IRENE
HDEZ. VELASCO Roma
Tiene 88 años y el premio Nobel de Literatura desde hace 17 años, pero sólo ahora este dramaturgo, actor, director, juglar, escritor, escenógrafo y pintor acaba de publicar su primera novela. Se titula La Hija del Papa (Ed. Siruela), en España saldrá a la venta en noviembre y cuenta la otra historia de Lucrecia Borgia, la hija del Papa español Alejandro VI. Esa a la que tradicionalmente se pinta como una arpía devoradora de hombres, capaz de cualquier cosa en nombre del poder y del placer, que llegó a mantener relaciones incestuosas con su padre y con su hermano... Dario Fo, especialista en ir a contracorriente, presenta un retrato muy diferente de ella. Después de un año de investigaciones, de bucear en archivos y documentos históricos, ha descubierto una Lucrecia Borgia muy distinta: sensible, valiente, rebelde, socialmente comprometida... Casi santa. Se emociona cuando habla de ella, de la verdadera Lucrecia Borgia. Aunque nada en comparación con lo que se conmueve cuando se le pregunta por Franca Rame, su compañera de vida y de arte durante medio siglo y fallecida en mayo del año pasado.
Tiene 88 años y el premio Nobel de Literatura desde hace 17 años, pero sólo ahora este dramaturgo, actor, director, juglar, escritor, escenógrafo y pintor acaba de publicar su primera novela. Se titula La Hija del Papa (Ed. Siruela), en España saldrá a la venta en noviembre y cuenta la otra historia de Lucrecia Borgia, la hija del Papa español Alejandro VI. Esa a la que tradicionalmente se pinta como una arpía devoradora de hombres, capaz de cualquier cosa en nombre del poder y del placer, que llegó a mantener relaciones incestuosas con su padre y con su hermano... Dario Fo, especialista en ir a contracorriente, presenta un retrato muy diferente de ella. Después de un año de investigaciones, de bucear en archivos y documentos históricos, ha descubierto una Lucrecia Borgia muy distinta: sensible, valiente, rebelde, socialmente comprometida... Casi santa. Se emociona cuando habla de ella, de la verdadera Lucrecia Borgia. Aunque nada en comparación con lo que se conmueve cuando se le pregunta por Franca Rame, su compañera de vida y de arte durante medio siglo y fallecida en mayo del año pasado.
¿Por qué ha decidido rehabilitar la memoria de Lucrecia Borgia?
Un
noche, mis asistentes y yo vimos por televisión un capítulo de la serie Los
Borgia. Nos pareció bien rodada y con óptimos actores, pero que sin embargo
estaba fuera de tono en lo que se refería a los hechos históricos y que tenía
la intención clara de ofrecer a los espectadores una especie de peli porno, con
clase pero porno al fin y al cabo. Y para conseguirlo, para poder ser una serie
erótica, había que llevar más allá del límite la verdad histórica, retomar las
falsedades que rodean a Lucrecia Borgia desde el siglo XVII y pintarla como una
devoradora de hombres sin escrúpulos, capaz de cometer incesto con su hermano e
incluso con su padre, el Papa Alejandro VI.
No era una envenenadora
Ah, pero entonces ¿Lucrecia Borgia no cometió incesto, como siempre
nos han contado?
Claro
que no. Ese fue un rumor malévolo que la familia Sforza hizo circular como
venganza después de que el Papa Alejandro VI, el padre de Lucrecia, declarara
nulo el matrimonio de Lucrecia Borgia con Giovanni Sforza, duque de Pesaro,
porque esa alianza ya no le interesaba. Sobre Lucrecia Borgia circulan muchas
mentiras. Se dice por ejemplo que fue una experta envenenadora, cuando en
realidad nunca tuvo nada que ver con los que venenos y jamás mató a nadie.
Entonces ¿quién era Lucrecia Borgia?
Para
entenderla hay que empezar por el principio. Piense usted que Lucrecia Borgia
era una niña que de repente un día descubre, de manera traumática, que aquella
persona que siempre había creído que era su tío en realidad es su padre, y que
el padre que ella abrazaba todas las mañanas era en realidad un padre comprado
para hacer el papel de padre. Y de golpe descubre esta farsa horrenda y
trágica. Luego se entera de que su padre, el Papa, tiene como amante a una
amiga suya de 14 años, Julia Farnese. Lo más sorprendente es que todas esas
cosas de Lucrecia Borgia, que son historias verdaderas, no se cuentan.
¿Y por qué? ¿Por qué ese empeño en retratar a Lucrecia Borgia como una
arpía amoral que utiliza el sexo para sus intereses de poder?
