sábado, 14 de noviembre de 2020

ENCENDIDA “LA DEL MANOJO DE ROSAS” CALDEÓ EL TEATRO DE LA ZARZUELA DE MADRID

La del manojo de rosas. Sainete lírico en dos actos. Música de Pablo Sorozábal. Libreto de Francisco Ramos de Castro y Anselmo Cuadrado Carreño. Producción del Teatro de la Zarzuela (1990), 30º aniversario, 12 de noviembre, 2020. También, por unos días, en Facebook y Youtube.

Lugar de estreno, Teatro Fuencarral, el 13 de noviembre de 1934

Ficha Artística

Dirección musical, Guillermo García Calvo

Orquesta de la Comunidad de Madrid y Coro del Teatro de La Zarzuela. Director, Antonio Fauró.

Dirección de escena, Emilio Sagi

Escenografía, Gerardo Trotti

Vestuario, Pepa Ojanguren

Iluminación, Eduardo Bravo

Coreografía, Goyo Montero

Reposición coreográfica, Nuria Castejón

Ayudante de dirección musical, Santiago Serrate

 

Reparto

Ascensión, Ruth Iniesta; Joaquín, Carlos Álvarez Bermúdez;  Ricardo, Vicenc Esteve; Capó, David Pérez Bayona; Clarita, Sylvia Parejo; Espasa, Ángel Ruiz; Doña Mariana, Milagros Martín; Don Daniel, Enrique Baquerizo; Don Pedro, César Sánchez; El inglés, Eduardo Carranza; Un camarero, Joseba Pinela; Parroquiano 1º, Daniel Huerta; Parroquiano 2º, Alberto Ríos; El del mantecao, Francisco José Pardo; Obreros: Rodrigo Álvarez, Alberto Camón, Román Fernández-Cañadas, Francisco José Rivero.

Algún día escribirán los psicólogos, ahora están atentos como todos probablemente a la supervivencia cotidiana, cómo la pandemia tiñó de emociones la asistencia a los espectáculos y la cultura en general y cómo la relación del público cambió totalmente cuando se acercaba a un hecho artístico.

La vida, como en las guerras, lo hemos leído y visto con profusión en el cine, se vuelve perentoria con la amenaza cotidiana y entonces las gentes disfrutan de otra manera de lo que queda disponible, a salvo. Un antiguo evento diario, ahora raro e infrecuente por los contagios, se vuelve único, relevante, precioso. Y se insiste reiteradamente, como si fuera un mantra, “la cultura es segura”.

Y sobre todo si este lema lo asumimos todos, quienes estamos dentro y fuera del escenario, con mascarillas apropiadas y cuidado. Políticos, gestores, públicos, artistas y científicos, al mando, claro. También, los periodistas, que vamos por ahí anunciando buenas noticias, siempre que podemos.

El compositor al que se debe La del manojo de rosas, Pablo Sorozábal Mariezcurrena, nacido en San Sebastián, Donostia, el 18 de septiembre de 1897 y fallecido en  Madrid, el 26 de diciembre de 1988 es uno de los más destacados autores de obras sinfónicas y del género lírico (zarzuela y óperas chicas) del siglo XX. Muchas de sus composiciones se han podido ver en el madrileño Teatro de La Zarzuela.  Entre sus principales y más conocidas aportaciones cabe destacar Katiuska, la mujer rusa (1931, Barcelona), Adiós a la bohemia (1933, Madrid), en la que trabajó con Pío Baroja, La del manojo de rosas (1934, Madrid), La tabernera del puerto (1936, Barcelona), Black el Payaso (1942, Barcelona), Don Manolito (1943, Madrid), entre otras.

El dotado músico vasco, revisó y rescató obras del siglo XIX como Pan y toros (de Barbieri) o Pepita Jiménez (de Albéniz), obteniendo un gran éxito artístico, pero no económico. Su longevidad le hizo ser testigo de las nuevas corrientes musicales, más volcadas hacia otros géneros. La que fuera su última producción, finalizada en septiembre de 1988, fue Variaciones para quinteto de viento, compuesta cuando el Quinteto de Viento Pablo Sorozábal le pidió permiso para adoptar su nombre.

