Años atrás, la escritora francesa
dijo que “escribir es tratar de saber lo que uno escribiría si uno escribiera”
La escritora Marguerite Duras. / JEAN-PAUL GUILLOTEAU (CORBIS)
La historia del arte del siglo XX
tiene dos Marguerite Duras (1914-1996). La primera es la escritora obstinada en
decir menos. La segunda, la cineasta empeñada en ser personaje. En el centenario
de su nacimiento, París rinde homenaje a una artista legendaria y poliédrica.
Quien se acerque a la Biblioteca del Museo Pompidouhasta
el 12 de enero podrá disfrutar de una exposición (Duras Song)
que celebra la tensión entre el cine y la literatura, el teatro y el compromiso
político, Francia y las colonias y, por supuesto, el constante pulso entre dos
personas del mismo nombre con voluntad de llegar a lo sublime a través de la
contención.
En las paredes de una biblioteca
abarrotada (unos vienen a leer, algunos a dormir, otros porque la wifi es
gratis) sigo el rastro de Duras a través de vídeos, fotografías, emborronados
manuscritos o cartas, y descubro que, más que de contemplación, esta es una
experiencia de inmersión. No es el retrato de una escritora, sino de una
escritura, porque la literatura se transforma. En el apartadoOutside,
Duras se construye a sí misma a golpe de compromiso social. Testimonios y
escritos dan fe de su infancia en Indochina, la guerra y la resistencia, la
confusa adhesión comunista y la repercusión que tuvo para el Mayo del 68 su
piso del 5, Rue Saint-Benoît, refugio intelectual del groupe de la Rue
St-Benoit que bajo la enseñanza de Hölderlin (“Pensar pertenece a la figura
sagrada que formamos juntos”) se volcó en las reivindicaciones de ese periodo.
En la sección Inside se
reconstruye el mundo que le faltó, el interior, el lugar de guerra con ella
misma, la escritura. El espacio imita el hall del apartamento que Duras
adquirió en el palacio Les Roches Noires, en Trouville-sur-Mer, donde rodó
alguna de sus películas.
Jean-Max Colard, el comisario,
afirma: “Queremos mostrar hasta qué punto la escritura de Duras no es solo cosa
de libros, sino que se dirige al cine, al teatro o al periodismo. Hemos dejado
en un segundo plano su vida personal”. Rastreo otra opinión y acudo al artista
vietnamita Thu Van Tran, también curator de la exposición, que se explica de
manera más poética: “Duras escribe en el presente. La inmediatez de su lengua
es lo propio de su escritura, la fuerza de la palabra está en su oralidad”.
Como la retrospectiva incluye el
pase de la película El camión, voy a verla de nuevo y observo a
Duras desgranar durante dos horas a Gérard Depardieu todo lo que debería
suceder en una película que a la vez está sucediendo. No es extraño que años
atrás Duras dijera que “escribir es tratar de saber lo que uno escribiría si
uno escribiera”.
Del todo confundido descubro que el
atormentado soy yo, que estoy a punto de comprar un paquete de kool y
fumar como Marguerite, porque aún no sé cuál de las dos Duras dice más, o
menos. Busco un referente cercano y voy a ver a uno de sus fans más fieles, Ray
Loriga, gran conocedor de sus dos repertorios, también escritor y cineasta, que
una vez más me ayuda: “Marguerite Duras escribió novelas sin casi palabras. Por
la lógica de la misma ecuación, inventó películas casi sin imágenes”.
http://elpais.com/elpais/2015/01/05/eps/1420483064_544837.html
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