¿Qué cosas pasaron, cómo transcurrió para ti este
tiempo entre la anterior entrevista que hicimos y ésta, en lo personal,
en lo profesional especialmente?
Parece que todo lo que dijimos en la anterior entrevista tomó vuelo por sí
mismo. Se interesó por ella Opera World que la publicó. También recibí muchos comentarios
en los que parecía que el ambiente de café y preverano en que la habíamos realizado
se dejó caer más allá de lo musical. En poco tiempo me llamaron de Radio
Clásica para hacerme otra entrevista, en el programa La Dársena que se emite
por las mañanas y la revista Ritmo me
hizo otra más recientemente.
En lo profesional grabé un CD con la ORCAM y el maestro Encinar, canté Il
Segreto di Susanna en el Auditorio Nacional, tuve la oportunidad de
cantar en Los Angeles con Los Angeles Philharmonic, en Toronto y en
Colombia y en el medio pude hacer un Mesías de Händel, un recital de Schubert y
me dio tiempo a hacer otra actuación con la BBC Philharmonic. Así que tuve un periodo
bastante entretenido y viajero.
¿Qué experiencias como cantante has tenido en
España y en el extranjero? l
Ha sido un privilegio para mi representar a la música española en
varias ocasiones en muy diversos países, aunque viví de un modo algo más relevante
cuando en la ciudad de Viena se programó la zarzuela "El Barberillo de
Lavapiés" en la Wiener Kammeroper y después de unas audiciones que
se prolongaron tanto en España como en la propia Viena, fui seleccionado para
el rol protagonista.
Pero algo aparentemente tan cotidiano como es la representación de una obra
en un teatro, tenía una lectura que aún hoy me sigue pareciendo que tiene un
valor histórico para nuestra música. Y
es que se trataba de la primera zarzuela que se interpretaba íntegramente en
español y además en la misma ciudad en la que se perdía Schubert paseando, en
la que Beethoven se cambió de casa tantas veces. La ciudad en la que
desarrollaron parte de sus vidas Mozart, Haydn, Wagner y Mahler y en la
que se alzó el dodecafonismo de Schönberg . Una pequeña ciudad sin la cual, no
podríamos entendernos tal y como somos en lo musical.
El mismo lugar en donde nuestra música y un género como la zarzuela había
estado ausente de esa historia, invisible y silenciada.
Así que cuando estrenamos, con unos compañeros magníficos, todos nos
sentimos emocionados por el honor de representar a nuestro país en una ocasión
que se había hecho esperar lustros. Es una batalla que ganamos, aún inacabada y
que deseo que otros continúen escribiendo con el mejor de los resultados.
¿Cómo transcurrió el concierto en el Auditorio
Nacional con los compañeros cantantes, los músicos
Fue un trabajo intenso y entregado por parte de todos y realizado en un
tiempo muy breve. Ya en anteriores ocasiones habíamos tenido la oportunidad de
colaborar , así que de algún modo se trató de un reencuentro en el que
intentamos decirnos cosas nuevas través de la música y creo que finalmente
lo conseguimos.
Tuvimos un ambiente muy amistoso en el que además pudimos compartir conocimientos,
bromas y hasta alguna cerveza al final de los ensayos.
Una de las óperas que pusimos en marcha, El Segreto di Susanna de
Wolf-Ferrari es una obra poco conocida a pesar de que tiene unas frases que no
puedes sino llevártelas puestas después
de cantarlas y como las buenas cosas, te dejan un rastro, una huella que puede
acompañarte siempre en lo musical.
