jueves, 15 de enero de 2015

EL ESFUERZO DIARIO DE CUATRO NIÑOS POR APRENDER. 'VOY A LA ESCUELA A CABALLO Y NO ME DA MIEDO'


Carlos Yáñez lleva desde los 6 años haciendo 18 kilómetros para ir a clase en la Patagonia
Ha viajado a Madrid para presentar el documental francés 'Camino a la escuela'
Se reúne con los alumnos de un colegio de Madrid para contarles su aventura


Carlos y Mica Yáñez, camino de la escuela en la Patagonia. NACHO ARBALEJO

Carlos Yáñez, de 13 años, lleva desde los seis yendo al colegio montado en su caballo Chiverito. Todas las mañanas se levanta a las 6.00 horas y recorre 18 kilómetros de la Patagonia argentina, con su hermana Mica detrás, hasta que llegan a la escuela más cercana. Su casa está en mitad de la nada. No tienen electricidad ni agua corriente. "El agua la traemos de un pozo, con una manguerita, y la vamos calentando en un recipiente para bañarnos", cuenta Nélida, su madre. El chico, a su lado, guarda silencio.
La historia de Carlos Yáñez forma parte de un documental, Camino a la escuela, que relata las dificultades geográficas a las que se enfrentan cuatro niños de Argentina, la India, Marruecos y Kenia para acudir cada día al colegio. La película, que se estrena la semana que viene en los cines españoles, nos recuerda que el derecho a la educación sigue sin ser universal y que hay decenas de millones de niños y niñas en el mundo alejados de la escolaridad.
Carlos Yáñez está desde el sábado en España para promocionar la cinta y desde entonces no ha parado de hacer cosas que nunca había hecho antes: ir al cine, viajar en Metro, subirse a un ascensor, probar la comida rápida o prestar atención a los semáforos. Ayer le acompañó durante todo el día Claudia García, una niña de su edad que le ayudó a elegir una hamburguesa y después le llevó a su colegio. Carlos relató su historia a los alumnos de 2º de la ESO B del centro concertado Nuestra Señora de la Merced, en la zona norte de la capital.
"Yo soy de Argentina y tardo una hora y media en ir a la escuela. Voy a caballo. A las siete y media de la mañana salgo de casa y llego a las nueve. Estoy en clase hasta las tres y media y a las cinco llego a casa y me pongo a hacer la tarea. Soy el único de la escuela que vive tan lejos. Cuando era más chico, me tropecé y me caí del caballo. Alguna vez hemos llegado tarde porque había nieve. No me da miedo...", iba desgranando Carlos de pie, delante de la pizarra.
Sin ordenador ni nevera. Los críos le acribillaban a preguntas -"¿Te gustaría vivir más cerca del colegio?", "¿Cuando llegas no te duelen las piernas?", "Mientras tú estás en clase, ¿el caballo dónde se queda?"-, y él respondía con timidez, un tanto sobrepasado. Enfrente, los escolares madrileños se sorprendían de que en casa de Carlos no hubiera nevera, ni lavadora, ni ordenador, ni consola de videojuegos...
Carlos Garcia Pozo.'Y, si no tenéis televisión, ¿con qué os divertís?', le pregunta Domingo
«Y, si no tenéis televisión, ¿en el tiempo libre qué hacéis, con qué os divertís?», le preguntaba Domingo. Un par de pupitres más allá, Aarón reflexionaba: "¿Sin teléfono móvil podrías vivir? Es que hay gente aquí que no podría...".
Algunos se daban cuenta entonces de hasta qué punto dependen de la tecnología y de otras comodidades. Marta: "Vivo en Algete y tardo una hora y media en ir a clase. Como llegábamos tarde, me tengo que levantar antes y ahora lo hago a las seis y media. Muchas veces me da pereza".
Jorge: "Soy de Paraguay y llevo cuatro años en España. Cuando vuelva a mi país me va a costar. Aquí abres el grifo y ya hay agua caliente, pero allá hay que darle a una palanca".

