La sala con la obra más conocida de los museos de Berlín permanecerá
cerrada cinco años Las autoridades barajan alternativas para mostrar parte de
los frisos
Visitantes en el altar de Pérgamo
del museo berlinés. / MAURICIO
GAMBARINI (EFE)
La famosísima isla de los museos
berlinesa tendrá a partir de hoy un aspecto ligeramente diferente al que había
ofrecido estas últimas semanas. Ya no habrá colas multitudinarias frente a la
joya de la corona, el Museo de
Pérgamo, como las del pasado viernes, cuando la espera aproximada
superaba las dos horas. “En las últimas semanas esto está cada día más lleno”,
comentaba con aire de hastío uno de las guardias de seguridad. Los amantes del
arte helénico que no hayan visitado la sala que acoge el monumental mural que
da nombre al museo tendrán que esperar hasta 2019 o 2020, cuando está previsto
que concluya el complicado proceso de renovación de esta obra con 2.200 años de
historia. Durante el próximo lustro, se fortalecerá la estructura del monumento
y se eliminará el moho de las esculturas de los frisos.
Los turistas que lleguen a Berlín a
partir de hoy podrán seguir admirando obras como la Puerta de Istar de la
muralla de Babilonia o la fachada principal del mercado romano de Mileto, pero
se quedarán sin ver la obra maestra de 35 metros de ancho por 33 de profundidad
que unos investigadores alemanes trajeron del Imperio Otomano a finales del
siglo XIX y que cada año recibe casi 1,3 millones de visitas.
La sala más famosa del museo
permanecerá cerrada, pero los responsables de la institución ya están buscando
fórmulas para que los visitantes puedan seguir admirando algunos elementos de
la lucha entre dioses y gigantes que representa la obra. La iniciativa consiste
en instalar en la isla de los museos una superficie de 110 metros de largo con
frisos originales del altar y con una vista panorámica de Pérgamo, que el
artista Yadegar Asisi ya presentó en 2011 y que entonces visitaron 800.000
personas. Pero el proyecto podría no salir finalmente adelante, ya que no está
aún claro quién pondrá los cerca de 10 millones de euros que costaría. “Nos
habría gustado poder confirmar la alternativa antes del cierre, pero no ha sido
posible”, aseguraba al periódico Tagesspiegel Andreas Scholl,
director de la colección de arte antiguo del museo.
La obra que se ha convertido en un
polo de atracción de turistas para Berlín fue comprada al Imperio Otomano por
un grupo de arqueólogos alemanes. El precio ascendió a 20.000 marcos. El altar
fue trasladado a Alemania en 1879, pero tuvo que esperar medio siglo hasta
contar con un museo propio. Antes estuvo expuesto en el Museo Antiguo e incluso
tuvo otro emplazamiento durante años: desde el final de la II Guerra Mundial
hasta 1958 estuvo en San Petersburgo, donde se lo llevaron las autoridades
soviéticas.
La obra en la que se ha embarcado
el centro va más allá de la mejora del altar y se alargará hasta 2025. El
edifico está en una situación muy deteriorada, con metales oxidados,
estructuras del techo muy dañadas y un sistema eléctrico que no se ha renovado
desde 1929. Al final del proceso, que en total durará 13 años, el museo contará
con una nueva entrada y una quinta ala, incluida en el proyecto original del
arquitecto Alfred Messel pero que nunca se llegó a levantar. Mientras, los
berlineses tendrán que despedirse temporalmente de la obra que, en palabras del
escritor ruso Iván Turguénev, “muestra siluetas de músculos y torsos que
habrían encantado a Miguel Ángel”.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/09/29/actualidad/1411979606_979420.html
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