Lugar de estreno, Teatro Fuencarral, el 13 de noviembre de 1934
Ficha Artística
Dirección musical, Guillermo García Calvo
Orquesta de la Comunidad de Madrid y Coro del Teatro de La Zarzuela. Director, Antonio Fauró.Dirección de escena,
Emilio Sagi
Escenografía,
Gerardo Trotti
Vestuario, Pepa
Ojanguren
Iluminación, Eduardo
Bravo
Coreografía, Goyo
Montero
Reposición
coreográfica, Nuria Castejón
Ayudante de
dirección musical, Santiago Serrate
Reparto
Ascensión, Ruth Iniesta; Joaquín, Carlos Álvarez Bermúdez; Ricardo, Vicenc Esteve; Capó, David Pérez Bayona; Clarita, Sylvia Parejo; Espasa, Ángel Ruiz; Doña Mariana, Milagros Martín; Don Daniel, Enrique Baquerizo; Don Pedro, César Sánchez; El inglés, Eduardo Carranza; Un camarero, Joseba Pinela; Parroquiano 1º, Daniel Huerta; Parroquiano 2º, Alberto Ríos; El del mantecao, Francisco José Pardo; Obreros: Rodrigo Álvarez, Alberto Camón, Román Fernández-Cañadas, Francisco José Rivero.
Algún día escribirán los psicólogos, ahora están atentos como todos
probablemente a la supervivencia cotidiana, cómo la pandemia tiñó de emociones la
asistencia a los espectáculos y la cultura en general y cómo la relación del
público cambió totalmente cuando se acercaba a un hecho artístico.
La vida, como en las guerras, lo hemos leído y visto con profusión
en el cine, se vuelve perentoria con la amenaza cotidiana y entonces las gentes
disfrutan de otra manera de lo que queda disponible, a salvo. Un antiguo evento
diario, ahora raro e infrecuente por los contagios, se vuelve único, relevante,
precioso. Y se insiste reiteradamente, como si fuera un mantra, “la cultura es
segura”.
Y sobre todo si este lema lo asumimos todos, quienes estamos dentro y fuera del escenario, con mascarillas apropiadas y cuidado. Políticos, gestores, públicos, artistas y científicos, al mando, claro. También, los periodistas, que vamos por ahí anunciando buenas noticias, siempre que podemos.
El compositor al que se debe La del manojo de rosas, Pablo Sorozábal Mariezcurrena, nacido
en San Sebastián, Donostia, el 18 de septiembre de 1897 y fallecido en Madrid, el 26 de diciembre de 1988 es uno de
los más destacados autores de obras sinfónicas y del género lírico (zarzuela y
óperas chicas) del siglo XX. Muchas de sus composiciones se han podido ver en
el madrileño Teatro de La Zarzuela.
Entre sus principales y más conocidas aportaciones cabe destacar
Katiuska, la mujer rusa (1931, Barcelona), Adiós a la bohemia (1933, Madrid),
en la que trabajó con Pío Baroja, La del manojo de rosas (1934, Madrid), La
tabernera del puerto (1936, Barcelona), Black el Payaso (1942, Barcelona), Don
Manolito (1943, Madrid), entre otras.
El dotado músico vasco, revisó y rescató obras del siglo XIX como
Pan y toros (de Barbieri) o Pepita Jiménez (de Albéniz), obteniendo un gran
éxito artístico, pero no económico. Su longevidad le hizo ser testigo de las
nuevas corrientes musicales, más volcadas hacia otros géneros. La que fuera su
última producción, finalizada en septiembre de 1988, fue Variaciones para
quinteto de viento, compuesta cuando el Quinteto de Viento Pablo Sorozábal le
pidió permiso para adoptar su nombre.
Desgraciadamente, murió sin poder estrenar la que él mismo
consideró su mejor obra: la ópera Juan José, que fue finalmente estrenada en
versión de concierto en el Kursaal de San Sebastián el 21 de febrero de 2009.
Es muy probable y así lo dicen los conocedores y cronistas del
Teatro de la Zarzuela, que La del Manojo de Rosas, sea la producción más
emblemática y popular de esta sala céntrica capitalina, que ahora cumple 30
años.
