EL PRÓXIMO DOMINGO 11 DE ENERO JUAN DIEGO FLÓREZ DARÁ UN RECITAL CON REPERTORIO FRANCÉS EN EL TEATRO REAL DE MADRID
RUBÉN
AMÓN Madrid
El caso de Juan Diego Flórez (Lima,1973) tiene bemoles. En sentido
literal, pues su último disco -y el primero en cuatro años- viene a
reivindicar su impresionante facilidad en los agudos. No se conforma con el
do. Sube la escalera en varias ocasiones hasta el re bemol, aunque semejante
facilidad, expuesta hace unas semanas en el Liceo (La sonnambula), no implica
que el tenor peruano abuse de la pirotecnia. De hecho, el principal interés de
su grabación ('L'amour', Decca) estriba en el repertorio al que apunta. Más
lírico que ligero. Y más proclive al repertorio francés. Y más sensible a los
papeles románticos: el Werther de Massenet y el Romeo de Gounod.
"En estos últimos años se está produciendo una evolución
vocal. Hay un cambio. El centro de la voz ha ganado corpulencia. Así es que
determinados ajustes técnicos me han permitido explorar una serie de papeles
que antes no me estaban permitidos. Seguiré siendo leal a Rossini y al
belcanto, pero me atrae mucho dar un salto cualitativo a mi carrera con ciertos
personajes cruciales del repertorio francés". Ha sido inteligente y
prudente la trayectoria de Juan Diego Flórez. Un tenor de estirpe krausista que
reivindica en su último disco no sólo la reputación de algunos compositores del
siglo XIX muy relegados -Boëildieu, Adam, Thomas-, sino además una forma de
cantar escrupulosa, exquisita, a propósito de la afinación, la dicción, el fraseo.
Se trata de custodiar el fenómeno interpretativo, pero Flórez es
consciente de los requisitos contemporáneos en términos de mercadotecnia, tiranía
escénica y metrosexualidad. Más o menos como si la voz desempeñara un papel
secundario. "Son modas. Y como modas que son, es de suponer que sean
breves. Estamos asistiendo a un ajetreo de cantantes que suben muy rápido y
duran muy poco. Son fenómenos efímeros porque despegan sin garantías. Ni en la
técnica ni en la planificación del repertorio. La ópera de nuestro tiempo está
devorando a muchos cantantes. Primero se les exige el aspecto. Y en segundo
lugar se valoran sus cualidades vocales".
Juan Diego Flórez tiene razones para presumir contemporáneamente de la
voz y del físico, pero estas ventajas no le hacen compasivo ni condescendiente
con la obsesión de la imagen. "La ópera es un fenómeno audiovisual. O lo
era. Quiero decir que ahora importa más ver una ópera que escucharla. Se
ha ido degradando la parte musical. Se ha ido imponiendo la capacidad de
impresionar visualmente. Y ocurre que no terminamos escuchando la música. Vamos
a la ópera a ver, no a oír".
Se entiende así el valor terapéutico de su grabación, pretexto
estilístico de un repaso por la música francesa decimonónica -Offenbach,
Berlioz, Delibes- que predispone la agenda de Juan Diego Flórez como tenor
debutante en los iconos del repertorio lírico.
Volver al Real
Ha cantado muchas veces las arias de 'Werther' y de 'Romeo y Julieta',
pero nunca los ha llevado integralmente a escena. De ahí el interés que implica
la réplica a Jonas Kaufmann, polifacético tenor germánico y legítimo intérprete
de Gounod y de Massenet. Se trata o trataría del antagonista perfecto. Un tenor
lírico frente a uno dramático. Un americano contra un europeo. Un orfebre
del belcanto contra un todoterreno, aunque Flórez se apresura a relativizar
el veneno de la competencia.
Lo hace, insólitamente, recubriendo de elogios a Kaufmann. Y rompiendo
una vieja tradición canora: un tenor habla bien de otro tenor a condición de
que haya fallecido. "Admiro a Kaufmann. Me parece un cantante
extraordinario. Es poderoso y a la vez refinado. Ha concebido una carrera muy
equilibrada e inteligente. Me consta que es un excelente actor, pero es que
además canta con muchísimo escrúpulo". El repertorio de convergencia
respecto a Kaufmann es bastante escaso, igual que sucede con la lengua alemana.
Juan Diego Flórez la mira de reojo. Tiene en su cabeza probarse en los roles
germanos de Mozart ('La flauta mágica', 'El rapto en el Serrallo'), aunque
no se trata de un escenario inminente. Quizá dentro de tres o cuatro años, es
decir, cuando Flórez podría regresar al Teatro Real bajo la protección de Joan
Matabosch.
Hay conversaciones. Y es muy verosímil el acuerdo. "Me parece
un gran acierto el fichaje de Matabosch. Su gestión del Liceo es un
precedente muy interesante de lo que puede hacer en Madrid. Y claro que puede
contar conmigo. El Real ha sido un teatro muy favorable y entusiasta, con su
fama merecida de exigente con los tenores". Para exigente, el propio Juan
Diego Flórez, un cantante perfeccionista y autocrítico que prepara con
escrúpulo y paciencia sus grabaciones. Es consciente de que la saturación del
mercado requiere proyectos muy elaborados. Y también sabe que su público no lo
componen exactamente los seguidores, sino los militantes, de forma que
'L'Amour' es una razón providencia para confortarlos.
http://www.elmundo.es/cultura/2014/04/13/534986b122601d560e8b4574.html
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