Desgraciadamente, murió sin poder estrenar la que él mismo consideró su mejor obra: la ópera Juan José, que fue finalmente estrenada en versión de concierto en el Kursaal de San Sebastián el 21 de febrero de 2009.

Es muy probable y así lo dicen los conocedores y cronistas del Teatro de la Zarzuela, que La del Manojo de Rosas, sea la producción más emblemática y popular de esta sala céntrica capitalina, que ahora cumple 30 años.

En su estreno, en septiembre de 1990, fue muy bien recibida por parte del público y de la crítica y así ha continuado, engarzando delicias y éxitos de afluencia. Han sido numerosas las constelaciones de cantantes, artistas, técnicos y público que han compartido sus glorias y que lo convirtieron ya en el título más conocido de Pablo Sorozábal.

Para ordenar en parte la trama, podríamos decir que los personajes de la obra son Ascensión, señorita venida a menos y florista, enamorada de Joaquín (soprano lírica), Joaquín, mecánico y señorito enamorado de Ascensión (barítono lírico), Ricardo, señorito metido a aviador y rival amoroso de Joaquín (tenor lírico), Capó, mecánico despistado y celoso novio de Clarita (tenor cómico), Clarita, coqueta manicura de aspiraciones cultas, novia de Capó (soprano cómica), Espasa, camarero del bar, de aires cultos e hiperbólicos (actor), Don Daniel, padre de Ascensión y dueño de la tienda (actor), Doña Mariana, madre de Joaquín y cuya debilidad son las flores (actriz), Don Pedro Botero, padre de Joaquín y comerciante de chatarra (actor)

Con esta obra se consagró definitivamente el maestro Sorozábal como compositor, ya que  en ella supo reflejar el ambiente del Madrid de la época del estreno, conjugando sabiamente los ritmos tradicionales del sainete, como el pasodoble, la mazurca o el chotis, con otros como el fox trot o la farruca, dándole un nuevo carácter y sentido, más cercano a la modernidad, e incluso a la opereta. El propio compositor había tratado de buscar nuevos medios como, por ejemplo, dotar a los números musicales de cierto sentido bailable.

Eran los años de la II República y lejos parecía entonces, la intuición de la no tan imprevisible Guerra Civil. España se abría al exterior como atesorando noticias, vivencias y realidades de fuera, que nunca más volverían durante los 40 años de la autarquía y dictadura de Franco.

Los paradigmas del texto son patrones de conducta de esos tiempos,  tales como la señorita con pretensiones de buen matrimonio, el ridículo Don Juan de barrio, o el camarero hiperbólico, favorable a la sobreactuación. Como es habitual en muchas obras del género, se establecen estrechos vínculos con una geografía de lo sentimental, pero se pueden apreciar ciertas pinceladas de conciencia social, reflejando el ambiente político efervescente del momento.

En el estreno en su día,  participaron Luis Sagi Vela, tío del Emilio que dirige esta vez la escena y María Vallojera, quienes se consagraron como una de las grandes parejas artísticas del momento, llegando a estrenar también Me llaman la presumida, de los mismos autores, con música del maestro Francisco Alonso, con igual éxito.

Destacan  los números musicales, en el acto primero, la Introducción, escena y presentación de Ascensión: "Dicen las gentes del barrio", el Dúo de Ascensión y Joaquín - Pasodoble: "Hace tiempo que vengo al taller" y el de Ricardo y Joaquín - Chotis: "¿Quién es usted?".

Asimismo, la escuchada y aplaudida Romanza de Ascensión: "No corte más que una rosa" y el dúo cómico de Clarita y Capó - Fox-trot: "Si tú sales a Rosales", entre otros pasajes vibrantes y en el acto segundo el dúo cómico de Clarita y Capó - Farruca: "Chinochilla de mi Charniqué" y la Romanza de Joaquín: "Madrileña bonita", que la noche que se reseña tuvo un atronador recibimiento del público con bis incluido por parte del barítono Carlos Álvarez, fogueado en muchos coliseos españoles y del extranjero. Su actuación y su voz despliegan la reciedumbre intacta del barítono, la cuerda amaderada, excelente fraseo y fiato, como si hubiera empezado a cantar esta temporada por primera vez.

