miércoles, 14 de enero de 2015

LAS ARIAS FRANCESAS DE JUAN DIEGO FLÓREZ EN EL TEATRO REAL CONSUELAN EL ALMA DE UNA FRANCIA ASEDIADA



Orquesta Sinfónica de las Islas Baleares. Director, Pablo Mielgo.
Solista: Juan Diego Flórez, tenor. Organizado por Juventudes Musicales de Madrid. Teatro Real, 11 de enero de 2015.


Programa
                                                             I
1.- Ouverture.  Le Toréador. Adolphe Adam (1803-1856)
2.- Prende le dessin . Lakmé. Léo Delibes (1836-1891)
3.- Ouverture.  Carmen. Georges Bizet (1838-1875)
4.- Plus blanche que la blanche. Les Huguenots. Giacomo Meyerbeer (1791-1864)
5.- Suite – Farandole. L’ Arlésienne. Georges Bizet
6.- O nature pleine. Werther. Jules Massenet (1842-1912)
7.- Pourquoi me réveiller.   Werther. Jules Massenet (1842-1912)

                                                              II

1.- Un ange, une femme innconue. La Favorite. Gaetano Donizetti (1797-1848)
2.- Ouverture. La Favorite. Gaetano Donizetti
3.- O blondes ceres. Les Troyens. Hector Berlioz (1803-1869)
4.- Ballet Act II (A, B). Les  Troyens. Hector Berlioz
5.- L’amour. Roméo et Juliette. Charles Gounod (1818-1893)
6.- Au mont Ida. La Belle Hélène. Jacques Offenbach (1819-1880)