Proyecto pedagógico. La intención de Pascal Plisson, el director de Camino a la escuela, era hacer algo más que un documental. Por eso, la película forma parte de un proyecto pedagógico más amplio, en el que han colaborado la Unesco, Unicef y la Obra Social La Caixa, entre otros, que incluye una serie documental, una exposición fotográfica y sesiones de debate en los colegios. Sus promotores explican que han ofrecido a los centros de la Comunidad de MadridCataluña, elPaís VascoAragón y la Comunidad Valenciana sesiones matinales de cine a tres euros con materiales didácticos para el profesor.
La idea que, de alguna manera, se puso ayer en práctica en el colegio de Madrid es debatir en clase sobre "la importancia que tiene la educación para las generaciones futuras". Y así se refleja en la película, cuando la abuela de Zahira, la niña que camina 22 kilómetros por el Atlas, le dice: "Estudia para que no acabes como nosotros". O cuando aventura Samuel, el niño de la India al que sus hermanos llevan en silla de ruedas: "Cuando seamos mayores ganaremos dinero". "Si me esfuerzo recibiré una buena educación, conseguiré un buen trabajo para ayudar a mi familia", resume Jackson, el keniata.
Carlos aspira a ir a la universidad para estudiar Veterinaria porque dice que su intención es quedarse para siempre en las tierras de sus padres, que son pastores. Su hermana Mica, de ocho años, quiere convertirse en maestra. Los dos sacan casi todas las asignaturas con sobresalientes. La niña aprendió a leer y escribir con cuatro años y lleva dos cursos de adelanto. Es la más lista de su clase. "Hay algunos mejores que yo", reconoce Carlos. Por ejemplo, su compañera Diana, que "es más inteligente porque las mujeres son más estudiosas".
Ocho alumnos por aulaEn la clase de Carlos son ocho alumnos (frente a los 30 del colegio madrileño que visitó ayer) y las fechas de nacimiento son muy variadas. Sólo dos niños son de la misma edad que Carlos. Uno de ellos es su primo, Jonathan, que también suele realizar a caballo parte del trayecto aunque vive mucho más cerca de Chapúa, donde se encuentra la escuela.
A mediados de febrero, cuando terminen las vacaciones (ahora es verano en Argentina), Mica tendrá que llevar sola el caballo porque Carlos pasará a estudiar Secundaria en un centro de Chos Malal, a 30 kilómetros de Chapúa. Es decir, que a los 18 kilómetros diarios de camino hay que sumarles otros 30 kilómetros en autobús "colectivo".
La familia está pensando en alquilar una casa en Chapúa "para que los niños puedan estudiar" con más facilidad, explica la madre, pero reconoce que tendrán que pedir un préstamo porque "la venta de animales ha ido mal en diciembre".
Las dificultades de las chicas."Hay muchos chicos que van a caballo a la escuela en Argentina porque las distancias son muy grandes, sobre todo en la Patagonia", señala Carlos Piacentini, uno de los productores, que se encargó de localizar a los Yáñez y les acompaña a todas partes. "También hay transportes públicos y los que viven cerca de las rutas pueden tomar el autobús. Suelen ir a caballo hasta la ruta. Otras veces los acompañan los padres. Nos gustó la historia de Carlos porque va con su hermana".
La película sólo entra a describir las trabas geográficas que se les presentan a los niños a la hora de ir a clase, sin analizar otras razones más culturales, económicas, religiosas, o políticas, pero sus autores tienen en la cabeza las dificultades por las que, sobre todo, pasan las niñas, que a menudo son forzadas a dejar de estudiar antes de llegar a Secundaria.
"Ponte bien la ropa para que nadie se burle de ti", alecciona Jackson, el niño de Kenia, a su hermana, mientras le coloca bien el uniforme en mitad de la sabana.
El uniforme es otro elemento en común entre las historias de estos cuatro pequeños héroes. Representa, en cierto modo, el rigor y la disciplina con que acuden al aula. "Hay que tenerle respeto al maestro", dice convencido Carlos, sorprendido por el alboroto que han armado, a su llegada, los alumnos (también uniformados) del Nuestra Señora de la Merced.

http://www.elmundo.es/espana/2015/01/14/54b5987eca474186108b4574.html

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