La serie 'El fiscal, la presidenta y el espía', de Justin Webster,
indaga en el caso de asesinato más famoso de Argentina, con ramificaciones en
el terrorismo internacional
GREGORIO BELINCHÓN
El 18 de enero de 2015, el cadáver del fiscal Alberto Nisman, uno
de los personajes más famosos de Argentina, apareció en el baño de su piso con
un tiro en la sien. A partir de ahí cada investigador, casi cada argentino,
tiene su propia hipótesis. Nisman indagaba en uno de esos casos apasionantes:
el atentado al edificio AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), que en
1994 dejó 85 muertos y más de 300 heridos, y el posterior escándalo que rodeó
su investigación. Nisman solicitó el procesamiento de los responsables de la
ciudad de Buenos Aires (entonces gobernada por el actual presidente argentino
Mauricio Macri) por espiar a familiares de las víctimas y el de la presidenta
de entonces, Cristina Fernández de Kirchner, por encubrir a los terroristas
sospechosos con un acuerdo con Irán. Y a horas de testificar en una comisión de
la Cámara de los Diputados para aclarar estas denuncias, cuando había
presentado ante los tribunales una denuncia en formato de memorando de 289
páginas contra la presidenta y varios de sus ministros, es hallado muerto. Su
fallecimiento provocó un terremoto político y social en Argentina, y todavía no
han cesado los movimientos sísmicos.
La justicia, aún hoy, considera que Nisman fue asesinado, aunque no
tiene sospechosos. Al menos, ha eliminado la teoría del suicidio. A este
agujero negro de la política internacional se ha asomado el documentalista
británico asentado en Barcelona Justin Webster, responsable de filmes como Seré
asesinado (2013), Gabo, la creación de Gabriel García Márquez (2015) o El fin
de ETA (2017), y de series como Muerte en León (2016) y Six Dreams (2018),
primera serie de no ficción producida en España para Amazon Prime Vídeo. El
resultado es El fiscal, la presidenta y el espía, serie de seis capítulos de
una hora que en el Festival de San Sebastián se ha presentado en la sección
Zabaltegi-Tabakalera. “Ha sido el trabajo más complicado de mi vida”, cuenta
Webster. “Le he dedicado cuatro años, y al principio me resistí mucho porque lo
sabía”. Y aclara que en realidad “queda mucho por saber, solo se ve la punta
del iceberg”. Por eso no quería hacerlo. “Sin embargo, el caso Nisman podría
recordar en su inicio a Seré asesinado y me llamaron varias personas para que
echara un vistazo. Otras me dijeron que sería peligroso e imposible, y yo
respondí que no era imposible, aunque sí extremadamente difícil”. La serie se
verá en Movistar en 2020.
Para el documentalista, el reto estaba “en aportar claridad al
caso, una historia muy politizada y compleja, contaminada de mucho ruido
mediático”. El atentado a AMIA ya llevaba su propia “enorme investigación”, y a
ella se suma el asesinato de Nisman, con eco en servicios secretos
internacionales. “¿Se mató o le mataron? Es una de las múltiples piezas de un
gran puzle”, apunta. “Aunque hemos esclarecido gran parte de la historia, yo
apuesto por el show not tell, por mostrar y arrojar preguntas para que luego el
espectador vaya creando su propia investigación. Creo que estas series de no
ficción ayudan a atacar grandes investigaciones complejas. Me gusta ese juego
de ficción sin ficción, algo muy laborioso. Y sobre todo, opuesto a Twitter”.
https://elpais.com/cultura/2019/09/24/television/1569335668_680942.html
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