Graphiclassic homenajea a la gran novela de piratas de 'La Isla del Tesoro'
y a la fascinante figura del enfermizo y genial escritor escocés
Stevenson con su mujer y dos indígenas de
Samoa. Edwin J. Beinecke Collection of Robert Louis Stevenson
ZABALA DE LA SERNA Madrid
Tan subyugante como su isla fue el tesoro de la
personalidad y vida de Robert Louis Stevenson (1850-1894), un enfermo
profesional de salud de cristal; el padre del doctor Jekyll, mister Hyde, Jim
Hawkins, Long John Silver y de 'La Isla del Tesoro', que es lo que nos trae y
nos lleva como la marea (y la que provoca a Graphiclassic su publicación),homenajea
a los soñadores de los mares del Sur, a la gran novela de aventuras y
piratas, vigente a cualquier edad porque, como escribe Juan Tébar: "Jim
Hawkins somos todos". Tébar es solo una de las firmas que se encadenan por
y para Stevenson. Carlos Uriondo reúne a Mario Vargas Llosa, Javier
Marías, Fernando Savater, Luis Alberto de Cuenca, Rosa Montero, Alejandro
Jodorowsky, Vázquez-Figueroa y un largo etcétera en el que sólo falta Arturo
Pérez-Reverte, pero es que el maestro ya apareció en la anterior publicación de
la editorial altruista que se rendía a 'Moby Dick' antes de profundizar en el
estudio gráfico y literario del autor escocés.
'La Isla del Tesoro' vierte su cofre como un río
caudaloso de inspiraciones. La novela gráfica por excelencia nace en el boceto
infantil de una isla y muere en la eternidad infinita de ilustraciones -léase
también cómics a la usanza de 'El Capitán Trueno', a la espera de una edición
soñada de Dalmau- y películas, en stand by de la gran película, como dice
Manuel Hidalgo: "Un cierto consenso entre críticos e historiadores señala
que la mejor película sobre el relato stevensoniano es la realizada por Byron
Haskin en 1950 (...) Pero todavía no existe la gran película de 'La Isla del
Tesoro'". Y ya las ha habido. El editor del homenaje lo cuenta: "Stevenson
es el más claro precedente de los guionistas de cine... Genera una
especie de cola de cometa. No sólo cinematográfica".
El prototipo eterno del pirata nace de Stevenson,
inspira películas y un sinfín de obras ilustradas
Como todos los genios, el escocés desbrozó un
camino virgen que después todos siguieron. Long John Silver es el prototipo del
pirata que en el imaginario colectivo todos figuramos desde la botella de Ron
hasta las canciones de Sabina ("el pirata cojo, con cara de malo, con
parche en el ojo y pata de palo"). Uriondo lo explica más allá:
"Cambió la historia de la piratería. A partir de su obra ha de haber un tesoro
escondido, un mapa... La verdad es que incluso 'Piratas del Caribe'
sigue la estela de Stevenson".
Las películas de piratas forman un género en sí
mismo que también, como el western, ha sufrido sus guadianas, sus
desapariciones para volver a aparecer por sus ojos. "Se llegó a decir
'películas de pirata, fracaso seguro'. Hasta que llega alguien que le da una
vuelta de tuerca como a los filmes del Oeste. [Clint Eastwood por ejemplo]. De
todas las versiones que se han hecho yo me quedaría, sin lugar a dudas, con la
del hijo de Charlton Heston (1990)". Pero hay una versión española que
produce Andrés Vicente Gómez en 1972 plagada de rarezas desde que empieza con
dos directores, cinco países en coproducción y hasta seis guionistas. Orson
Welles imprime el sello en el papel de Silver con un sombrero de chiringuitero,
quizá como homenaje a la playa de El Sombrerico (Mojácar, Almería) en la que se
rodó. Hubo una pionera experiencia en cine mudo que se perdió en el silencio en
los albores del siglo XX, cuando ni el loro contaba con voz.
Las leyendas de los mares del sur dicen que su
riqueza provenía de un verdadero tesoro encontrado
Entre la fascinación por 'La Isla del Tesoro' y
Stevenson, la disyuntiva se hace difícil de resolver. El tipo es un tipazo,
como dirían por México. Su vida es una enfermedad continúa entre
esputos sanguinolentos de tuberculosis desde una infancia de
bronquitis. Que no muriese de un achaque pulmonar -derrame cerebral a los 44-
le dio a Borges motivo de comentario con Sábato: "Stevenson murió mientras
preparaba una ensalada. Él jamás había comido una ensalada. La aborrecía.
Cuando alguien contó el episodio Chesterton, éste respondió: 'Ahora creo que
Stevenson ha muerto. Era un hombre que siempre, siempre estaba haciendo cosas
inesperadas...'".
Las leyendas del escritor de Escocia van más allá
de su propia salud. Su elevado nivel de vida en Samoa levantó sospechas sobre
que no todo provenía de la literatura: Stevenson habría encontrado un verdadero
tesoro como sostenía el suizo Walter Hurni: "Se trasladó precisamente a
Upolu porque sabía que en la cercana isla de Tafahi, una isla descubierta por
los holandeses en 1616, estaba enterrado el llamado Tesoro de Lima y que además
lo encontró...".
Fascina en Robert Louis Stevenson, de pulmones
quebradizos, su afición por el tabaco y las bebidas espirituosas como le
comentó a Henry James: "No me gusta pensar en la vida sin el vino tinto en
la mesa y sin el tabaco con su encantadora brasa encendida". La gasolina
para viajar de La Isla (...) a Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El tesoro era Stevenson.
http://www.elmundo.es/cultura/2015/01/12/54b2bf81268e3ea0548b4576.html
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