El argumento es bien sencillo, una pareja que acaba de iniciar su vida de
casados comienza a vivir escenas de celos. Ella fuma sin que lo sepa el marido,
y éste al percibir el perfume del tabaco en su casa lo atribuye a un amante con el que se ha enredado su mujer, sin caer
en que ella es quien pisando la modernidad de lo que será el siglo XX, reclama
espacios de libertad a través del acto de fumar, en tiempos en que estos gestos
solo se esperaban de los hombres. Todo aderezado de un tono de comedia que no
debería hacernos olvidar que hay muchas
partes del mundo en el que estas historias siguen sucediéndose. La libertad de
una parte de nosotros no termina de completarnos si no es extensible a quienes
caminan a nuestro lado. Formar parte de este recorrido en el que construimos
nuestra ética y hacerlo cantando es un modo de felicidad que llena plenamente.
¿Para cuándo un cambio de repertorio,
Alfredo? Sé que tienes preparado unos próximos Beethoven y Mozart? ¿Para cuándo
la ópera italiana, francesa? Los papeles legendarios de Verdi, de Puccini?
En breve me espera un recital con
canciones de Beethoven organizado por la Comunidad de Madrid. Se trata de las
Folksongs inspiradas en temas populares Irlandeses y escoceses pasados por la
mano de Beethoven y volcados para piano, violín, cello y voz con el
resultado que consiguen los grandes chefs, transformando melodías sencillas en
algo tan grande como el tamaño de su genio. Apenas se han hecho en nuestro país
y para mi es una nueva oportunidad de prestar mi voz a lo que imaginó
musicalmente una de las mentes más luminosas. También Mozart me espera en el
2015 con el Réquiem que es una obra capaz de conmoverte en los cimientos
más profundos, de hacerte perder el pie ante tanta belleza. Y aunque tengo
otros muchos conciertos por delante, estoy deseando encontrarme especialmente
con Verdi, que estoy seguro me espera a la vuelta de la esquina.
¿Te sientes cómodo cantando lieder?
¿Cuáles son sus posibilidades?
Creo que las posibilidades dependen generalmente de la voluntad del propio
intérprete, ya que hay lieder para todo tipo de voces, desde las más
livianas hasta las más densas y voluminosas. Lo esencial es que la necesidad de
expresarse a través de ese género debe sentirse como un ímpetu. Es algo que a
mí me alcanza en ocasiones y le doy salida en recitales. Supone también no
renunciar a un lado de la música repleto de obras espléndidas.
¿Te gustaría componer? Antes de que yo me imaginase a mi mismo como cantante y de que algunas de
mis maestros alentasen el desarrollo de lo que ellos consideraban una voz
extraordinariamente bien dotada, mi pasión estaba volcada en la composición.
Aún hoy me sigue pareciendo algo lleno de fascinación. Pero la voz tiene algo
de caudaloso que arrastra con todo lo que se encuentra en el horizonte. Yo lo
viví como un tsunami personal y de alguna manera la voz se me llevó por
delante. Todavía hoy sigo nadando en esa corriente y me encuentro muy bien en
ella.
Supongo que en esta baraja vital en la que estamos inmersos uno está
construido finalmente de decisiones, de momentos en los que hemos elegido ser nosotros mismos en una versión que tal vez
no hubiésemos imaginado pero en la que son posibles muchos desarrollos, como en
los relatos escritos. En mi caso desembocó en el canto, creo que
afortunadamente.
¿Con qué idioma te identificas mejor para cantar y
para hablar, aparte del español?
Yo me acercaría a cualquier obra que despertase en mí una emoción sincera
para interpretarla. El canto debe tener algo de sanguíneo y pasional y un
idioma ajeno debería suponer un sobreesfuerzo abordable.
Más allá de esto, el italiano por sonoridad, cercanía con el español y por
las obras tan extraordinarias que nos han dejado tantos grandes compositores, es el que siento casi
como propio. El alemán, y después de haber estudiado más de seis años en Viena,
me resulta tremendamente familiar, no solo se trata de la lengua en la que
estudié durante un largo tiempo, sino del idioma con el que tuve mis vivencias
personales y cotidianas en aquella época y eso es algo que inevitablemente
imprime una cierta naturaleza.