En su estreno, en septiembre de 1990, fue muy bien recibida por parte del público y de la crítica y así ha continuado, engarzando delicias y éxitos de afluencia. Han sido numerosas las constelaciones de cantantes, artistas, técnicos y público que han compartido sus glorias y que lo convirtieron ya en el título más conocido de Pablo Sorozábal.
Para ordenar en parte la trama, podríamos decir que los personajes
de la obra son Ascensión, señorita venida a menos y florista, enamorada de
Joaquín (soprano lírica), Joaquín, mecánico y señorito enamorado de Ascensión
(barítono lírico), Ricardo, señorito metido a aviador y rival amoroso de
Joaquín (tenor lírico), Capó, mecánico despistado y celoso novio de Clarita
(tenor cómico), Clarita, coqueta manicura de aspiraciones cultas, novia de Capó
(soprano cómica), Espasa, camarero del bar, de aires cultos e hiperbólicos
(actor), Don Daniel, padre de Ascensión y dueño de la tienda (actor), Doña
Mariana, madre de Joaquín y cuya debilidad son las flores (actriz), Don Pedro
Botero, padre de Joaquín y comerciante de chatarra (actor)
Con esta obra se consagró definitivamente el maestro Sorozábal como
compositor, ya que en ella supo reflejar
el ambiente del Madrid de la época del estreno, conjugando sabiamente los
ritmos tradicionales del sainete, como el pasodoble, la mazurca o el chotis,
con otros como el fox trot o la farruca, dándole un nuevo carácter y sentido,
más cercano a la modernidad, e incluso a la opereta. El propio compositor había
tratado de buscar nuevos medios como, por ejemplo, dotar a los números
musicales de cierto sentido bailable.
Eran los años de la II República y lejos parecía entonces, la
intuición de la no tan imprevisible Guerra Civil. España se abría al exterior
como atesorando noticias, vivencias y realidades de fuera, que nunca más
volverían durante los 40 años de la autarquía y dictadura de Franco.
Los paradigmas del texto son patrones de conducta de esos tiempos, tales como la señorita con pretensiones de buen matrimonio, el ridículo Don Juan de barrio, o el camarero hiperbólico, favorable a la sobreactuación. Como es habitual en muchas obras del género, se establecen estrechos vínculos con una geografía de lo sentimental, pero se pueden apreciar ciertas pinceladas de conciencia social, reflejando el ambiente político efervescente del momento.
En el estreno en su día,
participaron Luis Sagi Vela,
tío del Emilio que dirige esta vez la escena y María Vallojera, quienes se consagraron como una de las grandes
parejas artísticas del momento, llegando a estrenar también Me llaman la
presumida, de los mismos autores, con música del maestro Francisco Alonso, con
igual éxito.
Destacan los números
musicales, en el acto primero, la Introducción, escena y presentación de
Ascensión: "Dicen las gentes del barrio", el Dúo de Ascensión y
Joaquín - Pasodoble: "Hace tiempo que vengo al taller" y el de
Ricardo y Joaquín - Chotis: "¿Quién es usted?".
Asimismo, la escuchada y aplaudida Romanza de Ascensión: "No
corte más que una rosa" y el dúo cómico de Clarita y Capó - Fox-trot:
"Si tú sales a Rosales", entre otros pasajes vibrantes y en el acto
segundo el dúo cómico de Clarita y Capó - Farruca: "Chinochilla de mi
Charniqué" y la Romanza de Joaquín: "Madrileña bonita", que la
noche que se reseña tuvo un atronador recibimiento del público con bis incluido
por parte del barítono Carlos Álvarez,
fogueado en muchos coliseos españoles y del extranjero. Su actuación y su voz
despliegan la reciedumbre intacta del barítono, la cuerda amaderada, excelente
fraseo y fiato, como si hubiera empezado a cantar esta temporada por primera
vez.