Los responsables del coliseo capitalino lo relataron de esta manera: “El jueves 12 de noviembre de 2020: Se adivinaba desde los primeros compases que esta volvería a ser una noche gloriosa en el Teatro de la Zarzuela. Y así fue. Ya en las dos funciones precedentes un duende había visitado el coliseo de la plaza de Jovellanos. Y en esta tercera, el público, extasiado por el prodigio que acababa de suceder en el escenario, premió al barítono Carlos Álvarez con largos aplausos y vítores. …El intérprete cedió finalmente a las peticiones de bis para abordar otra magistral versión de la popular romanza. Y a partir de ese momento, el delirio…La del manojo de rosas estará en cartel hasta el domingo 22 de noviembre”.

Por su parte, Emilio Sagi, el director de escena, dibujó uno de los más distinguidos trabajos de su larga y reconocida carrera. Así, estos años ha llevado la producción a otros once escenarios del país como Valencia, Málaga, Oviedo, Bilbao, Santander, Barcelona, Sevilla, San Sebastián, Valladolid, Santiago de Compostela, Pamplona y a Roma y París con evidentes respuestas entusiastas de audiencias y crítica. Logradísimos la escenografía de Gerardo Trotti y el vestuario multicolor de Pepa Ojanguren, ambos ya fallecidos.

Buena dirección la del Coro del Teatro de la Zarzuela, que llevó a cabo en los momentos solicitados por la partitura, el maestro Antonio Fauró y una mención muy especial para el director de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, Guillermo García calvo, que consiguió que la formación, mermada por el condicionamiento de la enfermedad, sonara, con un bello sonido de clarinete incluido, como una sinfónica completa y brillante.

Aparte de las prestaciones de Carlos Álvarez, a quien ya se ha mencionado antes, Ascensión, en el instrumento fresco, delicado, grácil de Ruth Iniesta, su voz (las opiniones de la percepción sonora de las voces es muy subjetivo, claro) cálida, buen fiato y resplandeciente de colores en escena. Igual que el Ricardo de Vicenc Esteve, muy bien y atento, el Capó, de David Pérez Bayona, gracioso y por momentos enternecedor. Otra lucida creación vocal y escénica la de la Clarita de Sylvia Parejo, el Espasa, muy en su puesto, de Ángel Ruiz. También la mítica  Doña Mariana, de una  Milagros Martín actual, el fácil y en voz Don Daniel de Enrique Baquerizo. Fantástico, entregado, generoso elenco de acompañantes de los protagonistas, Don Pedro, César Sánchez; El inglés, de Eduardo Carranza; Un camarero, con Joseba Pinela; Parroquiano 1º, a cargo de Daniel Huerta; Parroquiano 2º, con Alberto Ríos; El del mantecao, saleroso y divertido, Francisco José Pardo y los necesarios e infaltables Obreros, defendidos con sabiduría por Rodrigo Álvarez, Alberto Camón, Román Fernández-Cañadas, Francisco José Rivero. A ratos con mascarilla, no perdieron el bailar, el cantar y sobre todo, el saber estar en un escenario, como imaginario concretado de trabajo conjunto, inspirado.

¡Y QUÉ BONITO EL BAILE, GRAN TRABAJO DE LOS BAILARINES, PRECIOSO!

¡Aquí les dejamos el enlace, para disfrutar on line de la zarzuela completa! 


Una de las condiciones de la zarzuela es que se entienda y la dicción suene comprensible, circunstancia que no siempre está disponible, a pesar de que la lengua vehicular sea el español, con algunos dejes de otros tiempos y barrios en Madrid y el público sea, en general hispanohablante.

La del manojo de rosas es una propuesta preciosista, de costumbres, donde no se toman “helados” sino “mantecaos helados”, se comenta que “tiene carita de pena la del manojo de rosas” o se habla de “un rato chanchi” o se despide a alguien con un “adiós calanubes” o se le interpela a otro con el chulesco “¿Y a Usted quién le ha dado hachón en esta cabalgata?”.

Una delicia todo, de la que, como se pudo apreciar, puede estar muy orgulloso el director artístico del Teatro de la Zarzuela, Daniel Bianco y su potente equipo, también personal de sala, taquillas, utileros y todos los que están detrás del palcoscenico, de los que poco nos acordamos pero indispensables “last but not least”, of course.

Alicia Perris





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