EL ÚLTIMO MOVIMIENTO QUE INTENTÓ DINAMITAR LA INDUSTRIA
MUSICAL
Kurt Cobain, líder de
Nirvana fallecido hace 20 años. / ©
HERPE GREGORY / DALLE / CONTAC
Han pasado ya 20 años de la muerte de Kurt Cobain.
Músico, cantante, compositor y líder de Nirvana, el grunge y
la Generación X. Y, sorpresa, Universal, su discográfica, lo ha ignorado. Ni un
lanzamiento conmemorativo. Claro que no queda mucho donde rascar: los tres
álbumes de estudio que editaron entre 1989 y 1994 se han multiplicado ya hasta
convertirse en unas 20 reediciones oficiales, a las que hay que sumar otros
tantos DVD con directos, recopilatorios, lujosos boxset y
nuevas versiones de su unplugged póstumo y la recopilación de
rarezasIncesticide.
Su cadáver fue encontrado el 8 de abril de 1994 por un electricista que iba a efectuar
unas reparaciones en una pequeña habitación sobre el garaje de su mansión a
orillas del lago Washington. El hombre llamó a una emisora de radio local antes
que a la policía. La autopsia reveló que se había disparado en la cabeza tras
inyectarse una dosis mortal de heroína. No fue posible precisar la fecha
exacta. A efectos legales se determinó que fue el día 5. Pero realmente fue en
algún momento entre el 4 y el 6. Tenía 27 años.
Sus más allegados pasan de puntillas por esta
efeméride macabra. No hay noticias de Dave Grohl y Chris Novoselic, sus
compañeros de grupo. Su viuda, Courtney Love, ha concedido una breve entrevista
al semanario británico NME en la que asegura que prefiere celebrar el
cumpleaños a su muerte y habla de proyectos futuros: un biopic, un
documental y, agárrense, un musical en Broadway.
Este último es solo una posibilidad (aterradora,
eso sí); la película todavía es un proyecto. En cambio, el documental está en
marcha. “Tenemos la esperanza de que será el The Wall de esta generación: una
mezcla de animación e imagen real que permitirá experimentar a Kurt como nunca
antes. Es ambicioso”, declaraba su más que posible director, Brett Morgen, que ya realizó uno sobre los Rolling Stones.
Cobain durante la Grabación
del concierto del que saldría, Unplugged in New York', el disco póstumo de
Nirvana. / EL PAÍS
Lo más parecido a una celebración es la inclusión
de Nirvana en elRock’n’roll
hall of Fame, el museo de Cleveland que decide quien
tiene derecho a figurar en la realeza del rock. Cada año admite a diez nombres.
En la ceremonia anual, que se celebra el 10 de abril, serán admitidos junto a
Nirvana: Peter Gabriel, Cat Stevens, Kiss, Hall & Oates, Linda Rondstadt, E
Street Band, y dos managers: Andrew Loog Oldham (Rolling
Stones) y Brian Epstein (Beatles).
Sí, parece que la memoria de Kurt Cobain ha sido
fagocitada por esa industria que pretendía destruir, o al menos cambiar. Porque
lo importante de Nirvana no fue tanto su éxito como su declaración de guerra a
lo que llamaban “música corporativa”. Contraponían valores como honestidad al
puro negocio. Pretendían que el rock fuera tomado por grupos de inadaptados con
guitarras y durante un tiempo pareció que lo habían logrado. Tenían especial
fobia al rock de estadio, personificado en ese momento por Guns n´Roses, cuyo
líder Axl Rose, era objeto de sus chanzas. Así como Extreme, cuya exitosa
balada More than words encarnaba
todo lo que pensaban que iba mal en el rock. Impostación, y sensiblería.
El 21 de septiembre de 1991, Nirvana, un
semidesconocido trío de Seattle publicaba Nevermind, su segundo disco,
primero en una multinacional. El vídeo del primer sencillo Smells like teen spirit, se
estrenó en 120 minutes, programa de música underground de
la cadena MTV que llevaba años emitiéndose de madrugada. Tiene tanto éxito que
pasa a rotación diurna. Allí explotó. Nevermind vende tres
millones de copias en tres meses. Hoy lleva más de diez.
Nevermind no era en apariencia muy distinto de lo que
llevaban años haciendo otras bandas: Husker Du,
Pixies, Dinosaur Jr., Black Flag o Melvins. Pero tenía unas melodías
brillantes y una producción mucho más limpia. Aunque no lo bastante como para
despojarla de la furia de sus antecesores. Siempre dijeron que sabían que
tenían algo gordo entre manos. Un solo día de grabación en el estudio de Los
Ángeles donde lo registraron costaba más que toda la grabación de su primer
disco, Bleach, de 1989. Pero nadie pensó que fuera a llegar
tan alto. Y menos a marcar los gustos de una generación entera.
