sábado, 24 de enero de 2015

UN CUENTO DE INVIERNO. 'HANSEL Y GRETEL' SE ESCUCHA CON AGRADO, PERO NO ENTUSIASMA

Juan Ángel Vela del Campo
 
Un momento de 'Hansel y Gretel' en el Teatro Real. / JAVIER DEL REAL
La ópera Hansel y Gretel, de Humperdinck, con libreto de su hermana Adelheid Wette, a partir del cuento homónimo de los hermanos Grimm, se asocia normalmente al periodo navideño pues, en esencia, se trata de un cuento de hadas, ideal para la asistencia en familia. Los teatros alemanes y muchos estadounidenses la suelen programar año tras año durante esos días. Curiosamente es, además, una especie de refugio afectivo para muchos cantantes de campanillas que se recrean interpretando alguna vez en la vida a sus personajes.
Por poner un ejemplo en uno de los registros discográficos de referencia de este título, el dirigido por Colin Davis a la Staatskapelle de Dresde, intervenían nada más y nada menos que Ann Murray, Edita Gruberova, Franz Grundheber, Christa Ludwig y Gwyneth Jones. En la caja de la grabación, incitando al disfrute infantil, se incluía un puzle de 200 piezas. El carácter de juego, y hasta el de magia, se vinculan con naturalidad a esta obra de curiosas reminiscencias musicales wagnerianas. A todos los efectos, para mantener esa deseada vinculación familiar e imaginativa, podemos pensar que la Navidad se ha alargado un poco. Siendo soñadores o nostálgicos, es un consuelo contemplar la ópera como un cuento de invierno.
La producción que ahora presenta el Teatro Real se estrenó en el Festival de Glyndebourne de 2008 y se grabó en disco en 2010 dirigida por Robin Ticciati, con un reparto vocal del que se mantiene en Madrid solamente la estupenda Alice Coote, como Hansel. Vuelve, unos meses despúes de La hija del regimiento, Laurent Pelly como director de escena, y como entonces la corrección prevalece, pero el montaje deja mucho que desear en la dirección teatral y, visualmente hablando, pone en primer plano una banal exhibición del consumismo elemental a costa de prescindir del elemento fantástico, tan fundamental en esta ópera. El bosque no tiene encanto y la casa de la bruja es un supermercado. El domicilio familiar tiene, sin embargo, una dimensión poetica con sus cartones flexibles. Y los niños de los Pequeños Cantores de la JORCAM crean un cuadro melancólico al final que incita a la sonrisa.
HANSEL Y GRETEL
De Engelbert Humperdinck. Con A. Coote, S. Schwartz, B. Skovhus, D. Montague y J. M. Zapata, entre otros. Sinfónica de Madrid, Pequeños Cantores de la JORCAM. Director musical: P. Daniel. Director de escena: L. Pelly. Producción del Festival de Glyndebourne, 2008. Teatro Real, hasta el 7 de febrero.
En el apartado musical, afortunadamente, las cosas funcionan a un nivel más apropiado, con un Paul Daniel dirigiendo con temperamento dramático y con un elenco de cantantes coherente en su conjunto, con algunas figuras destacadas como el danés Bo Skovhus por su fuerza escénica y melódica, la soprano Sylvia Schwartz por su entusiasta entrega y su adecuación al personaje de Gretel, o José Manuel Zapata por su esforzada comicidad en el disparatado papel de la bruja que dibuja el director teatral.
La ópera se escucha con agrado, en esa convivencia de canciones populares y hallazgos orquestales que tanto sorprendieron a Richard Strauss cuando la estrenó. En lineas generales, el espectáculo globalmente se deja ver pero no entusiasma.

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/01/23/actualidad/1422032880_148894.html

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