Los responsables del coliseo capitalino lo relataron de esta
manera: “El jueves 12 de noviembre de 2020: Se adivinaba desde los primeros
compases que esta volvería a ser una noche gloriosa en el Teatro de la
Zarzuela. Y así fue. Ya en las dos funciones precedentes un duende había
visitado el coliseo de la plaza de Jovellanos. Y en esta tercera, el público,
extasiado por el prodigio que acababa de suceder en el escenario, premió al
barítono Carlos Álvarez con largos aplausos y vítores. …El intérprete cedió
finalmente a las peticiones de bis para abordar otra magistral versión de la
popular romanza. Y a partir de ese momento, el delirio…La del manojo de rosas
estará en cartel hasta el domingo 22 de noviembre”.
Por su parte, Emilio Sagi,
el director de escena, dibujó uno de los más distinguidos trabajos de su larga
y reconocida carrera. Así, estos años ha llevado la producción a otros once
escenarios del país como Valencia, Málaga, Oviedo, Bilbao, Santander,
Barcelona, Sevilla, San Sebastián, Valladolid, Santiago de Compostela, Pamplona
y a Roma y París con evidentes respuestas entusiastas de audiencias y crítica.
Logradísimos la escenografía de Gerardo
Trotti y el vestuario multicolor de Pepa
Ojanguren, ambos ya fallecidos.
Buena dirección la del Coro
del Teatro de la Zarzuela, que llevó a cabo en los momentos solicitados por
la partitura, el maestro Antonio Fauró
y una mención muy especial para el director de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, Guillermo García calvo, que
consiguió que la formación, mermada por el condicionamiento de la enfermedad,
sonara, con un bello sonido de clarinete incluido, como una sinfónica completa
y brillante.
Aparte de las prestaciones de Carlos Álvarez, a quien ya se ha mencionado antes, Ascensión, en el instrumento fresco, delicado, grácil de Ruth Iniesta, su voz (las opiniones de la percepción sonora de las voces es muy subjetivo, claro) cálida, buen fiato y resplandeciente de colores en escena. Igual que el Ricardo de Vicenc Esteve, muy bien y atento, el Capó, de David Pérez Bayona, gracioso y por momentos enternecedor. Otra lucida creación vocal y escénica la de la Clarita de Sylvia Parejo, el Espasa, muy en su puesto, de Ángel Ruiz. También la mítica Doña Mariana, de una Milagros Martín actual, el fácil y en voz Don Daniel de Enrique Baquerizo. Fantástico, entregado, generoso elenco de acompañantes de los protagonistas, Don Pedro, César Sánchez; El inglés, de Eduardo Carranza; Un camarero, con Joseba Pinela; Parroquiano 1º, a cargo de Daniel Huerta; Parroquiano 2º, con Alberto Ríos; El del mantecao, saleroso y divertido, Francisco José Pardo y los necesarios e infaltables Obreros, defendidos con sabiduría por Rodrigo Álvarez, Alberto Camón, Román Fernández-Cañadas, Francisco José Rivero. A ratos con mascarilla, no perdieron el bailar, el cantar y sobre todo, el saber estar en un escenario, como imaginario concretado de trabajo conjunto, inspirado.
¡Y QUÉ BONITO EL BAILE, GRAN TRABAJO DE LOS BAILARINES, PRECIOSO!
¡Aquí les dejamos el enlace, para disfrutar on line de la zarzuela completa!
Una de las condiciones de la zarzuela es que se entienda y la
dicción suene comprensible, circunstancia que no siempre está disponible, a
pesar de que la lengua vehicular sea el español, con algunos dejes de otros
tiempos y barrios en Madrid y el público sea, en general hispanohablante.
La del manojo de rosas es una propuesta preciosista, de costumbres,
donde no se toman “helados” sino “mantecaos helados”, se comenta que “tiene
carita de pena la del manojo de rosas” o se habla de “un rato chanchi” o se
despide a alguien con un “adiós calanubes” o se le interpela a otro con el
chulesco “¿Y a Usted quién le ha dado hachón en esta cabalgata?”.
Una delicia todo, de la que, como se pudo apreciar, puede estar muy
orgulloso el director artístico del Teatro de la Zarzuela, Daniel Bianco y su potente equipo, también personal de sala, taquillas, utileros y todos los que están detrás del palcoscenico, de los que poco nos acordamos pero indispensables “last but not least”, of course.
Alicia Perris
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