¿Cómo ves la situación en nuestro país y en
general en el mundo desde el punto de vista económico, social, político?
Parece que en todas las fechas de la historia se escuchó hablar y quedó
escrito cómo sus protagonistas tenían un sentimiento de excepcionalidad sobre
el sufrimiento que les había distinguido en su paso por el mundo. Debe ser una
constante de todas las generaciones sentirse más agraviado que el resto de los
que han venido antes y de los que están en la cola del tiempo y por llegar.
A nosotros creo que nos ha tocado el turno de sentirnos vacíos de
valores, impactados por la facilidad que tiene la falta de honestidad para
convivir en el tejido social, y no es algo propio de la política, sino que alcanza todos los ámbitos. Las personas en
gran medida nos estamos tratando a nosotros mismos como una marca. La
tecnología, de la que yo soy un intenso usuario, nos ha dado el regalo de
acortar las distancias, de casi tocar a la familia cuando estás en un aeropuerto
al otro lado de la curvatura del mundo, y también nos ha sumergido en un
inmenso océano sin libro de instrucciones, en el que no sabemos muy bien cómo
debemos mostrarnos y relacionarnos. Así que posamos en las fotos como actores,
buscamos el mejor ángulo para nuestra imagen, la frase más impactante para que
tome vuelo a través del océano de internet y rodo esto sucede en un universo
inmediato, pero también nos ha despertado un hambre de sinceridad, un hastío
por la difusión a gran escala y creo que un ansia de autenticidad, un amor por
lo primigenio.
La música no es ajena a esta vorágine en la que conviven concursos de
talentos fugaces que se forman en pocas semanas y en que el impacto y el
espectáculo entendido como urgencia televisiva parece llevarse por delante,
como si de un atropello se tratase,el trabajo de años que realizan los músicos
profesionales en los conservatorios y que después continúa de por vida hasta su
final.
Escuchar un poco de verdad entre tanto ruido, a través de tantos luminosos
y escaparates de cartón no es fácil, es un ejercicio de agudeza, pero como siempre ha sido, esa verdad nos está
esperando para encontrarse con todos.
¿Cómo influyen estas circunstancias
en el mundo del canto, en ser cantante?
No hay una actividad que no se alimente de los valores éticos de la
sociedad en que le ha correspondido desarrollarse. El canto, la música, las
artes pueden tener una gran sensibilidad
para impregnarse de esta atmósfera y en ocasiones puede desorientar a quienes
participan de ella, pero también el arte y la cultura tienen una voz fibrosa
que habla en nombre de todos y que puede ser luminosa y plena de coraje, que
nos recuerda de qué estamos hechos y lo que somos.
Quiero pensar que ese modo de decir de las artes, de quienes estamos
inmersos en ellas, es un caudal de sonido constante, una memoria sólida que nos
preserva y nos llena de futuro y que en estos momentos es capaz de denunciar la
trivialización y la nadería a la que algunos se empeñan en abocarnos.
¿Qué opinas de cómo se ha
sobredimensionado la puesta en escena en el mundo de la ópera, de la posible
tiranía de los directores de escena, frente al segundo plano que muchas veces
en los montajes actuales se relega a las voces?
No creo que haya muchas cosas más complicadas que un montaje de ópera, una
vez que está todo cocinado el resultado parece ofrecerse en una unidad al
público, sin embargo ha sido el resultado de la colaboración de artes muy
diferentes que deciden fusionarse para crear
por un breve espacio de tiempo el espectáculo de la ópera.