Kurt Cobain, Jason Everman,
Chad Channing y Krist Novoselic, la primera formación de Nirvana, en los
camerinos de un concierto en Massachusetts. / JJ GONSON (REDFERNS)
A la industria discográfica aquello le pilló
desprevenida ¿Quién iba a esperar que lo que el público quería eran grupos que
mezclaban hard rocky punk, salidos de una ciudad
olvidada del noroeste de Estados Unidos? Seattle, el
epicentro de la mayoría de las bandas de aquel movimiento, era solo conocida
por ser la ciudad más lluviosa de EE UU y por haber sido el lugar de nacimiento
de Jimi Hendrix. Una invasión zombiehubiera sido más verosímil.
Porque el mainstream se movía en
otras coordenadas, absolutamente opuestas. En 1991 la gran estrella mundial era
el canadiense Bryan Adams, que tenía 32 años. Su balada Everything I do (I do it for you)batió
en Reino Unido un récord de 1955 al pasar 16 semanas en el Número Uno. Era la
banda sonora de Robin Hood, protagonizada por el actor de moda,
Kevin Costner, que al año siguiente rodaría El guardaespaldas, con
banda sonora de su partenaire en el filme, Whitney Houston. En
España reinaban Mecano y Julio Iglesias.
Y las ondas estaban copadas por Phil Collins, Rod
Stewart (que había encadenado cuatro éxitos consecutivos tras su edulcorada
versión del Downtown train de Tom Waits), Chris Rea o el I’m too sexy de Right Said Fred. En general todo parecía
dirigido a menores de 14 o mayores de 40.
Nirvana cambió ese panorama en el que lo
alternativo, que existía, ocupaba un nicho diminuto. Contó con la ayuda de MTV
que descubre que ese nicho tiene futuro e inventa un espacio Alternative nation enprime
time. Alternativo es todo lo que tiene cabida en ese programa.
Ese nuevo sonido, en realidad algo que llevaba
fraguándose años fuera del radar de la industria, es bautizado como grunge. Una
palabra que viene a significar sucio y cuyo origen no está muy claro, aunque
parece que llevaba varios años dando vueltas para definir el sonido de bandas
como Green River.
Novoselic, Grohl y Cobain,
en la sesión de fotos de la que saldría la portada de 'Nevermind'. / EL PAÍS
En España, en 1991 TVE reinaba.Rockopop, el
entonces programa musical estrella de la cadena pública, fue el primero en
emitir Smells like teen spirit. “Más tarde fuimos a verlos a Hawai,
al último concierto de la gira mundial. Eran las mismas fechas en las que
Cobain se casaba con Courtney Love”, dice Beatriz Pécker, la presentadora del
programa.
Cobain se casa en febrero de 1992 con Courtney
Love, una antiguastripper que lideraba Hole,
otra de las bandas del movimiento, y parecía tener toda la seguridad en sí
misma que al líder de Nirvana le faltaba. Cobain era una figura contradictoria.
Hijo de padres divorciados, no tenía miedo de hablar de lo inadaptadoque
se había sentido desde niño, lo que le convertía en modelo a seguir por los
millones de adolescentes de todo el mundo que alguna vez se habían sentido como
él. Para las chicas era al tiempo una figura a proteger, alguien que pedía ser
abrazado y reconfortado, y un apuesto rubio de obvio atractivo sexual. Era una
especie de nuevo James Dean, con una higiene mejorable, y una guitarra
eléctrica.
Hacía menos de cinco meses que habían publicado Nevermind y
en ese periodo habían dado casi 90 conciertos en tres continentes. Cada vez
eran más grandes. Fue su último tour en salas, llegaban los
estadios. “En los próximos meses oirás hablar de muchas nuevas bandas: The Melvins, Mudhoney, Hole
o Sonic Youth, que
son los padrinos de todo esto. Bandas honestas”, decía Dave Grohl, el joven
batería de Nirvana en una entrevista con Pecker.
Nirvana en una foto de
promoción
Acertaba. Hasta más o menos 1996, decenas de
grupos se colaron por la brecha abierta: Soundgarden,Smashing
Pumpkins o Pearl Jam. Y
también Pavement, Offspring… Pero en ese éxito estaba la semilla del diablo.
Paradoja: la situación era en apariencia
inmejorable y ahí radicaba su fracaso. La radio pertenecía algrunge, se
multiplicaban los fichajes de bandas indies, las ventas de discos
se habían disparado. Era el triunfo de la Generación X, entelequia creada por el escritor
Douglas Coupland en su novela homónima. Un libro que dio cobertura intelectual
al movimiento y una identidad a sus seguidores. La Generación X es el
precedente de la actual generación perdida: hijos del baby boom de
los sesenta incapaces de integrarse en la sociedad creada por su padres.
Sufrían de “envidia demográfica”, a saber: “Envidia de la riqueza y el
bienestar de los miembros de la generación de los años cuarenta en virtud de su
afortunado nacimiento”.