La velada prometía, con todas las localidades vendidas, incluso aquellas que nunca se ofertan.Organizada por Juventudes Musicales de Madrid. Juan Diego Flórez, con un programa de ópera francesa, el mismo que grabó para Decca junto a la Orchestra e Coro del Teatro Comunale di Bologna, dirigido por Roberto Abbado,  hechizó a los presentes con su técnica, su musicalidad, un generosísimo fiato y una interpretación muy por encima de los cánones habituales. Y sin olvidar además una dicción que alcanza casi la perfección, una línea de canto excelsa y unos agudos apabullantes y seguros.
El artista peruano, especialista en belcanto y en papeles que ya ha hecho paradigmáticos como los de La fille du Régiment, Don Pasquale o Lucia, Flórez acude al Real, bastante menos de lo que unos melómanos entregados desearían. Tiene citas concertadas por todos los teatros del mundo, hasta 2020.
En 1996 debutó en la Scala de Milan, dirigido por Riccardo Muti, en la temporada 96/97. Desde entonces hasta hoy, han pasado muchas lunas y hoy acude al Real a escucharlo y venerarlo hasta el Premio Nobel de Literatura español de origen peruano, Mario Vargas Llosa.
Aunque se  lamentó de “la sequedad de Madrid”, su prestación fue asombrosa, con unas cotas de calidad, belleza y lozanía envidiables. El polifacético tenor peruano (Lima, 1973), participa a la vez de muchos proyectos musicales, entre ellos, el más importante de corte solidario, en la misma tónica que otros artistas hispanoamericanos como Daniel Baremboim o Gustavo Dudamel con su impresionante agrupación musical venezolana, el que organiza el sistema de orquestas de niños de Perú, iluminado por la imaginación y el buen hacer de Abreu, del que se benefician más de dos mil pequeños en distintos lugares del país andino. Flórez respalda esta iniciativa y fue nombrado además recientemente Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO.
Esa noche se alternaron ejecuciones de arias famosas de la tradición gala, como Prendre le dessin de Delibes o Plus blanche que la blanche de Meyerbeer, o el famosísimo Pourquoi me réveiller ? del Werther de Massenet, consiguió momentos de gran emoción, dando vida a un jovencísimo Roméo con su L´amour, que da nombre a su último disco o Au mont Ida de La belle Hélène de Offenbach, que junto a Meyerbeer, representan la creatividad judía en la Francia del siglo XIX.
Todos los presentes prácticamente se encuentran sensibilizados en profundidad por los atentados que conmovieron París y otros lugares de Francia en los últimos días. Alguien exclamó “Vive la France!”. Flórez, sorprendido, exclamó, “Claro, claro, “vive la France!”. Doble homenaje para un país abatido por la intolerancia y la sangrienta estela del terrorismo y la barbarie.
El público se contuvo, durante la primera parte de la velada, como el propio tenor, muy bien acompañado por un director de orquesta como Pablo Mielgo, habituado a seguirlo, siempre pendiente del cantante y sus entradas, su propio ritmo y su interpretación de los rubato y los calderones.
Toca de maravilla esta orquesta balear, suena como un instrumento homogéneo, rico, con una sonoridad brillante pero no fácil, como requiere este tipo de partituras, vitales, encendidas, luminosas.
Durante bastante tiempo que la Orquesta de las islas Baleares no salió a tocar fuera del territorio insular, pero esta vez mereció la pena. Recibió muchos aplausos en las performances puramente orquestales como la obertura de El toréador de Adam, la Farandole de la Suite de L´Arlésienne o la visitadísima obertura de la Carmen, también de Bizet.
Como era previsible, el concierto no se cerró con el programa anunciado, porque el tenor Juan Diego Flórez, pletórico, feliz también en su vida de padre de familia con dos hijas pequeñas, como declara, tenía reservadas varias sorpresas.
Apareció con una guitarra, se sentó en un taburete y acompañándose con ella, se acercó cómplice al público y comenzó a desgranar la primera propina con Palmero sube a la palma, en versión peruana, aunque procedente de la tradición de las Canarias. Le siguieron La resbalosa, el chotis Madrid, Madrid, Madrid, atribuido a Agustín Lara, coreado tímidamente por parte del público.
Otra vez en compañía de la orquesta y para despedirse, aunque parecía no querer hacerlo nunca, un giro hacia su elección constante del repertorio italiano, Una furtiva lacrima, ovacionada y La donna è mobile, que llenó el coliseo madrileño de “bravos”, “monstruo”, “vuelve” y otros requiebros de un público completamente obnubilado.
El fervor de Italia y de Francia que nos regaló un Juan Diego Flórez entregado nos enjugaron las lágrimas por el atropello sanguinario del país hermano y el comienzo del 2015 se nos hizo y se esboza, de esta manera, más prometedor y más solidario. 
Gracias de verdad por el asiento en la primera fila de las butacas de patio (butaca de orquesta) a las organizadoras de Juventudes Musicales, que no dieron abasto en la distribución de entradas para público y prensa.
Flórez, que esta vez no la cantó desde el balcón del teatro, es verdaderamente, la flor de la canela de una Sudamérica generosa en talento y en creatividad compartida.
Alicia Perris
Con todas las localidades vendidas, hasta aquellas que nunca se ofrecen, la velada prometía. Fue organizada por Juventudes Musicales de Madrid. Juan Diego Flórez, con un programa de ópera francesa, el mismo que grabó para Decca junto a la Orchestra e Coro del Teatro Comunale di Bologna, dirigido por Roberto Abbado,  hechizó a los presentes con su técnica, su musicalidad, un generosísimo fiato y una interpretación muy por encima de los cánones habituales. Y sin olvidar además una dicción que alcanza casi la perfección, una línea de canto excelsa y unos agudos apabullantes y seguros.
El cantante peruano, especialista en belcanto y en papeles que ya ha hecho paradigmáticos como los de La fille du Régiment, Don Pasquale o Lucia, Flórez acude al Real, bastante menos de lo que unos melómanos entregados desearían. Tiene citas concertadas por todos los teatros del mundo, hasta 2020.
Había debutado en 1996 en la Scala de Milan, dirigido por Riccardo Muti, en la temporada 96/97. Desde entonces hasta hoy, han pasado muchas lunas y hoy acude al Real a escucharlo y venerarlo hasta el Premio Nobel de Literatura español de origen peruano, Mario Vargas Llosa.
A pesar de lamentarse de “la sequedad de Madrid”, su prestación fue asombrosa, con unas cotas de calidad, belleza y lozanía envidiables. El polifacético tenor peruano (Lima, 1973), participa a la vez de muchos proyectos musicales, entre ellos, el más importante de corte solidario, en la misma tónica que otros artistas hispanoamericanos como Daniel Baremboim o Gustavo Dudamel con su impresionante agrupación musical venezolana, el que organiza el sistema de orquestas de niños de Perú, iluminado por la imaginación y el buen hacer de Abreu, del que se benefician más de dos mil pequeños en distintos lugares del país andino. Flórez respalda esta iniciativa y fue nombrado además recientemente Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO.
Alternando ejecuciones de arias famosas de la tradición gala, como Prendre le dessin de Delibes o Plus blanche que la blanche de Meyerbeer, o el famosísimo Pourquoi me réveiller ? del Werther de Massenet, consiguió momentos de gran emoción, dando vida a un jovencísimo Roméo con su L´amour, que da nombre a su último disco o Au mont Ida de La belle Hélène de Offenbach, que junto a Meyerbeer, representan la creatividad judía en la Francia del siglo XIX:
Sensibilizados casi todos los presentes  en profundidad por los atentados que conmovieron París y otros lugares de Francia en los últimos días, alguien gritó “Vive la France!”. Flórez, sorprendido, exclamó, “Claro, claro, “vive la France!”. Doble homenaje para un país abatido por la intolerancia y la sangrienta estela del terrorismo y la barbarie.
En la primera parte de la velada, el público se contuvo, como el propio tenor, muy bien acompañado por un director de orquesta como Pablo Mielgo, habituado a seguirlo, siempre pendiente del cantante y sus entradas, su propio ritmo y su interpretación de los rubato y los calderones.

