Obras de Beethoven
(Primera parte) y en la segunda repertorio operístico italiano con las
aportaciones siempre luminosas de Rossini (La gazza ladra, Sinfonía), el D´un
immenso giubilo de Lucia di Lammermoor de Donizetti, La Bohème de Puccini, el
boogie woogie Napoli Millonaria de Nino Rota (que nos sacó del siglo XIX al
XX), el Can Can de la Danza de las horas de La Gioconda de Ponchielli y de
Verdi, fragmentos de Luisa Miller, Traviata (el Sempre libera y el Brindis, con
un bis) y el coro con Va pensiero, el otro himno nacional italiano.
En la dirección Daniel
Harding, que ha visitado recientemente el Auditorio Nacional de Madrid, con
mucho éxito y la soprano María Agresta. El tenor Matthew Polenzani, ítaloamericano
y la orquesta y Coro del Teatro La Fenice con la dirección de Claudio Marino
Moretti. Teatro la Fenice, Venecia. 1 de
enero de 2015.
Después de una primera
sección del concierto en que sonaron Die Weihe des Hauses, obertura op. 124 y
la Sinfonía nº. 8 en Fa Mayor, op. 93 de Ludwig van Beethoven en la acertada
batuta de Harding, que demuestra siempre y a la vez su complicidad con la
orquesta y el público, el concierto discurrió entre las voces de María Agresta,
luciéndose en conocidas arias del repertorio tradicional italiano, aunque con
una voz que podría haber mejorado su emisión y sus agudos. Tiene mucho estilo y
sabe cantar y actuar pero no posee un instrumento seductor.
Todo lo contrario que
el hermoso despliegue vocal de Matthew Polenzani, con una emisión franca,
excelente fiato y gran musicalidad. Evidente su complicidad con la Agresta, con
la que consiguió irreprochables dúos.
El coro dirigido por
el maestro Moretti, elegante, también en la vestimenta y el saber estar,
discreto pero potente, tuvo una intervención menor de lo que se hubiera deseado,
muy bien.
No hay posible
competencia en esta propuesta veneciana con el Concierto de Año Nuevo de la
Musikverein de Viena. Se trata de otro proyecto, otras maneras, otro
repertorio. La fantasía de cualquier espectador o cualquier crítico, hubiera
sido disfrutar en persona de los dos, jet privado por medio.
Gloriosa manera en
todo caso de comenzar el año musical en Europa, unas magníficas perspectivas
para todos. A pesar de la crisis, claro, el brindis burbujeante de La Traviata
y los confeti dorados que arroparon la maravillosa geografía de la Fenice nos
marcarán el camino. Y que los dioses nos sean propicios a todos.
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