Mientras, Nirvana editaba en diciembre de 1992 Incesticide, una recopilación de
rarezas intencionadamente áspera. En el interior escribieron: “Tengo una
petición para nuestros fans: Si cualquiera de vosotros odia a los homosexuales,
a las personas que son diferentes o las mujeres, que nos haga un favor: Que os
jodan, no vengáis a nuestros conciertos. No compréis nuestros discos”.
Se sentían invadidos e incapaces de reconocerse
entre ellos, “Era como una vieja película de la segunda guerra mundial en la
que estás en una ciudad de estadounidenses normales, pero en realidad, son
todos espías nazis. Eso parecía. Daba un poco de miedo”,dice Ian Mckaye
de Fugazi en
el libro Nuestro grupo podría ser tu vida. “La impotencia
comercial delindie había sido el factor que había unido la escena y
había evitado que fuera el nido de víboras mercenarias que eran las majors.
Como era un mundo tan pequeño, la cooperación y la honestidad eran necesarias.
Gran parte de eso se derrumbó cuando el cielo y no el sótano fue el límite”,
escribía el periodista Michael Azerrad, autor de ese libro.
Nirvana ya había reaccionado con rabia al triunfo
de Pearl Jam, les acusaban de farsantes y oportunistas. Cobain se sentía
responsable de haber pervertido con su éxito el movimiento. de haberlo llenado
de advenedizos. Su adicción a la heroína no ayudó. Él aseguraba que la usaba
con fines paliativos de los dolores que sufría, una irritación en el estómago que
ningún médico fue capaz de diagnosticar y escoriosis. Cuando pretendió dejarlo,
por ejemplo tras el nacimiento de su hija Frances Bean, no pudo.
Las presiones aumentaban. Odiaba las giras y su
tercer disco In utero,de
1993 se consideró demasiado crudo y le hicieron retocarlo. Cobain era
ambicioso, pero no lo suficiente como para cerrar los ojos y dejarse llevar.
Estaba desbordado. Entre 1993 y 1994 ocupaba más páginas de sucesos que de
música. Hubo un intento de suicidio en Roma. A su vuelta a EE UU ingresó en una clínica de
desintoxicación de la que escapó el 30 de marzo de 1994. Se le pierde el rastro
hasta el 8 de abril.
Su disco póstumo, el acústico Unplugged in New York, vendería
cinco millones de copias. El grunge se convirtió en una
etiqueta, Cobain en un martir y Nirvana en un lucrativo negocio. “El día que se
anunció su muerte yo estaba en una tienda de discos de segunda mano de Londres.
Yo me di cuenta de que había pasado algo porque el encargado salió del
mostrador y se llevó a la trastienda todos los discos de Nirvana que había en
las cubetas”, recuerda un disquero español. De repente todo lo que
llevase la etiqueta de Cobain tenía un nuevo precio, mucho más alto.
Su muerte causó auténtica desolación. Durante los
dos años siguientes a su fallecimiento se asocian con ella sesenta suicidios. Empezando por la de un hombre de 28 años que
acudió a la ceremonia pública de despedida en Seattle, llegó a su casa
y se pegó un tiro.
Hoy su herencia no resulta clara de trazar. Los
más cínicos dicen que solo en cosas como la vuelta de Pixies, en festivales
masivos como Lollapalooza, o en el éxito de Green Day y Foo Fighters, el
grupo de su ex bateria. El autor británico Bob Stanley es quizás el más duro.
"Parece que la postura antimachista y anticorporativa de Nirvana no sirvió
para mucho. Pocas semanas después de su muerte, una canción grunge de
un grupo grunge prefabricado por Levi´s para una campaña -Inside de Stilskin, fue número uno en Reino Unido.
El grunge pronto desembocó en estilos como el rap metal
o el nu metal y llevó indirectamente a que los Red Hot Chili
Peppers con su ultramasculina mezcla de funk, hip hopy metal fueran
el grupo de rock más vendedor del mundo. El amor de Cobain por el punk abrió la
puerta a bandas estereotipadas de revivalistas como Blink 182 y Green Day. Y
años más tarde a otro nivel más bajo: el punk para preadolescentes de Busted o
McFly", dice en su libro de 2013 Yeah, Yeah, Yeah, the story of modern pop.
Michael Azerrad es más generoso y asegura que el
éxito de sellos como Matador con grupos como Yo la tengo, Cat Power, Pavement,
Superchunk o Jon Spencer Blues Explosion, también es deudor suyo. Y también el
de discográficas como Merge, que diez años después publicaron el debut de Arcade Fire.
Pero también hay quien piensa que miles de grupos
de rock y sellos independientes que funcionan al margen de la industria han
aprendido la lección y son hijos suyos. Y que la próxima revolución, si llega,
también lo será.
Nirvana. 20 años después. Fotografías
de Kevin Mazur, Charles Peterson y Kirk Weedle. La Térmica, Málaga. A partir
del 10 de abril.
The Last Shooting: Kurt
Cobain. Fotografías de Youri
Lenquette. Addict Gallerie , París. Hasta el 21 de junio
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/04/05/actualidad/1396712776_478195.html
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