miércoles, 16 de abril de 2014

JUAN DIEGO FLÓREZ: "LA ÓPERA DEVORA A MUCHOS" EL TENOR PERUANO REGRESA CON UN REPERTORIO MÁS LÍRICO QUE LIGERO EN 'L'AMOUR'.



RUBÉN AMÓN Madrid

El caso de Juan Diego Flórez (Lima,1973) tiene bemoles. En sentido literal, pues su último disco -y el primero en cuatro años- viene a reivindicar su impresionante facilidad en los agudos. No se conforma con el do. Sube la escalera en varias ocasiones hasta el re bemol, aunque semejante facilidad, expuesta hace unas semanas en el Liceo (La sonnambula), no implica que el tenor peruano abuse de la pirotecnia. De hecho, el principal interés de su grabación ('L'amour', Decca) estriba en el repertorio al que apunta. Más lírico que ligero. Y más proclive al repertorio francés. Y más sensible a los papeles románticos: el Werther de Massenet y el Romeo de Gounod.

 "En estos últimos años se está produciendo una evolución vocal. Hay un cambio. El centro de la voz ha ganado corpulencia. Así es que determinados ajustes técnicos me han permitido explorar una serie de papeles que antes no me estaban permitidos. Seguiré siendo leal a Rossini y al belcanto, pero me atrae mucho dar un salto cualitativo a mi carrera con ciertos personajes cruciales del repertorio francés". Ha sido inteligente y prudente la trayectoria de Juan Diego Flórez. Un tenor de estirpe krausista que reivindica en su último disco no sólo la reputación de algunos compositores del siglo XIX muy relegados -Boëildieu, Adam, Thomas-, sino además una forma de cantar escrupulosa, exquisita, a propósito de la afinación, la dicción, el fraseo.
Se trata de custodiar el fenómeno interpretativo, pero Flórez es consciente de los requisitos contemporáneos en términos de mercadotecnia, tiranía escénica y metrosexualidad. Más o menos como si la voz desempeñara un papel secundario. "Son modas. Y como modas que son, es de suponer que sean breves. Estamos asistiendo a un ajetreo de cantantes que suben muy rápido y duran muy poco. Son fenómenos efímeros porque despegan sin garantías. Ni en la técnica ni en la planificación del repertorio. La ópera de nuestro tiempo está devorando a muchos cantantes. Primero se les exige el aspecto. Y en segundo lugar se valoran sus cualidades vocales".
Juan Diego Flórez tiene razones para presumir contemporáneamente de la voz y del físico, pero estas ventajas no le hacen compasivo ni condescendiente con la obsesión de la imagen. "La ópera es un fenómeno audiovisual. O lo era. Quiero decir que ahora importa más ver una ópera que escucharla. Se ha ido degradando la parte musical. Se ha ido imponiendo la capacidad de impresionar visualmente. Y ocurre que no terminamos escuchando la música. Vamos a la ópera a ver, no a oír".
Se entiende así el valor terapéutico de su grabación, pretexto estilístico de un repaso por la música francesa decimonónica -Offenbach, Berlioz, Delibes- que predispone la agenda de Juan Diego Flórez como tenor debutante en los iconos del repertorio lírico.
Volver al Real
Ha cantado muchas veces las arias de 'Werther' y de 'Romeo y Julieta', pero nunca los ha llevado integralmente a escena. De ahí el interés que implica la réplica a Jonas Kaufmann, polifacético tenor germánico y legítimo intérprete de Gounod y de Massenet. Se trata o trataría del antagonista perfecto. Un tenor lírico frente a uno dramático. Un americano contra un europeo. Un orfebre del belcanto contra un todoterreno, aunque Flórez se apresura a relativizar el veneno de la competencia.
Lo hace, insólitamente, recubriendo de elogios a Kaufmann. Y rompiendo una vieja tradición canora: un tenor habla bien de otro tenor a condición de que haya fallecido. "Admiro a Kaufmann. Me parece un cantante extraordinario. Es poderoso y a la vez refinado. Ha concebido una carrera muy equilibrada e inteligente. Me consta que es un excelente actor, pero es que además canta con muchísimo escrúpulo". El repertorio de convergencia respecto a Kaufmann es bastante escaso, igual que sucede con la lengua alemana. Juan Diego Flórez la mira de reojo. Tiene en su cabeza probarse en los roles germanos de Mozart ('La flauta mágica', 'El rapto en el Serrallo'), aunque no se trata de un escenario inminente. Quizá dentro de tres o cuatro años, es decir, cuando Flórez podría regresar al Teatro Real bajo la protección de Joan Matabosch.
Hay conversaciones. Y es muy verosímil el acuerdo. "Me parece un gran acierto el fichaje de Matabosch. Su gestión del Liceo es un precedente muy interesante de lo que puede hacer en Madrid. Y claro que puede contar conmigo. El Real ha sido un teatro muy favorable y entusiasta, con su fama merecida de exigente con los tenores". Para exigente, el propio Juan Diego Flórez, un cantante perfeccionista y autocrítico que prepara con escrúpulo y paciencia sus grabaciones. Es consciente de que la saturación del mercado requiere proyectos muy elaborados. Y también sabe que su público no lo componen exactamente los seguidores, sino los militantes, de forma que 'L'Amour' es una razón providencia para confortarlos.

http://www.elmundo.es/cultura/2014/04/13/534986b122601d560e8b4574.html

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