miércoles, 13 de septiembre de 2017

BATH, UNA CIUDAD PARA DEJARSE LLEVAR. RENDIDO CUADERNO DE BITÁCORA

Si los que viven en países calurosos desean un poco de fresco, muchos parques bien cuidados, agradables hoteles a precios razonables y una capacidad de asombrarse todo el tiempo, que visiten la ciudad de Bath, no lejos de Londres, ese es su lugar.

Hay vuelos directos a Bristol, pero asegúrese de no llegar de noche con un coche alquilado, porque si no está acostumbrado a conducir por la izquierda y piensa que hará el recorrido por una autopista, desengáñese cuanto antes. El trayecto Bristol-Bath de noche puede que le genere más adrenalina que la montaña rusa. Es una carretera pensada todavía para coche de caballos.
Pero, una vez allí todos son parabienes. Se trata de una “slow city”: no hay problemas de tráfico, la gente es muy amable en cualquier parte, por la calle, en las tiendas, en los hoteles y desde luego en los museos, que son bastantes para un enclave de provincias.


Los bellos lugares religiosos, comenzando por la catedral, son acogedores y receptivos, propicios para un rato de meditación y recogimiento y sus tiendas de recuerdos son realmente alternativas, con muy buen gusto. Bonitas las casas especializadas en papelería (un género clásico en Gran Bretaña), así como las casas de chocolates, bombones y dulces. Y los almacenes de ropa, variados y conocidos en todo el mundo, en estos momentos con precios competitivos. 

Y una pinta (o media) en el pub Crystal Palace, detrás de la catedral, para terminar los paseos.
La ciudad respira aires de otro tiempo, pero las nuevas tecnologías y los progresos de este siglo están ahí para aprovechar y sacarle partido a lo que dejaron los ancestros de esas tierras. Es un universo casi mágico, pero muy real y asequible.

En primer lugar, hay dos visitas obligadas: las Termas romanas y el Jane Austen Center, escritora legendaria, que junto a las hermanas Bronté, configuraron un nuevo mapa literario en el occidente anglosajón  del siglo XIX.
LAS TERMAS ROMANAS situadas en la localidad de Bath (Somerset) son como la llave de una vuelta atrás en el tiempo, mientras el Imperio romano se extendía, gracias a la organización perfecta de la esclavitud que producía y atendía a las elites, el latín, el derecho, y una comprensión muy extendida de lo que se da en llamar, todavía, manu militari, desde Escocia hasta África  y desde Oriente Medio hasta Persia.

Una forma de construir y la peculiar utilización y combinación de los materiales, contribuyó a que los romanos fueran hasta hoy, de los más avezados constructores de edificios privados y públicos que todavía disfrutamos, como el anfiteatro del Djem, o Volubilis o Yerash en África, el muro de Adriano en el Reino unido, las termas de Caracalla y Diocleciano en Roma, o en la misma capital, el Panteón y el Coliseo.


Ya hace décadas que el historiador ruso Rostovsev, “descubrió” que sin esclavos, Roma nunca hubiera podido extender su reticular sistema político, social y religioso. En estos tiempos, Mary Beard, con varios libros ejemplares al mando, como SPQR, se encarga de recordar a todos qué papel tenía cada uno en el Imperio. A pesar de las críticas, hace dos mil años, contaba con un ascensor social (las clases sociales eran móviles y permeables) que muchos países europeos actuales, donde solo se aplica del mundo romano, el clientelismo, no tienen ni tendrán.

El complejo termal está muy bien conservado, gracias a lo cual se pueden apreciar con claridad los elementos arquitectónicos presentes en el edificio. Las termas propiamente dichas se sitúan por debajo del nivel de la calle y los edificios construidos a raíz de su descubrimiento se pueden dividir en cuatro grupos entre los que están el «Manantial Sagrado», el Templo Romano y el Baño y la Casa Museo. Estas estructuras, datan del siglo XIX.
Las Termas representan el corazón patrimonial de la ciudad y de toda Inglaterra y también su conexión con un mundo romano que comenzó cuando las tropas de Julio César pisaron Britania. “Como haber llegado a la luna” en palabras de Mary Beard y pueden llegar a recibir un millón de habitantes al año, que cuentan, gratis, con guías en varias lenguas.

El primer santuario de aguas termales erigido en este lugar fue construido por los celtas, que lo dedicaron a la diosa Sulis, la Minerva del panteón romano. Sin embargo, el nombre de Sulis siguió usándose tras la conquista romana de Britania, dato probado debido al nombre de la población de Aquae Sulis (literalmente, «las aguas de Sulis»). El edificio termal incluía un caldarium (baño caliente), un tepidarium (baño templado) y un frigidarium (baño frío). Tras la retirada de los romanos de Britania durante el siglo V cayeron en desuso y finalmente quedaron enterradas bajo un constante proceso de sedimentación. La Crónica Anglosajona sugiere que los baños originales fueron destruidos durante el siglo VI. En verano, de noche, hasta las diez, son ideales y tienen una luz y un ambiente particular.
Además sufrieron diversas modificaciones como las del siglo XII, cuando Juan de Tours construyó un edificio de aguas curativas en la misma fuente del manantial que provee de agua a las termas y las del siglo XVI, cuando el gobierno de la ciudad construyó unos nuevos baños (Queen´s Bath) ubicados al sur del manantial. El manantial está actualmente localizado en el interior de un complejo construido en el siglo XVIII por los arquitectos John Wood (padre e hijo). Los visitantes podían beber el agua del manantial situada en una habitación llamada Pump Room, un salón de estilo neoclásico que actualmente permanece en funcionamiento, tanto para recoger las aguas del manantial como para albergar a los visitantes. La ampliación victoriana siguió la tradición neoclásica establecida por los Woods.