Detrás de esa imagen que a veces se muestra tan sólida, se han tenido que
poner en común acuerdo las ideas de diversos creadores, de artistas con maneras
y sensibilidades diversas para entender la radiografía de una historia,
su modo de narrarla. En ocasiones y en el trayecto que conduce hasta el estreno
puede producirse mucho ruido, gritos, roces, desencuentros. El tiempo también sitúa
en una posición algo más privilegiada a una parte de esos artistas en un
equilibrio que no es inamovible y que como las mareas responde a las tensiones
gravitatorias de tanto esfuerzo creativo. Pero si los artistas, con todas
nuestras fragilidades, vanidades y grandezas, somos capaces de entendernos para
que el telón se levante el día de la función, es difícil comprender cómo
todavía coexisten con nosotros los conflictos armados, las guerras, los
exterminios. Alguien debería decirles a los chicos de la ONU que monten un
taller de ópera como ensayo para arreglar el mundo.
Montserrat Caballé dijo una vez en
una entrevista que “cantaba hasta con el útero? ¿Con qué cantas tú, Alfredo?
Yo procuro cantar con todo aquello de lo que estoy hecho y sin concesiones,
sin tiempo para ser otra cosa que no forme parte de mi naturaleza y con la
pasión que tengo por la vida, que es densa y ramificada y con el sentido del
humor que tanto me ayuda a disipar los días que vienen mal encarados. Me
recuerdo constantemente la promesa de ser sincero y mostrarme veraz y a darlo
todo, que es el modo de no quedarse sin nada..Y desde luego si tuviese útero,
lo añadiría a este gazpacho.
Ya sé que es todo muy reservado,
pero podrías hablar de tus técnicas de canto, de tu estudio para conseguir
desempeñar bien un papel desde lo vocal y desde lo interpretativo también?
Todo lo que atraviesa nuestra voz para ser cantado tiene un
contexto, una escritura y una historia en la que siempre es aconsejable
sumergirse, estirar lo que conocemos de una obra tiene siempre un resultado
generoso en la interpretación porque nos amplía y ensancha como artistas
en aquello que queremos decir, nos construye y nos da la capacidad de
preguntar a la propia obra sobre qué podemos contar de ella.
La naturaleza de un intérprete debe constituirse más en la búsqueda que el hallazgo; la esencia
de un cantante es la reflexión y el pensamiento crítico y por lo tanto el
estudio es una constante sin fin. He tenido la suerte de contar a mi lado
siempre con artistas inteligentes y generosos que han compartido conmigo parte
de su talento y sin los cuales yo sería otro. Y siempre estoy atento al trabajo
que hago con otros músicos, directores y compañeros que tanto me aportan a
veces sin que ellos mismos lo sepan.
En este ámbito hay que seguir
estudiando toda la vida?
Casi te diría que en la otra también. Recuerdo una frase de Goya que
con sesenta años y en una época en que esa edad no era una prolongación de la
madurez, sino un estadio de la vejez, decía "aún aprendo". No podría
expresarse de un modo más breve e
intenso.
¿Cuáles son tus referencias en el mundo
del barítono?
¿Se da suficiente espacio a las
voces españolas en el teatro de ópera o zarzuela actuales aquí y fuera de
nuestro país?
Todos los grandes barítonos me han aportado el placer de escuchar cómo se
enfrentaban cada uno de ellos a la verdad de su interpretación, también me han
ofrecido lecciones llenas de hondura. El arte nunca defrauda el hambre de
aprendizaje con el que hay que acercarse a la música. Sin embrago tengo una
especial amistad sonora con Renato Bruson, por la franqueza y sinceridad en su
modo de cantar, por la redondez de su voz que se me antoja geométrica y
planetaria.
Bastianini tiene algo de corsario abordando las obras como si se tratasen
de un barco a la deriva, con un ímpetu y una energía solida y adolescente.
Dieskau canta disipando todas las durezas, todo en él es terciopelo y
promesas, puedo escucharlo en cualquier época.
Y tengo que hablar de Plácido Domingo que es como una central nuclear sin
residuos y que no necesita de las
palabras.
¿En qué teatros españoles o internacionales
te gustaría cantar?
Siempre me siento impresionado por
aquellos lugares que ocuparon artistas de sombras gigantescas y alargadas del pasado.