 La orquesta toca de maravilla, suena como un instrumento homogéneo, rico, con una sonoridad brillante pero no fácil, como requiere este tipo de partituras, vitales, encendidas, luminosas.
Hacía bastante tiempo que la Orquesta de las islas Baleares no salía a tocar fuera del territorio insular, pero esta vez mereció la pena. Recibió muchos aplausos en las performances puramente orquestales como la obertura de El toréador de Adam, la Farandole de la Suite de L´Arlésienne o la visitadísima obertura de la Carmen, también de Bizet.
El concierto no se cerró con el programa anunciado, porque el tenor Juan Diego Flórez, pletórico, feliz también en su vida de padre de familia con dos hijas pequeñas, como declara, tenía reservadas varias sorpresas.
Sentado en un taburete apareció con una guitarra y acompañándose con ella, se acercó cómplice al público y comenzó a desgranar la primera propina con Palmero sube a la palma, en versión peruana, aunque procedente de la tradición de las Canarias. Le siguieron La resbalosa, el chotis Madrid, Madrid, Madrid, atribuido a Agustín Lara, coreado tímidamente por parte del público.
De vuelta a su colaboración con la orquesta y para despedirse, aunque parecía no querer hacerlo nunca, un giro hacia su elección constante del repertorio italiano, Una furtiva lacrima, ovacionada y La donna è mobile, que llenó el coliseo madrileño de “bravos”, “monstruo”, “vuelve” y otros requiebros de un público completamente obnubilado.
La música de Italia y de Francia que nos regaló un Juan Diego Flórez entregado nos enjugaron las lágrimas por el atropello sanguinario del país hermano y el comienzo del 2015 se nos hizo y se esboza, de esta manera, más prometedor y más solidario. 
Un gracias sentido por el asiento en la primera fila de las butacas de patio (butaca de orquesta) a las organizadoras de Juventudes Musicales, que no dieron abasto en la distribución de entradas para público y prensa.
Flórez, que esta vez no la cantó desde el balcón del teatro, es verdaderamente, la flor de la canela de una Sudamérica generosa en música y en talento.

Alicia Perris

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