Porque
esa historia se vende mejor. Una mujer espléndida, gentil, delicada y casi
tímida como era en realidad Lucrecia Borgia no vende. Se vende muchísimo mejor
pintarla como una puta gigantesca que se casa con uno y después jura que con
jamás ha hecho el amor con él, que es impotente, y obtiene de su padre la
nulidad matrimonial; que se casa con otro (en realidad la casan, fue un engaño
del que ella no supo nada hasta después de la boda) y que en un determinado
momento ve con sus propios ojos como tratan de asesinar a este segundo marido.
Primero lo acuchillan pero no muere: ella lo cuida, tiene un hijo con él y
cuando saben que está a punto de recuperarse y de levantarse de la cama llega
un enviado de su hermano y lo mata. La familia mata, asesina, pero Lucrecia no.
Y esa historia se rebaja cuando se trata de violencia y se sube el tono cuando
se trata de sexualidad y es directamente anulada cuando Lucrecia toma el
control de su vida y decide huir de su familia.
¿Huyó de su familia?
Sí, se
fue a un convento. Pero no sé va del todo, porque Lucrecia no es una mujer que
quiera cancelarse, apagarse, no quiere olvidarse del mundo ni que el mundo se
olvide de ella. Lucrecia es una mujer que tiene cosas que decir, que ama a la
gente, que ama la tierra... Cuando acepta finalmente casarse con su tercer
marido, que también él es postizo, un negocio, un apaño de su padre, lo hace
porque sabe que tiene el poder en sus manos y emplea ese poder para ayudar a la
gente que está en las cárceles, para ayudar a los pobres... Piense usted que
Lucrecia Borgia llega a inventar un banco para los pobres... Y, sobre todo,
termina haciendo el camino de algunos santos que 50 años antes habían hecho
cosas extraordinarias en Siena. Abraza esa idea y crea un convento que no tiene
nada que ver con los conventos de la Iglesia católica y apostólica. El de
Lucrecia Borgia es un convento donde se actúa, donde se interactúa, donde se
trabaja, donde las personas que allí están son seres humanos, no personas que
han sido abandonadas allí y de las que se ha olvidado el mundo.
Casi la pinta como una santa...
No fue
una santa. Pero fue una mujer de enorme valentía y fuerza. Una mujer que
demostró, incluso en la vida común, un inmenso coraje. Le pongo un ejemplo: en
un momento dado su hermano iba a ser derrotado en la Romagna. Pues bien:
Lucrecia Borgia utilizó todo el dinero que tenía para poner en pie un ejército,
compró un ejército con los mejores generales que en la época se podían tener, y
venció nada menos que a los venecianos. Una como ella que consigue doblegar a
los venecianos, que logra formar un ejército capaz de vencer a una potencia
militar como era Venecia, es una que sin duda tiene cabeza. Sin embargo su
hermano, Valentino, era un tipo que si hubiera vivido en los años 30 hubiera
sido un gangster en América. Para que se haga una idea: hay un grupo de
personas que le quieren quitar de en medio y él las invita a comer y
directamente se carga a la mitad. A la otra mitad les tiene como prisioneros
para bloquear las posibles reacciones que se puedan desencadenar. Y cuando en
un determinado momento las cosas se resuelven, les mata a todos. ¿Qué relación
puede tener Lucrecia Borgia con un tipo así? Pues una relación de negación.
Llegada a un cierto punto Lucrecia no puede más y dice basta. Con todo el amor
que siente por su hermano, en un momento dado lo borra completamente de su
vida, insulta a quienes lo defienden y, sobre todo, dirige su atención a los
problemas de los otros. En todo este drama, imposible de gestionar, ella
consigue remontar siempre.
Leyendo su libro y la descripción cruda y descarnada que en él hace
del poder es inevitable pensar en el poder en la actualidad y en como el sexo
sigue siendo un motor importante... Sólo hay que ver los bunga-bunga de
Berlusconi.
Si, es
cierto, no cabe duda, Pero yo cuando he escrito este libro en absoluto he
pensado en escribir una novela que fuera reflejo de la actualidad, un espejo en
el que se pudiera ver nuestro tiempo. Pero es algo inevitable, ocurre de manera
normal. El mundo disoluto de los Borgia, sus intrigas, su oportunismo político,
no es muy distinto del actual. Lo que ellos hicieron es todo lo que Berlusconi
habría querido hacer, pero sólo ha logrado hacer en parte.
Usted no sólo rehabilita a Lucrecia Borgia, también en parte a su
padre, el Papa Alejandro VI...
