callados. Aterrorizados. Temerosos de perder lo poco que nos queda. Aguantando humillaciones, presiones e impotencias. Hostilidades de un sistema, que nos obliga a arrastrarnos por lo más mínimo. Por lo que, supuestamente, era incuestionable. Culpables por todo. E infinitamente agradecidos por ese trabajo y esa vivienda dignos que protege la Constitución. Porque si la Constitución no cambia, lo que sí cambia es el significado de las cosas. Porque siempre puede ser peor. Eso sí. Siempre. Y la dignidad, como decía nuestro añorado Fernán Gómez en aquél viaje a ninguna parte, tiene mucho que ver con el bienestar. Y un estado de supervivencia, a menudo, no es digno. Porque no llega a conquistar lo básico, lo que nos reporta la armonía que nos permite respirar y disfrutar de vez en cuando de las cosas. Damián Szifrón, joven director argentino, e iluminado, nos ofrece la posibilidad de explotar con él en Relatos salvajes. Qué gusto. El placer de cruzar el límite entre lo cotidiano y lo aterrador, la tragedia, el sueño de escupir posibles consecuencias y más responsabilidades, y por fin, estallar. En un momento en que todo el mundo se pregunta por qué no pasa algo, algo gordo, algo de verdad, algo que responda a la impotencia, a la injusticia, a la impunidad, a la ausencia total de moral y a la esperanza de encontrar soluciones, Szifrón consigue arrastrarnos a la locura de poder enfrentarnos a cualquier cosa. La gota que colma el vaso es otra, siempre es otra. Pero cuando el vaso estalla en mil pedazos, la bola del estómago se descompone en un cierto sosiego, en una cierta paz. Violenta y deslumbrante, divertida y cruel, nos arrebata. Porque todos querríamos maquinar nuestra propia venganza. Ricardo Darín será Bombita en Argentina durante mucho tiempo, y Bombita es quien se atrevió a cumplir lo imposible, enfrentarse a Goliat. Y ganó, a su manera. Porque el sistema le arrebató la vida y la sonrisa, pero él sí tuvo fuerzas para recuperar la dignidad. La del alma al menos, antes que la del bienestar. Seis historias corrientes, que terminan por ser excepcionales. Porque cruzaron la frontera. Porque se atrevieron a no mirar atrás, a transgredir lo insoportable. Sales del cine con la espalda más ancha y a un palmo del suelo. No tardarán mucho en bajarte. Pero al menos, por un momento, lo soñaste.


http://www.elmundo.es/opinion/2014/10/24/544a9cb422601da6388b4573.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario