Si los que viven en países calurosos desean un poco de fresco,
muchos parques bien cuidados, agradables hoteles a precios razonables y una
capacidad de asombrarse todo el tiempo, que visiten la ciudad de Bath, no lejos de Londres, ese es su
lugar.
Hay vuelos directos a Bristol, pero asegúrese de no llegar de noche
con un coche alquilado, porque si no está acostumbrado a conducir por la
izquierda y piensa que hará el recorrido por una autopista, desengáñese cuanto
antes. El trayecto Bristol-Bath de noche puede que le genere más adrenalina que
la montaña rusa. Es una carretera pensada todavía para coche de caballos.
Pero, una vez allí todos son parabienes. Se trata de una “slow
city”: no hay problemas de tráfico, la gente es muy amable en cualquier parte,
por la calle, en las tiendas, en los hoteles y desde luego en los museos, que
son bastantes para un enclave de provincias.
Los bellos lugares religiosos, comenzando por la catedral, son acogedores y receptivos,
propicios para un rato de meditación y recogimiento y sus tiendas de recuerdos
son realmente alternativas, con muy buen gusto. Bonitas las casas
especializadas en papelería (un género clásico en Gran Bretaña), así como las
casas de chocolates, bombones y dulces. Y los almacenes de ropa, variados y
conocidos en todo el mundo, en estos momentos con precios competitivos.
Y una
pinta (o media) en el pub Crystal Palace,
detrás de la catedral, para terminar los paseos.
La ciudad respira aires de otro tiempo, pero las nuevas tecnologías
y los progresos de este siglo están ahí para aprovechar y sacarle partido a lo
que dejaron los ancestros de esas tierras. Es un universo casi mágico, pero muy
real y asequible.
En primer lugar, hay dos visitas obligadas: las Termas romanas y el Jane Austen Center, escritora
legendaria, que junto a las hermanas
Bronté, configuraron un nuevo mapa literario en el occidente anglosajón del siglo XIX.
LAS TERMAS ROMANAS situadas en la
localidad de Bath (Somerset) son como la llave de una vuelta atrás en el
tiempo, mientras el Imperio romano se extendía, gracias a la organización
perfecta de la esclavitud que producía y atendía a las elites, el latín, el
derecho, y una comprensión muy extendida de lo que se da en llamar, todavía, manu militari, desde Escocia hasta
África y desde Oriente Medio hasta
Persia.
Una forma de construir y la peculiar utilización y combinación de los
materiales, contribuyó a que los romanos fueran hasta hoy, de los más avezados
constructores de edificios privados y públicos que todavía disfrutamos, como el
anfiteatro del Djem, o Volubilis o Yerash en África, el muro de Adriano en el
Reino unido, las termas de Caracalla y Diocleciano en Roma, o en la misma
capital, el Panteón y el Coliseo.
Ya hace décadas que el historiador ruso Rostovsev, “descubrió” que sin esclavos, Roma nunca hubiera podido
extender su reticular sistema político, social y religioso. En estos tiempos, Mary Beard, con varios libros ejemplares al mando, como SPQR, se encarga
de recordar a todos qué papel tenía cada uno en el Imperio. A pesar de las
críticas, hace dos mil años, contaba con un ascensor social (las clases
sociales eran móviles y permeables) que muchos países europeos actuales, donde
solo se aplica del mundo romano, el clientelismo, no tienen ni tendrán.
El complejo termal está muy bien conservado, gracias a lo cual se
pueden apreciar con claridad los elementos arquitectónicos presentes en el
edificio. Las termas propiamente dichas se sitúan por debajo del nivel de la
calle y los edificios construidos a raíz de su descubrimiento se pueden dividir
en cuatro grupos entre los que están el «Manantial Sagrado», el Templo Romano y
el Baño y la Casa Museo. Estas estructuras, datan del siglo XIX.
Las Termas representan el corazón patrimonial de la ciudad y de
toda Inglaterra y también su conexión con un mundo romano que comenzó cuando
las tropas de Julio César pisaron Britania. “Como haber llegado a la luna” en
palabras de Mary Beard y pueden
llegar a recibir un millón de habitantes al año, que cuentan, gratis, con guías
en varias lenguas.
El primer santuario de aguas termales erigido en este lugar fue
construido por los celtas, que lo dedicaron a la diosa Sulis, la Minerva del panteón romano.
Sin embargo, el nombre de Sulis siguió usándose tras la conquista romana de
Britania, dato probado debido al nombre de la población de Aquae Sulis
(literalmente, «las aguas de Sulis»). El edificio termal incluía un caldarium
(baño caliente), un tepidarium (baño templado) y un frigidarium (baño frío). Tras la retirada de
los romanos de Britania durante el siglo V cayeron en desuso y finalmente
quedaron enterradas bajo un constante proceso de sedimentación. La Crónica
Anglosajona sugiere que los baños originales fueron destruidos durante el siglo
VI. En verano, de
noche, hasta las diez, son ideales y tienen una luz y un ambiente particular.