De
nuevo me limito a hacerme eco de la verdad histórica. Alejandro VI en un
momento dado tiene una crisis terrible, decide hacer saltar por los aires todo
y hace un discurso de una potencia increíble. Nuestro Papa actual, que tiene
una fuerza increíble y que en mi opinión está arriesgando mucho, aún no ha
llegado a hacer un discurso tan rompedor como ese. Alejandro Borgia ve a su
hijo, un cínico, y le dice que será el primero en ayudarle cuando traten de
quitarte de en medio pero que debe entender que si sigue por ese camino será su
fin, su muerte.
Usted siempre a contrapié, Dario Fo... Siempre nadando a
contracorriente...
Por
lógica. Porque me doy cuenta de que lo que normalmente me propone la sociedad
esconde por lo general intereses personales, de grupo, de banda.
Desde el principio ha apoyado abiertamente a Cinco Estrellas, el
movimiento anticasta que lidera Beppe Grillo...
Claro.
Obviamente existe el peligro de que ese movimiento salte por los aires, pero
qué importa. Yo quiero poder decir que no le he dejado solo. Creo en Beppe
Grillo, creo en su movimiento. Por supuesto, hay cosas de él que no me gustan.
Pero las combato desde dentro. También en su momento apoyé al Partido Comunista
y ya ha visto lo que sucedió, así que ya me dirá usted qué puedo hacer. Fui el
primero en decir al Partido Comunista Italiano: "mirad que estáis
perdiendo el apoyo de la gente...". Pero no me hicieron caso.
¿Qué piensa de Matteo Renzi, desde algunos meses el nuevo primer
ministro italiano?
Es un
tipo listo, muy listo. Pero para mi es muy obvio. Yo no puedo respetar a uno
como Renzi, que tiene la desfachatez de llegar a un acuerdo con Berlusconi, que
es un delincuente. Berlusconi es uno que siempre ha robado, que ha siempre
corrompido, que siempre ha comprado a jueces, que ha comprado a los dirigentes
de las finanzas, ha pagado a mujeres a cambio de servicios sexuales... Es uno
que ha comprado todo a golpe de talonario, que ha dirigido al mismo tiempo su
propio imperio económico y las finanzas del Estado, organizando el Estado según
sus propios intereses. Y Renzi ha hecho un acuerdo con ese tipo. ¿Cómo se puede
consentir eso? ¿Cómo se puede admitir que el primer ministro italiano se deje
condicionar de la voluntad y el interés de un sujeto como Silvio Berlusconi,
que lo único que busca es sobrevivir? Renzi es culpable de haber resucitado el
cadáver de Berlusconi porque lo necesitaba para poder gobernar. No, eso no se
puede tragar. Patufa se dice en dialecto: significa la podredumbre que se
mueve, los gusanos de la descomposición que avanzan... Eso es Berlusconi, y
Renzi también.
¿Y qué piensa un anticlerical como usted de Francisco, el Papa actual?
Es un
gran personaje. Espero que pueda seguir adelante con el mismo ritmo que hasta
ahora está demostrando y que no lo detengan, que no le entrampen. El otro día
en un teatro romano hice una alocución en defensa de Francisco, un discurso que
fue seguido en silencio absoluto, un silencio que daba miedo, por 13.000
personas. Al concluir hasta la orquesta se puso en pie para aplaudir, debe de
ser una de las pocas ocasiones en las que los músicos de una orquesta se alzan
para aplaudir a uno que habla, no que canta. Pero no me aplaudían a mi, a Dario
Fo, aplaudían lo que yo decía. Y lo que yo decía es que este Francisco es un
Papa muy valiente, contaba las cosas increíbles que está haciendo, que este
Papa ha obligado a los políticos italianos a levantarse muy temprano para ir un
día a misa a la residencia de Santa Marta a las 7.00 de la mañana y que una vez
allí les ha leído la cartilla a conciencia, les ha abroncado salvajemente, les
ha dado una buena patada en el culo.
Dígame una cosa... ¿Echa mucho de menos a Franca Rame, su mujer,
fallecida el año pasado?
La echo
de menos todo el tiempo, constantemente, sin descanso. Piense que hemos pasado
juntos 50 años, una vida. Todo lo hacíamos juntos. Todo lo comíamos juntos, lo vomitábamos
juntos, lo escupíamos juntos. Cuando a ella la sometieron por ejemplo a las
violencias bestiales a las que la sometieron, las sufrimos juntos. Todo, todo
lo hacíamos juntos. Así que sí, la echo de menos todo el tiempo. No pasa ni
siquiera un minuto sin que la eche de menos. Ni siquiera cuando duermo dejo de
pensar en ella. Cualquier gesto que haga, cualquier cosa que haga, lo hago
pensando en Franca.
http://www.elmundo.es/cronica/2014/06/29/53aea07ce2704ed63e8b4574.html
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