El museo de las termas cuenta con utensilios de la época romana, algunos arrojados al manantial sagrado, seguramente como ofrendas a la diosa Sulis. Entre los distintos descubrimientos realizados en la zona, se han encontrado 12.000 monedas romanas, que suponen la mayor ofrenda votiva de Gran Bretaña. También se puede ver en el museo una preciosa cabeza de bronce dorado de la diosa Sulis – Minerva, encontrada en el año 1727. Hay también una Gorgona y una pareja de tritones. Algunos especialistas consideran la cabeza de Gorgona como la representación del dios del mar, Océano o como el dios del Sol de los celtas. También se exponen los restos del sistema de calefacción de las saunas, el hipocausto.
La visita a las termas, que me fue facilitada amablemente por el departamento de Prensa y Comunicación, es una verdadera delicia y la oportunidad de comprobar en qué medida las ciudades satélites y lejanas de Roma, reproducían el esquema ideológico y arquitectónico de la matriz capitalina. Como diría un francés, absolutamente “incontournable” y ejemplar desde el punto de vista de la conservación y la exhibición.

El Jane Auster Center en el centro de Bath fue puesto a mi disposición por el Sr. Chris Bullock, Office Manager de una institución que funciona como un reloj ajustado a la perfección. Toda la casa en varias plantas, es un homenaje a la escritora viajera que describió como nadie la situación de las mujeres y los entornos burgueses del siglo XIX inglés: una película comentada por Lizzie, una guía muy simpática, recuerda su árbol familiar, la ambientación es magnífica y los visitantes pueden jugar a retrotraerse a su época, vistiendo trajes divertidos de esos años, para sacarse fotos.

Mr. Bennett, con una sonrisa sin par, nos recibe a la puerta del inmueble y se dice de él, que “es el hombre más fotografiado del mundo”. Se trata de un ambiente lúdico, envuelto por una tienda con regalos exquisitos, un trato fuera de lo que se acostumbra en otros lugares y una sala de té en la segunda planta, con camareras también de época, que ofrecen al viajero ocasional una enorme variedad de tés entre el que destaca, el “Tea with Mr. Darcy”. Oh, dear!

Hay muchos museos y muy bien acondicionados en Bath pero tal vez no debería dejarse de visitar el Museo de la Moda, que cuenta también con un edificio muy amplio, con espaciosos salones de baile vacíos para pasear y sentarse a imaginar historias en el tiempo,
como si fuéramos “Sassenachs” (“Forasteros”, escribiría en español la autora de la saga  Outlander, Diana Gabaldón) privilegiados por tanta belleza. Vestidos y complementos perfectamente musealizados, con cartelas detalladas y, si se les dedica tiempo, verdaderas joyas que han pertenecido a personajes de la historia política lejana o reciente, confiados ahora a nuestra capacidad de observación y deleite.

Last but not least, una vueltecita por la librería Mr. B´s Emporium of Reading Delights, en el 14-15 de la calle John Street. Con varias plantas, té y una salita “terapéutica”,( biblioterapia, explican los responsables) donde relajarse y cambiar ideas en un ambiente silencioso y acogedor. Volúmenes para todos, de todas las clases imaginables.

Si les pides un libro que no tienen (y hay de todo en los diferentes capítulos en lo que se organiza la librería) te lo encargan e incluso lo envían a casa, con un señalador con dedicatoria. Nic y el resto del staff, una alhaja de librero de esas que ya no se encuentran a menudo por el mundo.

He sentido la necesidad (noblesse oblige)de retribuir la acogida que en unos y otros lugares de Bath, donde me esperaban y donde y no y me recibieron igualmente con los brazos abiertos, me dieron generosamente dos días preciosos de verano (se trata de un compromiso y una deuda morales). Este mes de septiembre es el Festival Jane Austen, pero Bath, la ciudad de los celtas, los romanos, la escritora de Sentido y Sensibilidad y muchas otras novelas conocidas y tantos visitantes que disfrutaron de ella y de sus curas de todo tipo, es una rara gema, en todos los sentidos.

No esperes como yo 40 años porque alguien no tuvo entonces el afecto o la generosidad de acompañarme (aplico en estos casos la damnatio memoriae merecida). Ve en cuanto puedas, porque la ciudad es una maravilla. Terapéutica, disponible y amable, de verdad.

Alicia Perris

Webmaster y fotos: Julio Serrano

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