Aun recuerdo cuando pisé junto a un elenco de compañeros, todos españoles, el
escenario del Lincoln Center con la New York Philarmonic Orchestra, creo que se
podría entender si hablamos de tocar un cuadro de Velázquez con la yema de los
dedos y llevarse algo de los dibujos en el gesto.
Y
en ese horizonte sería feliz en el Metropolitan o en la Scala de Milán, aunque es
injusto no mencionar que el teatro más importante de todos es en el que me
encuentro en cada momento de mis actuaciones junto a su público. No hay un
espacio al que debamos prestarle nuestra mayor entrega y respeto que el lugar
que hace de funda y armario de nuestra voz en esos breves instantes.
Planes para un medio largo plazo en
el canto?
Tener una cita con Verdi sobre el escenario, que además tenía una voz
natural de barítono y que viste la voz como un sastre.
¿Te gustaría escribir de tus experiencias
o ensayo o novela?
Cualquier vida bien contada siempre tiene interés en
lo humano, en realidad las cosas que nos suelen emocionar, las que conectan con
lo más íntimo suelen ser las que encontramos cercanas y hablan el mismo idioma
en el que se desenvuelven nuestras vidas. Así que si cualquiera con un poco de
gracia literaria se pusiese a extender las costuras de sus vivencias
escribiendo, el mundo sería una inmensa biblioteca. Tal vez algún día me dé el
arrebato de colocar allí algunas palabras.
¿Cuáles son tus aficiones
cuando no
cantas?
Me apasiona la astronomía, las dimensiones del universo, lo inabarcable del
cosmos, todo lo que la ciencia nos dice de como es ésta maquinaria enigmática
de la que somos piezas ínfimas y en la
que nos sentimos a pesar de todo, esenciales
También la literatura y el teatro
llenan las esquinas de mi vida. Leer es una aventura que nos humaniza y nos
prolonga.
Y el tango con su decir trágico y desgarrado de las cosas, procuro no ponerlo demasiado lejos, escuchándolo
con frecuencia y el alguna ocasión bailándolo.
Y como a todo el mundo me gusta la charla con buenos tertulianos, a ser
posible en una terraza animada por un buen café o una cerveza de tarde, el
reencuentro con los amigos, un buen cine y el mar, que es de esas cosas que
puedo mirar sin preguntas.
¿Qué papel tiene la vida emocional en un cantante?
Las emociones son la estructura sobre la que descansa la arquitectura psicológica
de un artista, es el motor con el que traducimos el mundo. Una interpretación
amplia y honda debe estar teñida de las vivencias y emociones que como un
inventario de la vida, hemos ido recogiendo a lo largo del tiempo. Lo
fundamental es que ese recorrido no nos rompa, no nos quiebre la capacidad de
decir. Una de las cosas más valiosas es la estabilidad y la tranquilidad
emocional. Se puede cantar en un carrousel pero entonces la posibilidad de caer
es más que real.
¿Crees que al margen de tu profesión
la voz es uno de los instrumentos que tiene las personas para ser humanos, para
comunicarse?
La voz no es único vehículo para integrarnos en el mundo pero si uno de los
que tiene efectos más intensos. A través de la voz es como nos suele llegar el
reconocimiento, el afecto, el rechazo, las promesas, las mejores y las más
terribles noticias. La voz tiene un componente emocional que sin saber muy bien
cómo, muestra sin traducciones lo más íntimo de nuestro modo de sentir.
¿Qué papel tiene los silencios en
un cantante?
El silencio es el big-bang del
sonido, un lugar donde todo es posible, lleno de incertidumbre en el que habita
el comienzo de las cosas y la esperanza.
¿Hay alguna cosa más que quisieras
agregar?
Tal vez que la música nos habla sobre nosotros mismos de un modo inmediato
y en un lenguaje que tan solo el sonido posee. Sin esa escucha, nos sentimos
rotos, incompletos y desorientados. Todos estamos invitados a completar esta
geografía.
Alicia Perris
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