Además sufrieron diversas modificaciones como las del siglo XII,
cuando Juan de Tours construyó un edificio de aguas curativas en la misma
fuente del manantial que provee de agua a las termas y las del siglo XVI,
cuando el gobierno de la ciudad construyó unos nuevos baños (Queen´s Bath)
ubicados al sur del manantial. El manantial está actualmente localizado en el
interior de un complejo construido en el siglo XVIII por los arquitectos John
Wood (padre e hijo). Los visitantes podían beber el agua del manantial situada
en una habitación llamada Pump Room, un salón de estilo neoclásico que
actualmente permanece en funcionamiento, tanto para recoger las aguas del
manantial como para albergar a los visitantes. La ampliación victoriana siguió
la tradición neoclásica establecida por los Woods.
El museo de las termas cuenta con utensilios de la época romana, algunos
arrojados al manantial sagrado, seguramente como ofrendas a la diosa Sulis.
Entre los distintos descubrimientos realizados en la zona, se han encontrado
12.000 monedas romanas, que suponen la mayor ofrenda votiva de Gran Bretaña.
También se puede ver en el museo una preciosa cabeza de bronce dorado de la
diosa Sulis – Minerva, encontrada en el año 1727. Hay también una Gorgona y una
pareja de tritones. Algunos especialistas consideran la cabeza de Gorgona como
la representación del dios del mar, Océano o como el dios del Sol de los
celtas. También se exponen los restos del sistema de calefacción de las saunas,
el hipocausto.
La visita a las
termas, que me fue facilitada amablemente por el departamento de Prensa y Comunicación, es una verdadera delicia y
la oportunidad de comprobar en qué medida las ciudades satélites y lejanas de
Roma, reproducían el esquema ideológico y arquitectónico de la matriz
capitalina. Como diría un francés, absolutamente “incontournable” y ejemplar desde el punto de vista de la
conservación y la exhibición.
El Jane Auster Center en
el centro de Bath fue puesto a mi disposición por el Sr. Chris Bullock, Office
Manager de una institución que funciona como un reloj ajustado a la
perfección. Toda la casa en varias plantas, es un homenaje a la escritora
viajera que describió como nadie la situación de las mujeres y los entornos
burgueses del siglo XIX inglés: una película comentada por Lizzie, una guía muy simpática, recuerda su árbol familiar, la
ambientación es magnífica y los visitantes pueden jugar a retrotraerse a su
época, vistiendo trajes divertidos de esos años, para sacarse fotos.
Mr. Bennett, con una sonrisa sin par,
nos recibe a la puerta del inmueble y se dice de él, que “es el hombre más
fotografiado del mundo”. Se trata de un ambiente lúdico, envuelto por una
tienda con regalos exquisitos, un trato fuera de lo que se acostumbra en otros
lugares y una sala de té en la segunda planta, con camareras también de época,
que ofrecen al viajero ocasional una enorme variedad de tés entre el que
destaca, el “Tea with Mr. Darcy”. Oh, dear!
Hay muchos museos y muy bien acondicionados en Bath pero tal vez no
debería dejarse de visitar el Museo de
la Moda, que cuenta también con un edificio muy amplio, con espaciosos salones de baile vacíos para pasear y
sentarse a imaginar historias en el tiempo,
como si fuéramos “Sassenachs” (“Forasteros”, escribiría
en español la autora de la saga Outlander, Diana Gabaldón) privilegiados
por tanta belleza. Vestidos y complementos perfectamente musealizados, con
cartelas detalladas y, si se les dedica tiempo, verdaderas joyas que han
pertenecido a personajes de la historia política lejana o reciente, confiados
ahora a nuestra capacidad de observación y deleite.
Last but not least, una vueltecita por
la librería Mr. B´s Emporium of Reading
Delights, en el 14-15 de la calle John Street. Con varias plantas, té y una
salita “terapéutica”,( biblioterapia, explican los responsables) donde
relajarse y cambiar ideas en un ambiente silencioso y acogedor. Volúmenes para
todos, de todas las clases imaginables.
He sentido la necesidad (noblesse oblige)de retribuir la acogida que en unos y otros lugares de Bath, donde me esperaban y donde y no y me recibieron igualmente con los brazos abiertos, me dieron generosamente dos días preciosos de verano (se trata de un compromiso y una deuda morales). Este mes de septiembre es el Festival Jane Austen, pero Bath, la ciudad de los celtas, los romanos, la escritora de Sentido y Sensibilidad y muchas otras novelas conocidas y tantos visitantes que disfrutaron de ella y de sus curas de todo tipo, es una rara gema, en todos los sentidos.
No esperes como yo 40 años porque alguien no tuvo entonces el afecto o la generosidad de acompañarme (aplico en estos casos la damnatio memoriae merecida). Ve en cuanto puedas, porque la ciudad es una maravilla. Terapéutica, disponible y amable, de verdad.
Alicia Perris
Webmaster y fotos:
Julio Serrano
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